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¡Este año toca!

olímpicos y únicos, 373 navarros bisiestos celebran hoy su gran día, el 29 de febrero, olvidado en el calendario los últimos 4 años

¡Este año toca!

LLEVAN cuatro años esperando este momento. Hoy suman velas 373 olímpicos navarros. No porque las Olimpiadas se organicen siempre en bisiesto, sino porque aguantar el capricho de los Césares, cargar con la responsabilidad de ajustar el calendario para que en agosto no nieve y sumar velas a la tarta sólo cada cuatro años, merece una medalla.

José Manuel Ubarrechena declararía el 29 de febrero fiesta nacional. Su propuesta, hasta ahora, no ha conseguido el suficiente respaldo, pero que hoy sea miércoles y laboral no impide que Ubarrechena, hostelero donostiarra y presidente del Club Mundial de los Bisiestos desde que lo fundó hace 16 años, se tome la jornada libre para celebrar su gran día en compañía de unos 80 compis de calendario procedentes de Cataluña, Valencia, Navarra, Bilbao y Gipuzkoa. Se siente especial, ya que es de los pocos que puede presumir de cumplir 76 primaveras en su 19 cumpleaños. "Si no cae en 29, no hay celebración, no porque no quiera, sino porque no puedo. El 1 de marzo es tarde y el 28 todavía no he llegado", indicó el hostelero.

La historia protagonizada por Juan Manuel se remonta a 1996. Cansado de no conocer ningún otro tocayo de cumpleaños, decidió poner un anuncio en el periódico: se buscan bisiestos. En 24 horas aparecieron 60, y visto el éxito, preparó otros 500.000 impresos en cinco idiomas que publicó en medios de medio mundo. Así consiguió llegar a los 2.000 socios con los que cuenta hoy en día. Esta aventura la ha llevado a cabo "solo" y por eso, ahora, le preocupa "el futuro del club", certificado por el Libro Guinness de los Récords como "el único club en el mundo de bisiestos". Está en busca de un vicepresidente desde que lo fundó, "pero nadie parece querer ayudar". Por eso, cuando hoy llegue el momento de soplar velas, tiene claro cuál será su deseo: "Que el próximo 2016, año bisiesto en el que San Sebastián será capital europea de la cultura, esta ciudad se convierta en txoko de los 5.000.000 de bisiestos de todo el mundo. Con eso, me quedaba ya tranquilo y todo mi esfuerzo quedaría compensado", afirma Ubarrechena.

El pamplonés Arturo Ayerra Aristu hoy tendrá que trabajar como "cualquier día normal", a pesar de que cumple 8 años bisiestos y cotizar a la seguridad social a esas edades está prohibido. Él si celebra su cumpleaños aunque su día se pierda en el calendario. "Siempre el sábado, caiga como caiga", explica entre risas. "Mi madre me decía que lo celebrase el 1 porque el 28 todavía no había nacido, y yo le contestaba que marzo ya no era mi mes. Aunque la gente me felicita cuando quiere, así que me pegó dos días colgado al teléfono".

La cumpleañera María Goñi Arranz hoy suma 7 años bisiestos y 28 primaveras. Cuando el 29 no acompaña, ella procura celebrarlo el 1 de marzo porque "el 28 todavía es pronto", aunque no todos siguen esta norma. "Algunos me felicitan el 28, otros el 1, y hay quienes que, con la excusa de no poder apuntarlo en la agenda, se despistan y se alargan durante toda la semana", indica María, que reconoce que hoy siente este día de manera especial. "Hace cuatro veces más ilusión", explica la navarra.

l ¿Por qué existe? El año bisiesto existe porque la duración del año astronómico (el tiempo que tarda la Tierra en completar una vuelta de su órbita alrededor del Sol) no es de 365 días, sino de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, aunque se redondea en 365 días y 6 horas (es decir, 365 días y un cuarto). Así, cada cuatro años, se acumula un día entero que se añade al calendario en febrero.

l ¿Quién lo inventó? El 29 de febrero existe por capricho del emperador Julio César. Tras medir lo que tarda la Tierra en dar la vuelta alrededor del Sol, descubrió que su calendario acumulaba 87 días de retraso porque no se habían tenido en cuenta las 6 horas extra que se acumulan cada año. Para solucionarlo, decidió que el 45 a.C durase 450 días, recuperando el tiempo perdido. Un año después, en el 46 a.C., se instauró el calendario Juliano, y la duración del año pasó a ser de 365 días y 6 horas. Para no volver a perder días, se adoptó la norma de añadir cada cuatro años un día al joven febrero.

l Excepción a la norma. En 1582, el Papa Gregorio XIII, para corregir la diferencia que suponía redondear la duración del año de rotación en 365 días y 6 horas, añadiendo extras 11 minutos y 14 segundos, decidió eliminar tres años bisiestos cada cuatro siglos. Para ello, estableció una regla: un año será bisiesto cada cuatro años si éste puede ser dividido por 4, pero dejarán de ser bisiestos los años terminados en dos ceros (los finales de siglo), que no se puedan dividir por 400. Por este motivo el 2000 fue año bisiesto pero no lo será el año 2100. Así nació el calendario gregoriano, vigente en la actualidad.

l Si no existiera el bisiesto. Tres veces a lo largo de la historia ha habido un 30 de febrero. Suecia, en 1712, estableció dos días bisiestos para ajustar su calendario con el calendario juliano. Por su parte, la Unión Soviética en 1929, introdujo un calendario revolucionario durante dos años en el que cada mes tenía 30 días y los cinco o seis días restantes eran fiestas que no pertenecían a ningún mes.

l Año bisiesto, año siniestro. Multitud de refranes recuerdan que, según la tradición popular, los años bisiestos están asociados con la fatalidad. Los mitos y creencias respecto a lo que se podría suscitar el 29 de febrero tienen sus orígenes en la cultura romana. Febrero, según su tradición, era el mes de los muertos y del dolor en los tiempos del Imperio, por lo que añadir un día a este mes, significaba aumentar la agonía. Para los romanos, esta creencia era tan férrea que las puertas de los templos permanecían cerradas, nadie se casaba ni quería salir de sus hogares, pas ando largas jornadas de encierro para evitar situaciones difíciles. Hay que reconocer que diversos episodios desafortunados tuvieron lugar en años bisiestos. Cuatro de las huelgas generales más grandes de España ocurrieron en bisiesto (1916, 1936, 1976 y 1988), comenzó la guerra de Irak e Irán (1980), se hundió el Titanic (1912), comenzó la Guerra Civil Española (1936) o se abrió el campo de concentración de Auschwitz (1940). Pero que un año bisiesto sea especialmente malo no está demostrado, y la realidad es que todos los años ocurren desgracias.