De aquella experiencia, que fue publicada en diferentes medios escritos, y que les valió el premio Manos Unidas de Periodismo en 2010, nació Mineritos.org un proyecto solidario que ha servido para financiar una escuela en el Cerro Rico Potosí. "Nuestras ganas de transformar el reportaje en algo útil y el impulso de amigos, familiares y lectores, hizo que surgiese la web www.mineritos.org. Con ella conseguimos encauzar las ganas e ilusión de la gente y el dinero hacia Bolivia", resume Dani Burgui, también colaborador de DIARIO DE NOTICIAS.

La Universidad de Navarra otorgará este jueves el premio SolidariUN a Mineritos.org, que según asevera el periodista chantreano, "no es una ONG. Tampoco es una asociación, ni una fundación ni siquiera es una campaña. Es simplemente una página web que pretende divulgar la realidad de unos menores que ven vulnerados algunos de sus derechos más fundamentales".

Mineritos.org colabora con la ONG Voces Libres, que construyó y gestiona la Escuela Robertito, la única que funciona en todo el sector minero del Cerro Rico de Potosí (Bolivia). Allí, "en laderas peladas a más de 4.000 metros, azotadas por el viento y el frío del altiplano atiende a unos 60 o 70 niños y niñas, a quienes ayuda con la educación, con las necesidades básicas de alimentación, higiene y salud, y con una tarea de prevención del trabajo infantil minero".

Tras ser conocedores de que la escuela afrontaba 2011 sin tener garantizada su financiación, Ander Izagirre y el propio Dani Burgui, junto a la escritora guipuzcoana Eider Elizegi, se comprometieron a recabar los 7.499 euros necesarios. Para llevarlo a cabo, crearon Mineritos.org. "A mediados de 2011 ya teníamos incluso un poquito más del dinero necesario. Recibimos aportaciones anónimas y también hubo colectas populares". Ese dinero ha servido para distribuir material escolar a más de 60 alumnos y alumnas; para comprar instrumentos musicales y de pintura para que "la escuela sea un lugar de expresión y de terapia"; para crear una biblioteca que sirva "para incitar la curiosidad de los niños y romper así con la falta de perspectivas de la marginalidad"; para desarrollar una educación para la higiene, ya que "la escuela es el único lugar que permite a los alumnos asearse"; y para realizar un apoyo alimentario y distribuir zapatos. "Debido a la miseria extrema, la mayoría de los niños llegan a la escuela descalzos y sin comer. La malnutrición infantil alcanza tasas del 77% en el Cerro Rico y en edades tempranas causa muertes. Por encima de los 4.000 metros, las temperaturas bajan de cero a menudo y los menores no tienen más que zapatillas de esparto o chancletas", explica Burgui.

en el seno del cerro potosí La Escuela Robertito nació en 2007 gracias al trabajo conjunto de la asociación Voces Libres y de la comunidad del Cerro, en particular de las mamás de la zona, que se movilizaron para la construcción del edificio, desde los cimientos hasta el tejado. "Sin la escuela, la mayoría de los niños estarían privados de la educación. Por la mañana reciben clases y almuerzan, y por la tarde se benefician de apoyo escolar. Es también un lugar de reuniones comunitarias y de los diferentes programas ofrecidos por Voces Libres: salud, apoyo social y jurídico, talleres de sensibilización a la violencia, a los derechos humanos o reuniones de los programas de microcréditos para que las familias pongan en marcha pequeños negocios".

La mayoría de los mineros bolivianos padece hoy peores condiciones que hace un siglo. Con tecnologías muy rudimentarias, sin seguridad ni ventilación, sin explotaciones planificadas, trabajan de manera artesanal en el interior de galerías muy peligrosas, en las que son frecuentes los derrumbes, los gases tóxicos o las polvaredas que acaban produciendo silicosis. Los mineros de Potosí, que rascan estaño y plata para obtener unos salarios de mera supervivencia, no suelen vivir más de 40 años. Muchas familias mineras, a menudo las viudas con los huérfanos, se hacinan en casetas de adobe destartaladas, en la misma entrada de las bocaminas, en las laderas inhóspitas del Cerro Rico de Potosí. Sin electricidad ni agua corriente, están a merced del frío, del hambre, de las enfermedades y la contaminación de la mina. Los niños crecen en un entorno muy duro y, para colaborar con la supervivencia de la familia, corren el riesgo de incorporarse al trabajo minero desde edades muy tempranas. "Por eso resulta crucial un centro que les facilite unos servicios básicos de alimentación y salud y les ofrezca por medio de la educación un camino para formarse y buscar otros modos de vida", asegura Burgui.

Debido a la buena acogida de la iniciativa, sus impulsores han decidido continuar recabando fondos para la Escuela Robertito también este año. "Nosotros no tenemos ningún mérito ni queremos colgarnos medallas por nada. Sí estamos contentos y satisfechos por la gente que ha colaborado y se ha implicado. Nosotros mismos tenemos la inquietud de si ponemos un parche donde harían falta soluciones más profundas, pero al final concluimos que si a la silla le faltan las cuatro patas, nosotros intentamos ponerle una. A algo ayudamos", concluye Burgui.