estocolmo. El Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, premió ayer con el Premio Nobel de Medicina al científico británico Robert G. Edwards, "padre" del primer bebé probeta que, al desarrollar la terapia de fecundación in vitro en 1978, posibilitó una transformación radical en el tratamiento de la infertilidad.

Desde el nacimiento de la británica Louise Brown en 1978, unos cuatro millones de personas han nacido gracias a este método, que consiste en fecundar el óvulo fuera del cuerpo de la mujer e introducirlo luego en el útero.

Edwards (Manchester, 1925) comenzó a interesarse por la fertilización en la década de 1950, cuando estudiaba biología en la Universidad de Gales y luego en la de Edimburgo, donde se doctoró en 1955 con una tesis sobre el desarrollo de los embriones en ratones.

El proceso de fertilización in vitro había sido estudiado por primera vez en no mamíferos a mediados del siglo XIX, y casi un siglo después se demostró que óvulos de conejos madurados podían ser fertilizados con esa técnica y dar lugar a embriones.

proceso complejo Durante la primera parte del siglo XX, investigadores de medicina reproductiva discutían sobre cómo fecundar óvulos humanos, pero la complejidad del proceso y la insuficiencia tecnológica hacían que no se produjeran avances, hasta que apareció Edwards, primero en el Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres y luego en la Universidad de Cambridge, a la que sigue vinculado en la actualidad.

Edwards fue realizando descubrimientos significativos: reveló cómo maduran los óvulos humanos, qué hormonas regulan ese proceso, en qué fase son susceptibles de ser fertilizados por el esperma, y las condiciones en que éste tiene la capacidad de fertilizar.

Sus esfuerzos le permitieron fecundar por primera vez un óvulo humano en una probeta en 1969, aunque esos óvulos no se desarrollaban más allá de una división celular simple.

Edwards pensó que óvulos madurados en ovarios podrían funcionar mejor, pero el problema era que no existía un método conocido para extraer un número suficiente en la fase correcta.

Un artículo del ginecólogo Patrick Steptoe, fallecido en 1988, sobre la laparoscopia, una polémica técnica que permitía examinar los ovarios a través de instrumentos ópticos y de la que era uno de los pioneros, puso a Edwards sobre la pista correcta.

Ambos empezaron a trabajar juntos, y gracias al uso de esa técnica, Steptoe pudo sacar los óvulos de los ovarios y Edwards los fertilizó in vitro, formando con éxito embriones precoces.

Sus prometedores avances fueron frenados por las autoridades británicas, que le retiraron la financiación por cuestiones éticas, aunque pudieron seguir adelante gracias a donaciones privadas.

oposición política y ética La oposición por problemas éticos de políticos, líderes religiosos e incluso otros científicos fue una constante en esa etapa, pero no impidió que las investigaciones siguieran avanzando.

A comienzos de la década de 1970 empezaron a transferir embriones fecundados in vitro a los úteros, y tras un centenar de intentos frustrados por abortos y de eliminar el tratamiento hormonal suministrado a las mujeres, apostando en su lugar por confiar en el ciclo menstrual de las pacientes, llegó el éxito definitivo.

El primer "bebé probeta", Louise Brown, nació el 25 de julio de 1978, y con ella, una nueva era en la medicina, muy criticada por sectores eclesiásticos.

Edwards y Steptoe crearon luego en el Bourn Hall Clinic de Cambridge el primer centro para terapia de fecundación in vitro del mundo, donde se siguieron produciendo avances en los años siguientes y que sirvió de inspiración a muchos otros científicos.

La elección en Medicina abrió la ronda de ganadores de los Nobel, que seguirá hoy con el de Física, y continuará los próximos días, por este orden, con los de Química, Literatura, de la Paz y Economía.