pamplona - El presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González, informó ayer de que van a acudir a la Fiscalía General del Estado para que actúe contra el oficio de las doulas porque, según afirmó, atienden partos sin titulación oficial, ponen en riesgo la salud de la madre y del bebé y porque, incluso, algunas realizan prácticas “de secta canibalista”.
En el Informe Doulas, elaborado por el Consejo durante tres años, avisa de que la labor que realizan estas “falsas expertas en la maternidad” pone en riesgo la salud de la madre y del bebé. “Este informe en contra de las doulas no tiene una base científica y trata a las embarazadas como personas sin capacidad de decisión, donde las doulas parecemos brujas que intentamos convencerles de algo malo”, indicó Amaia Zoroquiáin, doula de Navarra.
Actualmente en España hay 547 doulas, un oficio que, según informó González, no está reconocido ni amparado por la ley y que llega a vulnerar hasta ocho competencias generales de las matronas. De hecho, González alertó de que los únicos requisitos para acceder a los cursillos para ser doula son ser mujer, haber dado a luz un niño y pagar “más de 2.000 euros”. Sobre la formación, la doula Amaia Zoroquiáin indicó: “Es cierto que nosotras no tenemos ningún título, tenemos un papel por hacer el curso que no está avalado por el Estado”.
En este sentido, el informe acusa a las doulas de “falsas expertas de la maternidad”, a lo que Zoroquiáin responde: “Yo no me considero una experta en maternidad, pero nosotras existimos porque hay una demanda de la figura de la doula por falta de matronas”.
Según el presidente del Consejo, Máximo González, el problema es que, además de los elevados precios, la labor de las doulas puede suponer un “grave problema” para la salud de la madre y del bebé ya que, tal y como señala en el informe, algunas llegan a recomendar a las embarazadas comerse su propia placenta, encapsular la misma u obligar al bebé a permanecer junto a la placenta hasta que esta se seque y caiga el cordón por sí solo. “Las embarazadas o madres no son tontas y pueden decidir por ellas mismas; si quieren comerse la placenta, que se la coman, y si no, no”, manifestó Zoroquiáin.