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El alcohol adulterado, ¿una peligrosa bomba para el hígado?

Las bebidas modificadas con alcohol tóxico pueden provocar ceguera e incluso la muerte

pamplona. Adulterar bebidas alcohólicas puede hacerse de distintas maneras, algunas más peligrosas para la salud que otras, especialmente dañiña es la adicción de alcohol metílico, una auténtica bomba para el hígado humano.

Los expertos distinguen entre la adulteración natural y artificial de las bebidas. Por artificial se entiende aquella práctica en la que a la bebida se le añaden compuestos químicos de bajo coste, como el alcohol metílico o alcohol industrial, y que resultan perjudiciales para la salud. La natural está causada por una reacción química provocada por las altas temperaturas o la luz solar a la que pueda ser sometido el alcohol etílico, esto explica, según los profesionales de la hostelería, que algunas marcas no sepan igual siempre.

Añadir agua en la botella suele ser la práctica más habitual a la hora de llevar a cabo esta práctica fraudulenta. No resulta excesivamente peligrosa para la salud, sin embargo, el garrafón, si hablamos de adulteración artificial con alcohol no destinado al consumo humano, puede incluso provocar ceguera y hasta la muerte. "La bebida de más calidad será menos tóxica y la de peor calidad más perjudicial, es de sentido común", señala el coordinador de trasplantes de Navarra, Juan José Unzué, preocupado con el alto nivel de consumo de alcohol entre los jóvenes y sus posibles repercusiones en forma de patologías hepáticas. "Pedimos responsabilidad a todos, entre ellos a los hosteleros: deben dar las bebidas como Dios manda y no inducir a consumir", pide. "Además, la cantidad es importante: beber un poco de vino en las comidas es bueno, pero si se trata de un litro de vino diario el hígado que debe eliminar el alcohol, dice "¡basta!", sobre todo si es un sumatorio de años", alerta.

José Manuel Zozaya, gastroenterólogo y hepatólogo del Hospital de Navarra, insiste en la importancia de la cantidad de alcohol ingerido a la hora de hablar del riesgo de sufrir enfermedades en el hígado. "Son los grados de alcohol consumidos al día y no la calidad de éste, lo que se tiene en cuenta para hablar de riesgo de toxicidad hepática. Hace unos 30 años, estudiábamos que 80 gramos de alcohol al día durante 10 años prácticamente aseguraban una cirrosis. Con el tiempo, esta cantidad se ha ido reduciendo y ahora se considera que entre 40 y 60 gramos al día, es decir, medio litro de vino, para los varones, y entre 20 y 40 gramos para las mujeres entrañan riesgo de enfermedad hepática crónica", avisa. "Al final lo que importa son los gramos de alcohol etílico, los estudios no dicen que la calidad de la bebida influya, es decir, no tienen en cuenta si el vino es de tetrabrick o un gran reserva, estas cuestiones tienen más que ver con el paladar", explica.

"Cuando un paciente viene a la consulta le pregunto: ¿bebe usted y si lo hace qué toma y cuánto?, pero no le pregunto por la calidad, es más nunca he oído ni en leído que importe la calidad cuando hablamos de riesgo hepático", subraya.

Zozaya si alerta, en cambio, sobre la peligrosidad del alcohol adulterado o del alcohol metílico. "Depende del tóxico y de cómo se metabolice, pero habrá que deducir que libera metabolitos más tóxicos, aunque también hay que tener en cuenta que la gente si toma garrafón lo hace un día porque luego no vuelve a ese bar".