Bermeo. El 11 de abril de 2013 quedará marcado en el calendario de los bermeotarras como una jornada negra. Una noche en el que tres calles del corazón de Bermeo se vieron convertidas en un infierno en el que el fuego superó con creces los doce metros de altura y se dejó ver a kilómetros de distancia. La localidad arrantzale amaneció ayer envuelta en humo y cenizas después de una madrugada en la que las llamas recorrieron su casco antiguo, saltando de tejado en tejado empujadas por el viento. Como consecuencia, tres edificios se vinieron abajo.
Los hogares de 35 familias se convirtieron en escombros incandescentes en el mayor incendio urbano que se recuerda en los últimos treinta años en Bizkaia. Una tragedia que ha dejado sin hogar a setenta personas y obligó a desalojar a más de un centenar de vecinos de otros tres inmuebles gravemente dañados. Además, otros dos edificios, entre ellos el Ayuntamiento, se vieron también afectados. A pesar de las dantescas imágenes nadie resultó herido, más allá de las lesiones y las quemaduras leves sufridas por tres bomberos y dos agentes de la Policía Local y de la Ertzaintza.
Bermeo dormía cuando comenzó el drama. Eran las 4.00 de la madrugada de una noche calurosa y con un incesante viento sur. El fuego se originó en el número 23 de la calle Nardiz'tar Jon. Por el momento, se desconoce el origen del siniestro, aunque los técnicos barajan la hipótesis de un posible cortocircuito, bien en una de las viviendas del edificio deshabitado, bien en el bar ubicado en la lonja. Las llamas crecieron rápidamente por el inmueble abandonado, el viento ejerció de combustible y el propio casco viejo -con calles estrechas y edificios con estructuras de madera interconectadas entre sí- hicieron el resto.
Las pavesas y los escombros en llamas alcanzaron los edificios colindantes impulsados por algunas explosiones, según indicaron los vecinos. El fuego se extendió a los número 18 y 20 que, pasto de las llamas, también se derrumbaron. Por su parte, los portales 15, 16, 17 y 19 de la misma calle quedaron seriamente afectados, por lo que no se descarta su demolición. Asimismo, el número 13 se vio parcialmente dañado, al igual que la cubierta del edificio consistorial que, a pesar de estar situado a unos 500 metros del epicentro del incendio, fue alcanzado por una de las brasas que llegó empujada por el viento.
El viento del sur fue uno de los obstáculos principales a los que se enfrentaron los más de sesenta bomberos de los ocho parques de la Diputación de Bizkaia. Otra dificultad fue el acceso al lugar para las más de 25 dotaciones, entre ellas una escala articulada cedida por los bomberos de Bilbao, que participaron en la extinción. "Cuando pensábamos que el fuego estaba controlado, venía una ráfaga que lo expandía", matizaron desde Protección Civil.
A última hora de la tarde de ayer el incendio quedó totalmente controlado, con la ayuda también de las lluvia que cayó a partir del mediodía. Aún así, los bomberos continuaron trabajando toda la noche y seguirán hoy para enfriar los rescoldos y evitar que se reavive el fuego. "Las brasas se mantienen encendidas durante días en el interior de las vigas, las traviesas y los tejados. Solo hace falta un poco de viento para que vuelvan a arder. De ahí la importancia de que los bomberos continúen refrescando la zona", explicaron.
Una vez sofocados los rescoldos, cuatro equipos técnicos, compuestos por arquitectos, aparejadores y otros expertos, entrarán en la zona, dividida en cuadrantes, para inspeccionar los edificios y sus estructuras.