Probabilidad remota. La probabilidad de acertar el gordo de Navidad es del 0,00001, por lo que “sería necesario vivir 100.000 años para garantizar que nos tocara al menos una vez en la vida”, dice el matemático Miguel Córdoba. La probabilidad de que toque algún premio es del 5% y de un 9% de que toque algún reintegro.
Por Internet. El 54,7% de las compras on line se realiza entre el 14 y el 21 de diciembre, y casi el 21% se adquieren el día anterior. La compra on line ha crecido más del 12% respecto a 2014, dice serviapuestas.com.
Tercer gasto más importante. Esta lotería es el tercer gasto más importante para la ciudadanía en este periodo, por delante de la fiesta de Nochevieja o la comida de Año Nuevo, según rastreator.com.
Premios por cada euro jugado. Los premios son: 1º 20.000 €; aprox. al 1º 100 €; 2º premio 6.250 €; aprox. al 2º premio 62,50 €; 3º 2.500 €; aprox. al 3º premio 48 €; 4º premio 1.000 €; 5º premio 300 €; dos últimas cifras del 1º 6 €; dos últimas cifras de 2º y 3º 5 €; pedrea 5 €; tres 1ª cifras de 1º, 2º,3º y 4º 5 €; última cifra del 1º, 1 €.
Tres horas y media. El sorteo se realiza por el sistema tradicional, un bombo para números (100.000 bolas) y otro para premios (1.807 bolas) y dura unas 3,5 horas. Consta de 160 series; cada serie de 100.000 billetes. El precio del número completo es de 32.000 € euros; el de cada billete, 200 €, dividido en décimos de 20 €.
¿De quien es el premio? El premio será de propiedad exclusiva de cónyuge que compró el décimo si el matrimonio es en separación de bienes, señala Legalitas. En régimen de gananciales, si uno de los cónyuges es agraciado, el dinero tendrá carácter ganancial y será de los dos. Si está en trámite de separación, previo al divorcio, el agraciado será el comprador.
Navarra es uno de los enclaves donde el gordo de la Lotería Nacional de Navidad ha perdido algún que otro kilo a lo largo de los últimos años. Décimos premiados con segundos, terceros, cuartos o quintos premios han sacado a más de un navarro del apuro, e incluso un primer premio dejó más de un millón de euros en una familia de Fustiñana en el año 2006.
Pero nada comparado con lo que ocurrió hace ya diecisiete años en dos localidades del norte de Navarra. En 1998, el número 21.856 que vendió José Antonio Urkiola en su carnicería de Leitza dejó un chorreo de 60 millones de euros en la localidad y en la cercana Betelu. Después de semejante atracón de millones, la suerte ha ido a menos, pero ha seguido sonriendo a muchos navarros: 96.000 euros al décimo de un segundo premio en 2004 premió a tres familias de Noáin, Sesma y Mendavia; cuatro cartones del Gordo de 2006 dejaron más de un millón de euros en una familia de Fustiñana; medio millón de euros en diez décimos de un tercer premio en una administración de Tafalla en 2012, en el mismo año en el que se vendió, en Tudela, un décimo del gordo agraciado con 400.000 euros y que no se supo nunca en quién recayó.
De lo que pasa después de que las bolas salgan del bombo, de que las cámaras se pringuen de champán en las puertas de las administraciones y de que los premiados entonen el manido tapar agujeros, poco se sabe. Los protagonistas a los que los alaridos de los niños de San Ildefonso sonaron un día a gloria repasan, años después, qué fue de aquel 22 de diciembre en el que el gordo se pasó por Navarra.
amortizar una reforma Mikel Mikelarena, propietario del Asador Zubiondo, repartió en 2007 doce millones de euros en 600 décimos (a 20.000 euros el décimo) que compró en una administración de Pamplona y que vendió en su restaurante de Huarte. En un primer momento, Mikelarena también se abonó a aquello de tapar agujeros. Ocho años más tarde, el propietario del Asador Zubiondo asegura que aquel dinero sirvió para recuperar rápidamente una importante inversión. “Dos años antes de que nos tocase el cuarto premio yo había hecho una reforma importantísima en el local. Y luego vino el cuarto premio, tres años después de que yo empezase a comprar lotería”, reflexiona. Asegura que aquel premio no modificó en nada la rutina del restaurante, y tiene claro en qué se gastaron el dinero los empleados bajo su mando que participaron del premio: “En algún viaje, pero sobre todo en ayudar a la familia”.
Un número que no quería nadie
Doble fortuna. La suerte de Mikel Mikelarena aquel 22 de diciembre de 2007 fue doble: primero, por el mero hecho de rascar algo del premio. Segundo, porque estuvo a punto de dejar pasar el número. “Fuimos a comprar los números y un hombre de Bilbao rechazó el 69.200 porque le parecía feo. ‘Pues dámelo a mí, que me da igual’, le dije”. Los días posteriores al sorteo, Mikelarena recuerda que fueron muchos los clientes que se acercaron hasta el restaurante para darle la enhorabuena. “Desde aquello, incluso hoy en día vienen mujeres en villavesa desde Pamplona hasta aquí a comprar lotería, como si fuese esto una administración”, señala entre risas.