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"Jóvenes alegres, deportistas, entregados a sus amigos y con una familia muy unida"

las muestras de cariño y admiración a los tres jóvenes se repitieron ayer a su llegada a pamplona

pamplona. "Gente buena, acogedora, alegre, amiga de sus amigos y solidaria...". Pocas palabras, muchos sentimientos. Las muestras de afecto, cariño y respeto por los jóvenes fallecidos se repitieron ayer a lo largo de toda la tarde en el tanatorio San Alberto. El sacerdote misionero y amigo de la familia Ignacio Elizari ofició una ceremonia íntima junto a los féretros de los tres montañeros muertos. En el velatorio estuvieron, entre otros, la prima de Elena Martinicorena, Alicia Martinicorena, de la ONG Nakupenda África, esposa de Ramón Arozarena. Cerca de ellos, Teresa Ayestarán, Mari Carmen Rotellar y Adriana Sagaseta, de Manos Unidas. Decenas de personas rindieron homenaje a los tres fallecidos. Los rostros más desconsolados fueron los de la madre Elena Martinicorena y las hermanas Laura y Mª Luisa.

"Muy buenas personas, los tres, maravillosos", destacaba un amigo de la cuadrilla. Un hostelero bilbaíno vino hasta Pamplona para despedir a Unai Isasi, "una persona impresionante, no sabía qué más hacer por sus amigos, pura entrega, le daba lo mismo que alguien tuviera 70 o 20 años, o cuál fuera su edad o condición, se hacía querer por todos". Otro amigo de la familia, el aparejador Javier Machicot destacaba que sus hijos y yernos han tenido mucha relación con la cuadrilla de Txomin y con las hermanas, "gente muy deportista, muy sana, que practicaban montañismo, esquí, golf...". "Txomin era el motor de la cuadrilla y tenía una personalidad arrolladora....".

En el tanatorio también se vio ayer al ex gerente de la Mancomunidad, Koke Arraiza, padre de Catalina Arraiza Irujo, la mujer de Txomin Eugui y madre de sus tres hijos, y a la parlamentaria María Victoria Arraiza, familia de Koke. Otras caras conocidas pasaron por el tanatorio como Carlos Garaikoetxea, ex lendakari, conocía a toda la familia desde hace muchos años y se mostraba visiblemente afectado. Además, sus hijos son vecinos de apartamento en Candanchú y en ocasiones esquiaban juntos. "Era gente, sana, deportista, estaban muy unidos, siempre hacían planes juntos...", relataba. Abrazos intensos, lágrimas, más abrazos... De lo sucedido nadie hablaba, "es un drama, la montaña es así...", comentaba un amigo con apenas un hilo de voz. Como si sólo un largo silencio dejara un cierto poso de calma, de paz, a tanto dolor; lo único que diera sentido a lo que nadie se explica, a tres vidas segadas en apenas unos minutos por un golpe brutal de la naturaleza.