"No tengo miedo a volver a caer. Me tengo miedo a mí mismo"
Con 18 años le diagnosticaron trastorno bipolar y, desde entonces, ha convivido con él. Ahora, con 37, ha logrado dominar su vida
PAMPLONA. La historia de Sergio Saldaña comienza cuando en los años 90 le diagnostican trastorno bipolar. Coincidiendo con su época universitaria sufrió la peor fase de la enfermedad, cuando esta le controlaba a él. Ahora es él quien la controla gracias a la perseverancia, el autocontrol, el tratamiento médico y el gran apoyo familiar. Un mes después de ser padre se enfrenta a un nuevo reto: contar su historia, abrirse al mundo y lanzar un grito de optimismo a través de su obra.
¿Tenía necesidad de contar su experiencia? ¿Le ha servido como terapia?
Yo escribo habitualmente y a veces es cierto que lo hago como terapia. Y sí, realmente me ha servido como algo terapéutico. Tenía necesidad de contar, sensibilizar y dar salida. Lo he escrito porque creo que tengo una historia que contar. El momento vital en el que estaba, estando estable y a punto de ser padre. Era lo que necesitaba y me impulsó a cambiar de ciclo. Cuando escribí sentí el rechazo de un profesional sanitario y me impulsó a plasmar lo que sentía. Hay baches malos, pero con humor y con amor todo es más fácil.
¿Cómo ve la sociedad el trastorno bipolar?
Las generalizaciones no suelen ser acertadas. La sociedad, la que yo vivo, lo toma con mucho desconocimiento, eso es básico y fundamental incluso en mi entorno, entre quien cree que sabe en qué consiste por referencia de personas famosas o notorias. Otros sentimientos son el rechazo, el miedo, la precaución, la prevención... Y en muchas ocasiones, por suerte para mí, también solidaridad, ganas de ayudar... Socialmente hay un desconocimiento muy grande que estigmatiza.
En la sociedad está muy desvirtuada la palabra y en muchas ocasiones se utiliza en tono despectivo o incluso jocoso. ¿Cómo afecta a quien lo sufre?
A veces se utiliza de modo despectivo, como dices. Al final estás loco y es un insulto, algo despectivo. Duele, escuece y, en muchas ocasiones, pasas olímpicamente. Sabemos lo que conlleva, es fruto del desconocimiento.
¿Es difícil convivir con este trastorno?
Ha sido muy difícil, sobre todo después del diagnóstico. El proceso de negación fue largo, te estoy hablando de años, casi un lustro. Yo no quería estar enfermo, yo no quería tener esa enfermedad. Es un rasgo de mi carácter, que no puedo estar enfermo. Me ha impedido hacer muchas cosas pero, por otro lado, me ha permitido conocer a personas maravillosas. Me voy siempre a lo positivo. Sé que me he perdido cosas, y sé que he hecho cosas mal, demasiadas cosas. En momentos de euforia se me ha ido la mano malamente y ahora empiezo a tener la sensación de que vas dominando, vas pudiendo abordar aspectos que son normales en mi generación. No obstante, en el día a día hay tropiezos que te lo hacen difícil.
¿Cuándo le diagnosticaron el trastorno bipolar? ¿Fue una época difícil?
Me diagnosticaron con 18 años. Entre los 18 y 22, la época universitaria, fue lo peor, lo que me resultó más complicado. Luego hubo momentos duros, pero en aquella época era enlazar una tras otra, periodos de exámenes de estar en casa, en mi habitación. Estudié Ingeniería Técnica Agrícola en la UPNA y, aparte de que no me gustaba mucho, no la he acabado. Al final es un trapo de vida que es cañero y yo no fui capaz. El diagnóstico me superó, la enfermedad me superó y hacerme al tratamiento me superó. En aquella época él me controlaba a mí. Ahora le controlo yo a él.
¿Es difícil seguir el tratamiento?
Hoy te diría que no. Hace 15 años te diría que es prácticamente imposible (responde entre risas). La costumbre, la norma, el tiempo que va pasando y la madurez personal ayudan también en ese aspecto. El tratamiento no es la única pata del banco. Puedes seguir el tratamiento rígidamente, con suplementos que te recetan, pero si no hay un trabajo personal como segunda pata, en el que te tienes que controlar tú, es imposible. Tienes que verte a ti mismo y saber decir "no, hoy he dormido poco, creo que es mejor quedarme en casa". Y después de estar una y otra noche sin dormir, hay que ser capaz de llamar a tu psiquiatra. Ese pilar es fundamental y luego si se tiene una familia y unos amigos que te apoyan, que se convierten en una tercera pata, se llega más lejos.
¿Le da miedo poder volver a perder el control?
Miedo no. No tengo miedo a tener una recaída. Me tengo miedo a mí mismo. Sé que va a volver a ocurrir. Sé que en equis meses, años, va a volver a pasar. Confío en la experiencia que he tenido, en el aprendizaje y en las vueltas que le he dado para poder llegar a detectarlo cada vez antes y atenuar ese pico en lo máximo posible.
En el libro va narrando su experiencia con la enfermedad, desde que se la diagnostican, e incluye los momentos de picos de euforia y depresión. ¿Podría ser el resumen de su lucha con la enfermedad?
No están todos, por supuesto.En el libro, lo que está, es; pero no está todo lo que he cometido. La idea es hacer un libro más o menos breve, que atraiga a todo el mundo y llegue a un público que no sea muy sesudo. No quiero irme por las ramas. Sí que creo que en los años previos al diagnóstico hubo síntomas. Con 15 o 16 años ocurrieron una serie de cosas que hicieron de desencadenante. Como dice el doctor Madoz, siempre hay algo que desencadena el trastorno, y en mi caso opinamos que fue eso, que me cambió la vida a nivel biológico. Lo cuento con detalle en el libro. Esta es mi historia, una historia propia, la historia que tengo con mi trastorno bipolar. No tiene por qué verse reflejado nadie porque tengo mi propia historia, y cada uno tiene la suya.