EL pasado miércoles, miembros de diferentes clanes eran detenidos en la Cañada Real de Madrid en el marco de la Operación Yugoslavia 2. Ayer se supo que utilizaban para robar a mujeres y niños, que a veces "intercambiaban" o "se prestaban" entre sí, dependiendo de su valor para cometer los delitos.
Así lo informó ayer el jefe del Grupo XI de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid, el inspector Juan Checa, en la conferencia de prensa en la que se informó de la citada operación, que ha supuesto la detención de 34 adultos a los que se acusa de robar en domicilios.
La primera parte de la operación se llevó a cabo en junio de 2009 y se saldó con la detención de 67 personas acusadas de los mismos delitos, a los que se intervinieron más de 20 kilos de joyas.
En la segunda parte de la operación han sido detenidos 34 adultos, y la Policía se ha hecho cargo de 45 menores que quedaron en situación de desamparo y que puso a disposición del Grupo de Menores (GRUME), mientras se determina si han participado en alguno de los robos.
La mayoría de las 79 personas arrestadas ahora lo fueron durante una intervención llevada a cabo en el poblado de la Cañada Real la madrugada del pasado miércoles, en la que participaron los GEO dada la peligrosidad de los implicados y ante la posibilidad de que tuviesen armas.
Se han practicado nueve registros en domicilios y dos en autocarvanas, en los que se han recuperado, entre otros efectos, numerosas joyas, la mayoría de oro, televisiones de plasma, teléfonos móviles y complementos como cinturones o carteras.
El inspector Checa explicó que la segunda parte de la denominada operación Yugoslavia comenzó cuando se sospechó que se habían perpetrado diferentes robos por parte de clanes de gitanos romis o romaníes procedentes de países del Este, algunos de cuyos miembros habían sido arrestados en la primera fase de la operación.
La investigación determinó que la mayoría vivían en la Cañada Real y que, al igual que los arrestados en la primera parte de la operación, robaban en pisos aprovechando la ausencia de sus dueños, normalmente mediante el método del "resbalón" -abriendo la puerta con un plástico-, sin utilizar la violencia.
La mayoría de los robos eran perpetrados de día por mujeres y niños, que recibían órdenes del jefe del clan, mientras otros eran llevados a cabo por hombres que entraban en las viviendas por la noche, escalando.
Se trataba de una organización muy jerarquizada, en la que el jefe de cada clan obedecía órdenes de jefes superiores -hasta llegar a un jefe máximo en España, que ha sido arrestado- y entre ellos se repartían las zonas en las que robar.
En ocasiones, los jefes de los clanes "intercambiaban" o "se prestaban" entre sí a mujeres y niños que eran especialmente valiosos por su habilidad para robar. La Policía ha constatado que a veces se concertaban matrimonios y se llegaban a pagar hasta 30.000 euros y 80 monedas de oro por una "buena" esposa.
Las mujeres y los niños solían ser "muy cuidadosos" y no forzaban la puerta ni desordenaban las viviendas, por lo que algunas personas tardaban días en darse cuenta de que alguien había entrado en su casa y había sustraído sus pertenencias.
Los miembros de estos clanes daban salida a lo robado mediante peristas españoles, que colocaban las joyas sustraídas, y que también han sido detenidos.