Montxo Armendáriz alerta de la "alarmante" cifra de abusos sexuales que la sociedad oculta
el cineasta navarro destaca el riesgo social de los "abusadores que han sido abusados"Los dos psicólogos que han asesorado en la película "No tengas miedo" advirtieron de las duras secuelas en los adultos
pamplona. De la experiencia acumulada durante año y medio en el que ha gestado la película No tengas miedo, que se estrenará esta primavera en Pamplona, y de su contacto con profesionales y víctimas de abusos sexuales en la infancia y en la adolescencia, el director navarro Montxo Armendáriz extrajo ayer cuatro grandes conclusiones: la cantidad "alarmante" de casos que existen en este país, la invisibilidad social entorno a un tema que sigue siendo "tabú", las "terribles" secuelas que dejan este tipo de violencia y que se manifiestan en diferentes patologías tanto psíquicas como físicas, así como la falta de programas de detección y prevención. Una película "dura" que pretende combatir el silencio de la sociedad contra un "horror" para el que lo vive, y un factor de "riesgo" para la sociedad a la hora de atajar la violencia sexista.
Armendáriz intervino ayer en Civican en la jornada sobre "Los abusos sociales en la infancia y la adolescencia: mitos y pautas para la prevención y su abordaje profesional", en la que defendió el cine como un instrumento para "dar a conocer y mejorar" la realidad en la que vivimos, buscando el tono adecuado para exponer un tema que se circunscribe al ámbito familiar, sin caer en "el morbo", sin hacer "moralina", pero a su vez mostrando en toda su dimensión la "dureza y horror" de esta "lacra social". Topó con la historia después de escuchar relatos de amigos psicólogos y terapeutas. En concreto, el detonante del film, dijo, fue el ingreso de una adolescente en un hospital y la sospecha de que fuera un caso de abuso sexual dado "el abanico de secuelas que presentaba esta joven y que realmente yo desconocía". "Quedé abrumado por la cantidad de casos que existen y que permanecen en silencio, o por el hecho de que sólo existan cuatro organizaciones de víctimas", expuso. También se topó con los "miedos y el sentido de culpabilidad de las víctimas".
especialistas Junto a Armendáriz participó el equipo profesional que le ha asesorado en el filme: Cristina Cortés Viniegra, posgrado en Psicología Evolutiva Infanto-Juvenil, y Francisco Javier Elcarte López, posgrado en Neuropsicología,especialistas en intervención con menores y personas adultas abusadas sexualmente desde el enfoque clínico EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), y miembros de diversas asociaciones científicas.
Según Armendáriz, de su contraste con profesionales se constata que el 99,9% de los abusadores y abusadoras han sido "abusados". Las personas que agreden, "les pongamos el calificativo que les pongamos", necesitan ser tratadas porque, de lo contrario, seguirán abusando "consciente o inconscientemente", indicó.
El director navarro fue crítico con la falta de programas de prevención y detección en el Estado español, a diferencia de lo que ocurre en países nórdicos y Estados Unidos, en menor medida. Falta de concienciación que no se entiende teniendo en cuenta la "lacra social" que genera. Depresiones, anorexias, dolencias, problemas de drogas y alcohol, ludopatías, problemas afectivos o trastornos "disociativos" esconden en muchos casos la presencia de abusos sexuales. Y un alto porcentaje las víctimas ni siquiera sabían que lo habían sufrido.
Así lo reconocieron también los dos psicólogos expertos que hablaron de procesos "congelados" durante la infancia, sobre todo cuando ocurren antes de los ocho años. Cristina Cortes expuso casos de niñas de cuatro, cinco y siete años, la mayoría de ellas adoptadas en Navarra, y que sufrieron abusos en la infancia (orfanatos, etcétera). En muchos casos el tema se revela más tarde, cuando son adultos, a través de conductas sexuales de riesgo, fracaso escolar, falta de capacidad de concentración...
minimizar el problema Por su parte, Javier Elcarte narró su experiencia con adultos "que son navarros" y que casi siempre "minimizan el problema en su cerebro o creen que fue puntual". "Personas absolutamente sólas y que luchan contra ellas mismas", indicó. Contó el caso de una chica de 25 años que había conocido "un chico bueno pero que no se excitaba, y no podía tener parejas; tenía problemas de cocaína y concentración, y tras varias sesiones se descubrió que fue abusada de los seis a los ocho años, y posteriormente recibió palizas hasta los 16". Destacó el doble trauma que supone el abuso y la negligencia efectiva de, en muchos casos, una "madre que no recoge esos sentimientos, que no es consciente de lo que ocurre" lo que produce una "desconexión emocional". Una situación que genera una "desestructuración de la personalidad", disociación entre lo que ocurre en su vida ordinaria y lo que siente, lo que vive todas las noches... "Un padre con el que come al mediodía y que luego la visita en su cama". Uno de los efectos más comunes de las víctimas es el sentimiento de culpabilidad, "se sienten sucias, que creen que su padre es un príncipe y que igual no es tan malo lo que hace...".
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