Está nerviosa y alegre. Tiene 27 años, algo mayor para una novia gitana, y lleva soñando con su boda desde que era niña, "como todas nosotras", afirma con rotundidad Vanessa Pérez Echeverría. Tras un año de noviazgo secreto, normalmente suelen ser seis meses, contraerá matrimonio en marzo según la tradición ancestral de su pueblo. Las nupcias durarán dos días y el momento cumbre será la prueba del pañuelo, rito en el que se comprueba la pureza de la novia. "Virginidad y boda gitana son dos conceptos unidos de forma indisoluble. No hay dinero para comprar la virginidad de una gitana, su adquisición sólo es posible mediante la moneda intangible de la boda gitana", explica Juan de Dios Ramírez Heredia, fundador de la Unión Romaní Internacional.

Los gitanos son un pueblo especial. Intentan adaptarse a los nuevos tiempos, sorteando con dificultades la marginación social, pero en ningún momento han renunciado a sus raíces y tradiciones. El caso es que siguen casándose y en la actualidad ya aceptan pasar por el juzgado para que su enlace no sea invisible a los ojos de la Administración. El respeto a los mayores y la unión familiar, no obstante, siguen siendo máximas de una comunidad que aún conserva rituales ancestrales. Así, el sueño de cualquier padre es tener los medios económicos suficientes para casar a sus hijos por el rito gitano, el elegido por la inmensa mayoría de las parejas en Navarra.

La boda es para los romaníes, y en especial para la mujer, el principal acto social de su vida y lo festejan por todo lo alto. La celebración de un matrimonio tal y como manda la costumbre no se concibe sin invitar a la comunidad, lo que implica un gasto para los padres de los novios que no suele ser inferior a los 18.000 euros. Hay familias que llegan a empeñarse, a pedir un préstamo, para poder financiar la boda. "Mi familia costea mis gastos, llevaré cuatro vestidos, dos de ellos de novia, uno lo pago yo, con sus respectivas coronas, y la familia de mi novio los suyos. El resto corre a cargo de las dos familias", explica Vanessa.

emotivas y vistosas Si para los payos la invitación a una boda puede incluso molestar por el desembolso que supone, para los gitanos es un motivo de alegría porque la jarana y la emoción están garantizadas. "Cuando van payas, todas lloran", señala la futura novia. Antes, las bodas por el rito gitano duraban hasta tres días, pero hoy se suelen limitar a uno. No hay límite de comensales para la celebración, en la que no faltan el gorrín y el cordero, y cada cual regala lo que considera oportuno. "Los invitados van gratis. Para asistir a un boda paya hay que pensárselo, pero a una gitana todo el mundo quiere ir", dice entre risas Vanessa, quien también contraerá matrimonio por la Iglesia "por lo que pueda pasar y para estar reconocidos ante los payos, aunque sólo con el rito del pañuelo, que lo conservará la suegra durante años, ya nos consideramos marido y mujer", explica. "Puede cambiar todo en la ceremonia menos eso. Es tan importante que un gitano cuando enseña el pañuelo dice: "El día que perdamos esto ya no habrá gitanos"", añade esta joven de Barañáin sobre un rito determinante -si se produce un resultado negativo, la boda se deshace- y que durante siglos se ha celebrado en un clima de respeto dentro del recinto sagrado del espacio familiar.

¿Y los hombres gitanos? ¿También ellos deben llegar vírgenes al matrimonio? "Cuando tienen novia la respetan a ella y a las demás mujeres, pero antes son libres, como sucede con los payos", indica Vanessa.

sin fraude La boda gitana es, pues, un homenaje a la mujer que se casa. Ésta se convierte en el centro de todos los halagos, los regalos y las danzas tras superar la prueba del pañuelo, en la que Vanessa no concibe que se puedan dar fraudes. "Si una gitana sabe que no es pura no se va exponer a ello, además, es muy difícil engañar a un gitano viejo", observa, antes de matizar: "Una gitana no está obligada a hacerlo, mi madre no me ha dicho nunca que tenga que llegar virgen al matrimonio, lo he vivido, es mi cultura y mi decisión, y así educaré a mis hijas". "¿Sabes lo que significa que ese día tu familia te adore, se sienta orgullosa de ti?", pregunta tras reconocer que se considera incomprendida por sus amigas, todas payas.

"La virginidad de la mujer es un valor opcional, por eso hay diversidad en la celebración de las uniones entre gitanos", señala a este respecto el director de la Fundación Secretario Gitano, Isidro Rodríguez. "El rito en realidad consiste en dar fe de que los novios se casan, se aceptan el uno al otro, ante la familia y la sociedad gitana y eso es lo importante, lo demás es accesorio, sostiene.

Para la futura novia, el otro gran momento de la ceremonia será la presentación del pañuelo a la familia e invitados. El padre, después el suegro y luego los hermanos y cuñados alzarán a la novia sobre sus hombros porque habrá probado su pureza. "Desde niña he pensado que lo más emocionante sería este momento", evoca, antes de recuperar la alegría. "Y luego, la juerga, hasta que el cuerpo aguante".