"Nunca voy a sentir una contracción, ni a parir ni a dar el pecho, lo que para mí es una desgracia porque me parece una experiencia única y, además, porque me interesaría vivirla por mi profesión". El pamplonés Iñaki López Armendáriz, de 33 años, es el único varón que ejerce como matrona en la sanidad navarra. Esta actividad cuenta en el Estado con 5.500 profesionales, de los que solo 605, el 11%, son hombres. Así pues, Navarra va con retraso en la incorporación de hombres a esta profesión, tradicionalmente feminizada. Precisamente por esta razón a este profesional le gusta presentarse con una fórmula que aún sorprende. "Hola, me llamo Iñaki y soy vuestra matrona".

Para serlo, Iñaki, que ahora trabaja en el Centro de Atención a la Mujer de Burlada, cursó Enfermería y posteriormente realizó en San Sebastián los dos años de especialidad en Ginecología y Obstetricia, es decir, como matrona. "¿Por qué elegí esta profesión? No hay tradición en mi familia, la vida me ha ido llevando y he acabado en este trabajo. No sentía especial atracción ni por la enfermería ni por la especialidad de matrona, pero entre las opciones que se me presentaron a los 18 años Enfermería me pareció la más adecuada, después me gustó, seguí y comencé a trabajar en ginecología y saqué la plaza". Ahora se declara satisfecho con su elección. "Hace un año y medio que acabé. Es una profesión que me llena, interesante y gratificante, aunque hay cosas del sistema que no funcionan como deberían, pero estoy realizado, feliz".

Según explica, cuando las mujeres descubren que les va a atender un hombre no suelen ponen reticencias, ni ellas ni sus parejas. Es un síntoma de que las cosas están cambiando. "Soy como una más, igual alguna mujer muestra sorpresa y me comenta: "¿Qué raro, te gusta?" Por las chapas que doy se ve que disfruto. Somos humanos y eso es lo primero. Si a la mujer le tratas bien, le informas, le explicas todo lo que vas a hacer... no hay problemas". "De hecho -interrumpe una compañera de Iñaki- muchas dicen que quieren repetir con él". Así ocurre en el caso de Begoña, una madre de 34 años atendida por Iñaki en dos ocasiones, antes y después de tener a su primer hijo. "Me sorprendió un poco que me atendiera un hombre porque no es lo habitual, pero tras la experiencia repetiría con él. A la primera visita fui con mi marido y salimos encantados. Es un profesional que se presta a que le preguntes y se explica muy bien. La atención fue estupenda, nos dedicó tiempo sin mirar el reloj".

los problemas

"Un hombre se negó a que atendiera a su mujer en el parto"

Aunque Iñaki nunca se ha sentido "diferente ni desplazado" por su condición de varón a veces se enfrenta inconvenientes laborales que atribuye cuestiones culturales. "Las mujeres de nuestro entorno están más acostumbradas a ser atendidas por hombres en la sanidad, pero he tenido pequeños problemas con algunas mujeres de origen árabe, aunque son ellos, sus maridos, los que ponen más reticencias". Aunque infrecuente, este tipo de resistencia a que un hombre ejerza como matrona la ha vivido tanto en consulta como en paritorios, donde las matronas ayudan durante el proceso de dilatación y asisten a la mujer. "En una ocasión en que me tocaba atender partos, un hombre se negó a que atendiera a su esposa. Hablamos con la jefa de la guardia, la única autorizada para cambiar de puesto a los trabajadores, y se informó a la pareja de que aquel era un servicio público, que yo estaba cualificado y que a su mujer le había tocado una habitación que yo atendía", recuerda. "A veces, si hay posibilidad, se hace un intercambio entre compañeros, pero aquel era un día de overbooking en partos y no fue posible -explica-. Él no quería que la explorase, ni siquiera me dejaba tocarle la tripa o escuchar al niño. Al final, como el turno terminaba en seguida, prácticamente no hice nada más que ponerle el monitor. Prefirieron esperar a que viniera mi compañera del turno siguiente".

Iñaki se felicita de que este tipo de situaciones no abunden. "En partos en más delicado que en consulta, puesto que aquí, salvo en la última, en la que se realiza una toma de cultivos a nivel vaginal, lo único que hay que hacer es destapar la tripa. Las matronas no hacemos ninguna exploración invasiva, casi todo consiste en dar información, así que en los centros de la mujer no suele haber problemas en este sentido", aclara. "Además, si una mujer no quiere que la atienda yo siempre le puedo pedir a una compañera que lo haga. No tengo problema en ofrecer otra opción si se puede, y si no se puede, no se puede", comenta.

el nombre

"Yo soy matrona y hablo de mí en femenino cuando trabajo"

Iñaki no tiene reparos en emplear la palabra matrona para referirse a su ocupación aunque el diccionario de la RAE siga definiendo este vocablo como "mujer especialmente autorizada para asistir a las parturientas". "Es más -precisa Iñaki, que porta una chapa en la que se lee matrona-, suelo se referirme a mí en femenino y digo "las mujeres sentimos" o "cuando tenemos contracciones", como si yo también las tuviera, para ser más cercano, aunque nunca vaya a sentir una contracción, ni a parir ni a dar el pecho". A juicio de Iñaki ser hombre no supone un impedimento para ejercer de matrona. "Limita un poco en cuanto a sensaciones y vivencias, pero intento suplir esta circunstancia con cercanía, información y buen trato, el que se merece todo el mundo y el que me gustaría que me dieran a mí si fuera al urólogo". "La mujer busca en la matrona apoyo tanto a nivel físico como psicológico en un momento nuevo de su vida y eso intento darles", comenta sobre su labor.

Frente a posibles objeciones propone un argumento irrefutable. "También hay muchas matronas que no tienen hijos, sin embargo, parece que en su caso choca menos oírles decir que las contracciones duelen y se les presuponen más conocimientos". Begoña coincide con él. "Iñaki no puede sentir de primera mano lo mismo que nosotras, pero tampoco una matrona sin hijos. Él está muy preparado y trabaja a través de su experiencia". "¿No hay hombres que ejercen como ginecólogos y mujeres andrólogas?", coincide Elisa, de 30 años, tras asistir a un curso de preparación al parto impartido por Iñaki. "Me pareció muy positivo que animara a los hombres a acompañar a sus parejas", destaca. Sobre el papel del hombre, Iñaki comenta: "Les invitamos a las clases, unos vienen, cada vez más, otros siempre ponen excusas y otros no pueden de verdad. Si para muchas mujeres es un mundo desconocido hasta el momento del embarazo, para los hombres ni te cuento".

Este profesional es partidario de que las comadronas atiendan toda la vida fértil de una mujer, también la salud reproductiva, como sucede en otras autonomías, y defiende la implicación de la mujer en su embarazo. "Conforme voy trabajando con mujeres me sorprende más que algunas no quieran ser partícipes de ello y prefieran estar anestesiadas, que no se informen ni tengan inquietud, que vivan el embarazo y el tener un hijo como una cosa más a cumplir en la vida porque sino "se me pasa el arroz"", expone. "Me parece algo bonito que sólo las mujeres pueden vivir y a mí, de forma egoísta, me gustaría sentir lo que sienten ellas porque nunca voy a poder hacerlo. Seguro que hay hombres que al leer esto piensan soy un moñas", comenta como humor tras declarar que le gustaría asistir a su pareja durante el embarazo y parto.