pamplona. Los trastornos alimentarios retroceden en Navarra. Tras años de alarmante crecimiento, la anorexia y la bulimia nerviosas presentan una tendencia descendente, así al menos lo constatan en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA). Según las cifras que manejan expertos de la Comunidad Foral, unas 470 personas sufren anorexia y bulimia, las formas más frecuentes de este tipo de patologías mentales, cifra a la que se suma la de pacientes que presentan otras formas de la enfermedad incompletas o mixtas, con síntomas de anorexia y/o bulimia, u otras alteraciones no especificadas o atípicas, principalmente el conocido como trastorno por atracón.

"La tendencia de estos trastornos es decreciente", se felicita la responsable de la UTCA, la psicóloga Ana Lerma. Frente a los más de 650 casos atendidos en Atención Primaria hace cuatro años, los servicios sanitarios navarros tratan ahora a unos 300 pacientes al año, en un 90% mujeres. Al ser las patologías alimentarios complejas en su diagnóstico y tratamiento persiste, sin embargo, una proporción significativa de casos no diagnosticados en Navarra.

La edad de más riesgo en este tipo de enfermedades oscila entre los 12 y los 21 años, aunque en la Comunidad Foral se han detectado casos en niñas menores de 10 años. El SNS-O atendió en 2008 a 41 menores de 17 años. De hecho, la mayor incidencia de la anorexia se da entre los 10 y los 20 años y la de la bulimia, algo más tardía, entre los 15 y los 35.

Los afectados por trastornos alimentarios son pacientes que por regla general no piden inicialmente ayuda de forma voluntaria, sino que niegan su enfermedad. Como consecuencia, llegan a la consulta del profesional cuando el proceso ya está instaurado. El Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, que recibe a la mayoría de enfermos, les ofrece atención en varios niveles. "Los casos menos graves son tratados a nivel ambulatorio en centros de salud mental, con consultas una vez al mes o cada dos meses; cuando aumenta la gravedad, se derivan a la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria y si empeoran, se gestiona su ingreso en unidades de hospitalización psiquiátrica", explica Lerma, quien señala que aunque estas enfermedades se asocian tradicionalmente a la adolescencia lo habitual es que se prolonguen durante años. Por ello, la sanidad navarra ha incorporado recientemente un servicio específico, la UTCA, dirigido a pacientes adultos que funciona desde hace poco más de un mes en la calle Magdalena del barrio de la Chantrea.

El equipo de a unidad está compuesto por siete personas, entre ellas una psiquiatra, una psicóloga clínica, una terapeuta ocupacional y una trabajadora social. La unidad cuenta con dos programas, el intensivo y el del hospital de día, de reciente implantación. El primero consiste en consultas de alta frecuentación -citas semanales con los distintos profesionales de la UTCA-, y el segundo ofrece atención aún más intensiva a los pacientes, que acuden desde las 10 la mañana hasta las tres de la tarde. "Les proporcionamos desde psicoterapia a talleres artísticos o clases de psicomotricidad, además de un comedor terapéutico, gestionado de una manera especial para que puedan afrontar el momento de la comida, que es el más complicado", añade la responsable de la UTCA.

voluntario El perfil de la usuaria de este servicio es el de una mujer adulta, es decir, de más de 17 años, que acude voluntariamente con un trastorno grave de bulimia o anorexia. "Las pacientes, hay chicos, pero muy pocos, suelen tener una trayectoria tan larga que experimentan diferentes fases con síntomas que fluctúan entre la anorexia y bulimia", aclara Lerma. Para saber cuándo una enferma ha de ser derivada del centro de salud mental a la unidad al empeorar su patología se tienen en cuenta varios factores, entre ellos, el índice de masa corporal, es decir, la relación entre el peso y la talla. "Si está por debajo de 17 manifiesta una gravedad que puede repercutir en importantes problemas físicos y orgánicos", avisa. Otros aspectos que apuntan a un empeoramiento es el exceso de ejercicio, consumo de fármacos para adelgazar o la inducción al vómito. "El tratamiento es voluntario por eso suelen estar implicadas y motivadas, aunque en ocasiones no son conscientes de la gravedad de su estado, reconocen sufrir un trastorno pero no asumen las consecuencias que puede llegar a tener", apunta.

Las causas de estas enfermedades son múltiples, pero hay elementos que predisponen, "como ser mujer y adolescente, en el caso de la anorexia, o adulta en la bulimia. También la presión social de la moda y la publicidad por la delgadez o incluso la genética influyen", indica Lerma, quien añade que otros precipitan la enfermedad: "Una dieta que se va de las manos, comentarios críticos sobre el cuerpo o cambios físicos en la figura por enfermedades o embarazos".

Para afrontar este mal, las pacientes de la UTCA reciben, principalmente, tratamiento psicológico y farmacológico. "El núcleo del trastorno no mejora con medicamentos sino con terapia psicológica, para la anorexia no hay ningún fármaco efectivo, aunque en el caso de la bulimia contamos con medicamentos del grupo de los antidepresivos que ayudan a prevenir la urgencia de los atracones", aclara la psiquiatra Carmen Farré.