FORMABAN un clan que arrasaba por donde pasaba. Se dedicaban a todo tipo de actividades delictivas, aunque en Tierra Estella y Álava eran ampliamente conocidos por desvalijar máquinas tragaperras. De hecho, en abril de 2009 se detuvo a dos de estos ciudadanos rumanos, Daniel P. y George B., al cometer en Lodosa un robo con fuerza en un establecimiento. La Guardia Civil decidió entonces vigilar sus movimientos a través de sus teléfonos móviles. En una de esas interceptaciones gritaron eureka. Daniel P. contactaba con Ionel B., otro delincuente habitual que residía en Vitoria, y con su novia, Iona T. Esta trabajaba en un club de la capital alavesa y merced al pinchazo telefónico pudieron comprobar cómo esta mujer contactaba el 4 de junio de 2009 con su novio y otro varón, Marcel F., para decirles que en el club "había una persona de edad que llevaba mucho dinero y que se dieran prisa por llegar". Ionel y Marcel tardaron en 20 minutos en llegar al club, Ioana les indicó quién era la persona adinerada, así que esperaron a que este hombre saliera del club y se montara en su vehículo. Le siguieron hasta su domicilio, y antes de entrar al mismo le golpearon en la cabeza, le quitaron la cartera y un sobre con 2.428 euros. El herido tardó 89 días en curar de sus lesiones.
Un mes después, Florin U. contactó con Ionel y le manifestó que había una mujer que tenía su marido en la cárcel y que la culpa de ello "la habían tenido dos putas y un hombre", y que ofrecía "20.000 euros para partirles los pies". Asimismo le dijo que le enseñaría fotografías, le daría direcciones y cualquier otro dato para llegar a las personas a las que había que agredir. El propio Ionel telefoneó a la interesada en contratar a los agresores. Se trataba de María B., otra rumana, que le decía por teléfono que "que no pretendía que los matara, pero que les dejara con alguna minusvalía porque quería vengarse". Este encargo no se realizó finalmente, pero sirvió para que María B, fuera ayer la única acusada sentada en el banquillo en la Audiencia Provincial. Negó todo lo escrito anteriormente, que es el relato de la Fiscalía. Incluso negó que tuviera marido. Sin embargo, su teléfono era el que interceptaron los agentes y en su declaración al ser detenida sí reconoció que estaba casada y que su marido estaba en prisión. El resto de acusados están en rebeldía y se declaró su busca y captura. De momento, la fiscal pide para la procesada pena de prisión por conspiración y lesiones. Como último delito, Florin U., que trabajaba en una finca de Ciudad Real, decidió tambien contactar con Ionel B. con objeto de estafar al jefe de Florin. Pretendían copiarle las tarjetas bancarias y justo antes de conseguirlo fueron arrestados.