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"El contrabando siempre ha gozado en Navarra de cierta benignidad; no tiene la repercusión de otros delitos"

Está jubilado pero, como buen periodista, Huarte lleva la escritura en la sangre. Tras indagar sobre una historia que tenía en mente desde niño, un cuento sobre falsificación de billetes que resultó ser muy real, publica su obra 'Billetes falsos en Navarra (1917). Con epicentro en Aoiz y Nagore'

pamplona. Ha escrito miles de artículos periodísticos, pero este es su primer libro, al que califica como "una pequeña aportación a la historia menuda de Navarra". Después de muchas idas y venidas por diversos medios de comunicación, se jubiló hace 3 años como director del Servicio de Medios de Comunicación del Gobierno de Navarra. Hace unos días presentó su libro Billetes falsos en Navarra (1917). Con epicentro en Aoiz y Nagore, que se encuentra en las librerías de Pamplona, Aoiz y Sangüesa a un precio de 15 euros. Esta obra de 144 páginas editada por la Fundación Navarra Cultural, resume una causa judicial de 2.500 folios, dos vistas de juicio y la sentencia condenatoria por expedición de billetes falsos y falsificación de billetes en grado de tentativa. Como resultado, los cuatro procesados fueron condenados por intento de falsificación de billetes de 100 pesetas, y dos de ellos, además, por expedición de billetes falsos.

¿Qué tal lleva la jubilación?¿Demasiado tiempo libre?

Ahora que tengo tiempo, lo divido: hago un poco de archivo, doy un paseo y estoy con mis nietos. Se me va el día volando. Sin ese agobio y esa inmediatez de antes, de forma mucho más reposada y suave. Es más ventajoso este equilibrio.

Entonces, ¿prefiere la literatura al periodismo?

No, no. Todo tiene lo suyo. Lo que quiero decir es que a estas edades la inmediatez es una forma de pequeña esclavitud. Los medios tecnológicos requieren que la noticia esté lista al segundo. Es bonito, sí. Pero con mi edad no estamos para esos trotes.

¿Lo echa de menos?

La verdad es que siempre he estado contento con mi vida profesional, aunque ha habido momentos agridulces. Combiné mi trabajo de periodista en El Pensamiento Navarro con la corresponsalía de Europa Press durante toda la transición, un momento muy especial. A comienzos de los 80 dirigí la revista Acción Social Navarra, del movimiento cooperativo agrario, donde me dieron muchísima libertad. Me ha tocado de todo.

La idea de escribir sobre este tema surgió hace tiempo, ¿por qué?

Pues viene desde la infancia. Ya se sabe que la infancia es la patria de uno. De pequeño, con 8 o 10 años, escuché a mi tía contar la historia de los billetes falsos, y mi tía era una gran contadora de cuentos. Desde entonces siempre me he preguntado por el paradero de la fuente de información. Así que cuando comenzaron a catalogar todos los fondos, una llamada amiga me indicó que todo el sumario estaba en el juzgado de Aoiz. Pero nunca imaginé que esto, combinado con la prensa de la época, daría tanto de sí.

Sería la comidilla del pueblo en aquella época.

Fue una auténtica alarma social. Imagínate, un pueblo tan pequeño como Aoiz, y que ocurran estas cosas. Además, los entes pensantes eran el médico forense del pueblo de Aoiz y el alcalde de Nagore, un hombre muy popular y conocido por todos, Dámaso Policarpo Sagasti.

Por lo que dice, se ha puesto en el pellejo de un auténtico investigador.

No, no. Me lo he tomado con mucha calma y básicamente he tirado de sumario. De lo que sí me he dado cuenta es que es inevitable ponerte en el pellejo de las personas a las que estás investigando. Vas sintiendo sus dichas y desdichas y, sin querer, les coges simpatía, admiración e incluso comprensión. En mi caso, reconozco que esto me ha pasado con Sagasti. Es una persona que, con una formación de la escuela de pueblo, hace unas cartas, una letra y una caligrafía, que ya le gustaría ahora a muchos. Esto tiene mucho mérito, y más en aquellos años.

¿Ha despertado viejos recuerdos en la gente del pueblo con este libro?

Sí, sí. Algunos ya sabían que iba a hacer esto, y se ofrecieron para contarme más cosas. He revivido un poco el tema y sobre todo, he revivido el pueblo viejo.

¿Algún detractor?

No, porque además de que no queda ningún familiar directo en Navarra, no son sucesos vergonzantes. Si fuese así, no habría hecho un libro para mancillar la persona de nadie. En Navarra, el contrabando, especialmente entonces, siempre ha gozado de cierta benignidad. No tiene la misma repercusión social que otros delitos, aunque también esté penado.

Dice que el libro es como una larga crónica periodística, ¿qué significa?

Hay que resumir bastante, porque muchos de los testigos repiten los mismos testimonios. Siempre con la precaución del periodismo de contextualizar los hechos y no dar nada por supuesto. Me detengo a aclarar y explicar los conceptos que no todo el mundo tiene por qué saber, como por ejemplo, términos que aparecen en la propia sentencia.

¿Por qué eligió este tipo de narrativa?

Porque creo que, de cara al lector, resulta más comprensible que le cuenten la historia cronológicamente, y a ser posible explicándosela bien. Yo, como soy un devoto de los contextos, aprovecho para explicar quiénes eran algunos personajes, cómo funcionaban las cosas entonces... Cómo era Navarra en la zona del Pirineo en aquella época.

¿Ha disfrutado?

Mucho. Yo no pensaba ni publicar el libro, pero se me iba ensanchando, cada vez aparecían más detalles... Llegó un momento en el que me encontré con que tenía un pequeño libro entre manos.