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Cae al 1% la venta de alcohol de "garrafón", fraude que se da por erradicado en Navarra

la hostelería niega que se rellenen botellas y argumenta que hacerlo no resulta rentable Consumo no registra denuncias y Salud Pública no detecta alcohol adulterado aunque continúa habiendo quejas de clientes

Cae al 1% la venta de alcohol de "garrafón", fraude que se da por erradicado en NavarraD.N.

pamplona. ¿Existe el garrafón en Navarra? El sector de la hostelería, asociaciones de consumidores como la OCU y organismos dependientes del Gobierno foral como Salud Pública o Consumo confirman que esta actividad fraudulenta está erradicada, y en caso de que el reenvasado o rellenado de bebidas alcohólicas exista es de forma muy marginal, un 1% del alcohol que se sirve. Lo cierto es que hay cierta contradicción entre los datos que se desprenden de las intervenciones policiales o las medidas de control y los amplios rumores que circulan, especialmente entre los jóvenes consumidores. Pero un argumento parece irrefutable a la hora de apoyar la tesis de que los bares y restaurantes no dan gato por libre al cliente: no es rentable arriesgarse a servir un producto de menor calidad cuando el auténtico ya deja suficiente margen económico.

"Las propias marcas hicieron un análisis porque son las más interesadas en que no haya garrafón y concluyeron que era prácticamente inexistente. Hace años, cuando apenas había marcas, eran de importación y caras, podía existir, ahora ya no", explica el portavoz de la Asociación de Hostelería de Navarra, Nacho Calvo. "El garrafón ya no se da, ni se rellenan botellas ni los distribuidores venden diferentes calidades para un mismo producto en función de su destino, bien sean discotecas o hipermercados", coincide Marisol Casado, secretaria general de la asociación Navarra de la Pequeña Empresa de Hostelería (ANAPEH), sobre la posibilidad de que las propias distribuidoras vendan garrafón embotellado.

"piratas irresponsables" Calvo apunta al argumento económico para explicar la desaparición de este fraude. De una botella de whisky, ginebra, vodka o ron de entre 8 y 10 euros, lo que suelen costar las marcas más consumidas, se pueden obtener 10 vasos, que el hostelero cobra a unos seis euros cada uno, es decir, que puede llegar a obtener 60 euros por botella, entre 6 y 7, 5 veces el precio que pagó a su proveedor. "Lo que más margen deja es el alcohol. Allí donde hay hielo es donde más se gana, por eso no hay necesidad de dar garrafón. Sólo el tiempo que pierdes en rellenar o el riesgo que corres no compensa. Si lo hace alguien, será algún pirata irresponsable", asevera.

Casado, por su parte, insiste en los controles. "En Pamplona, por ejemplo, el Ayuntamiento pasa inspección de oficio y entre las cosas que mira están los precintos de las botellas", explica. "Lo último que hubo parecido al garrafón fue el pacharán. El casero, que en realidad era comprado, ya casi no se ve en los bares. Estos ahora ofrecen los de marca, con más garantías sanitarias y de comercialización", añade.

Entonces, ¿por qué se sigue rumoreando que en determinados establecimientos dan garrafón? La OCU aduce tres razones.

El fraude es ahora menor que hace unos años por las enormes cantidades destinadas por las marcas a combatirlo, dinero que ha logrado rebajarlo del 6% de los años 90 a un 1% en la actualidad, pero, según recuerda la organización, el consumidor no es un experto. El sentido del gusto se satura fácilmente y, una vez cargado, es imposible apreciar bien los sabores. El ambiente del local, el humo, un vaso mal aclarado, el tabaco (bloquea las papilas) o la alta graduación del propio alcohol pueden confundir el sentido del gusto y hacer creer que la bebida que se está tomando no es la misma de siempre. Por otro lado, según la OCU, la ingesta abusiva de alcohol de buena calidad produce unos trastornos del metabolismo que también origina resaca. Las náuseas, vómitos, dolores de cabeza, etc. del día siguiente pueden hacer pensar que se deben a un licor malo, cuando es muy probable que lo que ocurra es que el organismo no ha tolerado tanto alcohol, aunque fuera una cantidad relativamente moderada.

Estos argumentos no convencen a todos y no es difícil escuchar testimonios de consumidores y camareros que hablan de la utilización de jeringas y globos para rellenar botellas y de distribuidoras que venden alcohol de peor calidad a locales para jóvenes. Suspicacias quizás sostenidas en que ningún organismo público comprueba que lo que se sirve es realmente en los establecimientos es lo que aparece etiqueado.