El canario Francis Mendoza (Gáldar, 1974), ferretero de profesión, ha visitado Navarra invitados por Iñaki Goñi, de Aita Mari, explicando en Villava y Pamplona la labor de asistencia a migrantes que llegan a la isla de El Hierro en cayucos. Volvieron a su tierra percibiendo el “interés” que suscita su voluntariado. “Seguimos con esa fuerza y esas ganas de intentar ayudar”, afirma.

No terminamos de imaginar lo que supone una travesía por el mar, de cada vez más días.

–Nuestro trabajo voluntario en un CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros, al estar dentro de un recinto policial es invisible, y nosotros queremos hacerlo un poco visible.

Las llegadas ocupan seguramente más espacio informativo, pero nos quedamos en unas imágenes que parecen repetidas.

–Y ya no se sabe más de ello.

¿Qué se encuentran en el día a día?

–Un montón de personas, hombres, niños, mujeres, que con la travesía que hacen, de siete, ocho o nueve días, vienen destrozados. Hay un bulo que dicen que un barco los trae y los suelta. Eso yo no me lo creo por todo lo que he visto dentro del CATE. Son personas que se vienen por los problemas que tienen sus países, políticos o de guerra, y tienen que jugárselo a cara o cruz en el mar por llegar a una tierra que en teoría para ellos les va a dar todo lo que necesitan.

“Nuestro trabajo voluntario al estar dentro de un recinto policial es invisible, y nosotros queremos hacerlo un poco visible”

Ahora la inmigración se ha convertido en tema de agenda. Pero ustedes se encuentran con el relieve más humano y profundo de la cuestión.

–Correcto, y sobre todo por el modo en el que tienen que emigrar, los africanos se lo tienen que jugar a vida o muerte en un barco muy precario y a ver si llegan o no, lo hacen hacinados, a veces sin comida, se quedan sin gasolina, y un largo etcétera. No es la misma migración que la que viene por avión.

¿Cuáles son las patologías que más se encuentran?

–Vienen muy deshidratados, con la piel quemada, de estar tanto tiempo en los cayucos sentados, de 7 a 9 días sentados se produce el ‘pie de patera’, pues todos los líquidos del cuerpo van bajando hacia los pies.

¿Cuál es el itinerario que marca el Estado a estas personas?

–Cuando llegan a puerto les evalúa un equipo sanitario.A los que están peor directamente los llevan al hospital, los demás son trasladados al CATE, donde también hay sanitarios. Y nosotros al interactuar más con los migrantes a veces pedimos que vuelvan a evaluar a alguno. Los migrantes permanecen allí unas 72 horas. Y a partir de ese momento se van con Cruz Roja, que se encarga de irlos distribuyendo a otras organizaciones en Gran Canaria o Tenerife. Y de ahí esperan hasta que son llevados hacia la península.

En Corazón Naranja recibirán a más gente con ganas de ser voluntaria.

–Sí, nosotros comenzamos en octubre de 2022. Desde entonces hemos estado siempre 24/7 de forma voluntaria. Por nosotros han pasado unas 50.000 personas. Y además del grupo voluntario, hay personas que a lo mejor llegan de vacaciones a la isla y quieren hacer un voluntariado.

“Esas personas se juegan la vida en esos barcos, sabemos los que llegan, no los que no llegan, y vienen niños, niñas, bebés... buff, es muy fuerte”

¿Han tenido la posibilidad de reconectar con gente que atendieron?

–Sí, en persona o de forma telefónica, y hemos ido viendo sus pequeños progresos. Y unos están agilizando los papeles, otros ya los tienen y ya comienzan a trabajar.

Hombres y mujeres que con mafias o sin ellas hacen lo indecible para salir de sus países.

–Ellos allá lo estaban pasando muy mal, y estoy seguro que usted también lo haría y lo haría yo, si tuviéramos que pagar para intentar buscar una mejor vida. Esas personas se juegan la vida en esos barcos con el mar como está. Sabemos los que llegan, no los que no llegan. Y vienen niños, niñas, bebés... buff, es muy fuerte. Muchos adultos, casi el 90%, quieren seguir un camino a países de lengua francófona.