"El primer mes, quizá por la ilusión, sales de fiesta casi todos los días, pero no hay hígado que lo resista, ni dinero... y además hay que ir a clase", explica Maitane Itoiz, una estudiante de Informática de la Universidad Pública de Navarra, que ha pasado el último semestre en Turín, Italia, de Erasmus. Pero Maitane no sólo sale de fiesta. "Allí hay exámenes cada dos meses. No hay semestres, sino bimestres, por lo que estás siempre de exámenes", relata. Claro que el hecho de que haya exámenes no implica, necesariamente, que se estudie. "Te hacen trabajar bastante", matiza Maitane. "Aprobar es fácil en Italia, pero por eso valoran muchísimo las notas altas y si no tienes una matrícula de honor no sirve de casi nada. La gente incluso prefiere volver a presentarse cuando ha sacado un ocho".

¿Imaginan un estudiante de aquí rechazando un ocho? Parece poco probable. "A mí me dijo un profesor, en la corrección de un examen: "Te voy a poner mala nota, tienes un 7,5"". Maitane se lo quedó, por supuesto. Un notable es un notable.

Como Maitane, ayer se reunieron en el Edificio de El Sario muchos de los 323 estudiantes de la UPNA que están estudiando en el extranjero. Se celebró un acto de entrega de becas que contó con la participación del rector de la UPNA, Julio Lafuente López; el vicerrector de Estudiantes y relaciones internacionales, Javier Casalí Saríbar; y el presidente de Caja Rural de Navarra, José Luis Barriendo Antoñanzas.

Una oportunidad única

Ir a estudiar y volver con trabajo

Mikel Otxandorena tiene 23 años y ha ido un año completo a Francia, a París. El primer semestre estuvo terminando la carrera, cursando las últimas asignaturas. Este segundo realizará prácticas en una empresa de ventas por Internet. Las ha conseguido él, algo que tiene bastante mérito a tenor de que marchó a París sin conocer una palabra de francés y tuvo que ir a varias entrevistas para conseguir las prácticas. En seis meses se desenvuelve bastante bien. "Si me va bien me gustaría quedarme en Francia", reconoce. A pesar de las pequeñas desventajas que supone vivir allí.

"Echas mucho de menos la comida, yo los embutidos especialmente", afirma Mikel. Iñaki Iralde, compañero de carrera en la UPNA y que se marchó de Erasmus a Grenoble (una localidad francesa al pie de los Alpes de 150.000 habitantes), añade que "llegas a soñar con la nevera de casa". "A la vuelta me voy a llevar 15 kilos de embutidos", prosigue Mikel. Pero la carne no es lo peor. "No tienen ron", informa Iñaki. Trágico.

En Italia, Maitane ya ha asegurado que se estudia, que el mito del estudiante de Erasmus que no hace nada es falso. ¿Y en Francia? "Sí que se estudia- confirma Iñaki-, aquí eres uno más y tienes que estudiar como cualquier otro. Tiene una parte buena, porque aprendes, y una mala, porque oyes que los demás no hacen nada y se tocan las narices".

También le tocó hincar los codos a Mikel Elorz, otro estudiante de Informática de 20 años. Elorz no fue de beca Erasmus, cruzó el Atlántico mediante un convenio bilateral que le llevó a la universidad de Millersville, una pequeña ciudad universitaria de apenas 8.000 habitantes del Estado de Pennsylvania. "Me sentí como en una guardería", explicó Mikel. El hecho es que el sistema de estudio universitario en Estados Unidos es mucho más "continuo, con los profesores encima, mandándote muchos trabajos. Se trata de una evaluación más continua, en vez de hacer al final del semestre un examen gordo", comenta. "No es ni mejor, ni peor. Pero a mí me gusta más nuestro sistema", concluye.

que no falte la cerveza

Existen las fiestas americanas

Tomen nota. Por muy estrambóticas que parezcan las fiestas de las películas americanas, tipo American Pie y demás cintas adolescentes, existen. Aunque un poco rebajadas, eso sí. "Entrar en un bar si no tienes 21 años es imposible", explica Mikel Elorz. Por este motivo, quienes no llegan a estas edades tienen que montarse la juerga por su parte. "No son tan grandes como las de las películas, pero sí que compran los barriles de cerveza que haga falta y hacen la fiesta en una casa", relata Elorz.

En otros países, lo que queda claro es que los más fiesteros proceden de Navarra o del resto de Comunidades autonómicas. "En Italia todos los días hay una fiesta Erasmus, a la que podemos entrar gratis. Los italianos y los extranjeros se suelen ir para las dos y entonces sólo quedan los setecientos españoles de Erasmus en Turín. Incluso, cambian la música a partir de ese momento y suena pachangueo o música de aquí como Ska-p", asegura Maitane Itoiz.

Otro aspecto reseñable a la hora de salir es la diferencia de horario. "En Escocia (y en toda Europa) se sale de fiesta a partir de las ocho o nueve de la tarde, pero a las dos de la mañana cierran todos los bares y discotecas", relata Xabier Otano, un estudiante de Informática que está de Erasmus en Dundee, la cuarta ciudad más poblada de Escocia. Este horario tiene su lado bueno. "Empiezas antes y vuelves antes, así que puedes salir, dormir e ir a clase", afirma.

Sí, se liga más

Pero se puede ir con novia

Orgasmus le llaman algunos al programa Erasmus. ¿Es así? Pues sí y no. "Mentalidad Erasmus", lo denomina Maitane Itoiz. "Si quieres, ligas. Porque toda la gente va a lo mismo...", señala Paula Maisueche, que estudia Economía y fue de Erasmus a Suecia. Iñaki Iralde lo enfoca desde una perspectiva más filosófica. "Se sale más de fiesta, por lo que aumentan las posibilidades de ligar". Pura cuestión matemática. Ahora bien, igualmente señala que "la gente es más abierta y que al ir a un país nuevo, van con mayor predisposición de conocer gente".

¿Y los que van con novia? "Tendrán que superar algún momento de tentación...", ríe Iñaki, que añade que "mucha gente va con pareja" y la relación sigue adelante. Su amigo, Mikel Otxandarena, es un buen ejemplo de ello.

Los clichés se cumplen

Vagos y fiesteros

"Muy vagos, borrachos, impuntuales y fiesteros", esa es la imagen que Europa tiene de los estudiantes navarros y españoles, según explica Paula Maisueche. Los italianos, según Maitane Itoiz, son "kamikazes conduciendo" y los brasileños "los amos de la fiesta", afirma Otxandarena. Los turcos no beben y comen cosas raras y los norteafricanos son "muy majos". "Uno de ellos nos explicó por qué la poligamia es buena", recuerda Otxandorena. ¿Y por qué es buena? "Porque hay menos hombres que mujeres y no es justo que ninguna se quede sola, me dijo". En sus andanzas por el viejo continente, encontraron también muchos estudiantes asiáticos. "Reservados" y muy "trabajadores", son los adjetivos que mejor les describen. Al igual que los franceses, muy celosos de su intimidad.

Aunque no todos los clichés son ciertos, por supuesto. Quede como reflexión: los americanos, según explica Mikel Elorz, "no son tan ignorantes como pintan". "Muchos saben perfectamente dónde está España, Navarra e incluso conocen el conflicto vasco".

Eso sí, tienen sus peculiaridades. "A los 21 años no pueden beber, pero sí casarse, conducir un coche y tener un arma", concluye Elorz.