Qerían un hijo y ahora tienen dos. Son los primeros niños nacidos en Navarra tras un fecundación in vitro en la sanidad pública. Los gemelos vinieron al mundo en diciembre, antes de tiempo, quizás porque eran tan deseados que ansiaban conocer a sus padres. La pareja, de 27 años, confió desde el principio en la Unidad de Reproducción del Complejo Hospitalario y el hecho de ser de las primeras en someterse a esta técnica en la sanidad pública no les generó inquietud, una circunstancia, la de ser pioneros, que la segunda pareja en tener descendencia en el mismo servicio, en su caso en enero, ve como un privilegio. "Nunca nos sentimos como de pruebas, al contrario, estamos orgullosos del trato profesional del doctor Jesús Zabaleta y su equipo", explican.
Vayamos con la primera de las dos historias. Ana y Fernando, nombres ficticios porque todos los protagonistas de esta aventura familiar, prefieren conservar el anonimato, intentaron tener hijos de formar natural durante dos años, al no lograrlo acudieron al centro de salud en busca de respuesta. "Nos derivaron a la Unidad de Reproducción. Allí nos hicieron pruebas y la conclusión fue que estábamos bien, pero que mis ovarios trabajan con lentitud. Me tuve que poner en tratamiento", explica Ana. Primero lo intentaron con una inseminación artificial, pero detuvieron el proceso al manifestarse algunos problemas y comenzaron con la fecundación in vitro tras un periodo de estimulación ovárica. "Me pinchaba en la tripa todos los días y cada tres debía ir al médico. A los 15 días me extrajeron óvulos y a los tres me implantaron los embriones, pero lo bueno es que al primer intento me quedé embarazada, a los cuatro meses de haber comenzado", recuerda mientras al fondo uno de los gemelos llora para reclamar la atención de su padre.
positivo La joven recuerda el instante crucial de una FIV. "A los 15 días me hice la prueba y me dio positivo. El momento de saber que estaba embarazada fue de felicidad. Me encontraba con mi hermana porque mi marido estaba trabajando. Le llamé inmediatamente, claro". Tan solo habían transcurrido cinco días cuando la buena noticia se convirtió en una mejor: eran dos los niños en camino. "Suelen implantar tres embriones, pero en mi caso fueron dos porque el tercero no estaba bien. En nuestras familias hay gemelos así que, además de por el tratamiento, podría haber sucedido por herencia familiar. La alegría ha sido doble aunque sea trabajo sea doble, pero sólo por mirarlos... Y si hubieran venido tres, contenta, y mi marido también".
La pareja destaca lo hermoso de la experiencia, pero no oculta la parte más dolorosa. "Saber que por fin íbamos a tener frutos es lo más positivo, pero también el cariño y comprensión entre nosotros. Si no habla, la pareja puede acabar mal. El mismo estrés hace que se esté mal, pero intentamos llevarlo lo mejor posible. Además, para la mujer es más complicado y necesita que la entiendan porque los tratamientos te alteran bastante", puntualiza Ana, quien describe cómo los momentos de incertidumbre salpican su historia. "Querer quedarnos embarazados y no conseguirlo nos preocupaba porque temíamos no poder tener hijos. Nos agobiamos bastante, pero al comprobar que no había problemas todo cambió,. No obstante, es un proceso duro. Tienes ganas de quedarte en estado, pero las mismas ganas y la obsesión puede impedirlo porque en nuestro caso no había ningún problema físico. Lo pasas mal. Lo intentas, esta vez, no, la siguiente y la siguiente... A lo mejor, si hubiéramos estado más relajados puede que me hubiera quedado embarazada sin tratamiento, pero no queríamos esperar más...".
Con los gemelos ya en casa, Ana y Fernando no descartan aumentar la familia. "En el momento de la cesárea lo pasé mal y no quería tener más hijos, pero cuando se pasa el malestar y los ves tienes esa recompensa. No me importaría tener más, aunque de momento con dos me vale. Incluso existe la posibilidad de quedarme de forma natural", comenta ella.
Se sienten muy bien tratados en la Unidad de Reproducción, un servicio que estrenaron ellos. Han estado pendientes de mí, lo explican y controlan todo, eso sí, incluso con su apoyo, el miedo ante lo que puede pasar no se te quita, pero al final todo merece la pena porque consigues lo que quieres", expone Ana.
La pareja ha optado por la discreción sobre el origen de los niños. "Solo sabemos lo de la in vitro nosotros y mi hermana. No queremos que se entere nadie. Puede que de haber habido algún problema lo hubiéramos comentado, pero ha salido bien y ya está. Lo hemos hecho así, sobre todo, por los padres, para que no se preocuparan", explican Ana y Fernando, quienes no han pensado aún en sí algún día explicaran a los gemelos el sacrificado ahínco de sus padres para concebirlos.
sacrificio Sandra y Carlos tienen 38 años y decidieron tener un hijo hace dos. Al año de intentarlo sin éxito acudieron a una clínica privada para conocer la fecundación in vitro, pero al no poder pagar el coste optaron por la sanidad pública. "El gran equipo de FIV del Servicio Navarro, con el doctor Zabaleta al frente, nos llamó para comenzar un tratamiento y fuimos tratados con muchísimo cariño y comprensión", destacan.
Una obstrucción de trompas impedía el embarazo de forma natural y no tuvieron duda en recurrir a la FIV. "Lo importante es llegar a un fin, que es la felicidad de nuestra familia y moralmente no fue un impedimento sino una esperanza muy grande, aparte habíamos oído hablar muy bien del doctor Zabaleta", explican. La pareja decidió no compartir con la familia su elección. "Es algo muy personal, cada uno tiene una opinión muy diferente sobre al vida y podría influir mal o agobiar", argumentan.
Sandra y Carlos apenas que tuvieron que esperar para ver cómo arrancaba el tratamiento que culminaría su anhelo. "Fue algo casi inesperado, ya que sabemos por otros lugares las listas de espera que hay, pero eso sí -admiten- fue un proceso con sus pequeños sacrificios y esfuerzos". Para ellos, la espera y la incertidumbre resultaron duras, "pero aun así el amor de una pareja debe ser compensado con lo más bello de esta vida, un hijo". ¿Su mejor recuerdo? No tienen duda. "Ver por primera vez a nuestra hija sana". Aunque es temprano, la pareja, que quiso que el doctor Zabaleta asistiera el parto, ya está hablando de intentar tener un segundo hijo, "y si llega será otra felicidad nueva en nuestras vidas".
Sandra y Carlos defienden esta técnica de reproducción frente a sus críticos. "Muchos dirán es algo antinatural, pero tampoco es natural tratar con radiación un cuerpo para curar un cáncer y sin embargo salva vidas y hace felices a muchos que vuelven a tener una segunda oportunidad". "¿Por qué entonces no se ve bien la FIV cuando es también un tratamiento para dar la vida -se preguntan-. No importa la manera, importa el motivo del amor y su mayor acometido, dar amor a una nueva vida, por que lo que si tiene nuestra hija garantizado es el amor de sus padres".