pamplona - Los enredadores son letales, aunque seguramente no tanto como quienes manipulan a los demás conscientemente. De unos y de otros hablamos en las siguientes líneas.

J.V.: Quizá no sean muchos en número, pero sí muy peligrosos.

-I.Q.: De eso, de que no son muchos en número, no estoy muy convencido. Todas y todos manipulamos cuando seducimos en todas las vertientes de la palabra. Lo que ocurre es que en muchas personas es ocasional, bien entendido y, además, expresado a lo largo del proceso. Sin embargo, hay gente que está mintiendo y haciéndolo con mala fe para conseguir sus logros. Es gente experta en el arte de desviar la atención de sus personas para engañar de forma consciente y sin otro afán que sacar partido siempre a su favor.

J.V.: Podríamos distinguir entre los bienintencionados, esos que te la lían porque son así, y los que tiran a dar, que son los peores.

-I.Q.: Sí, es un poco de lo que te decía. Lo que opino es que hay gente que, como bien dices tú, te la lía por falta de habilidad, exceso de ingenuidad, y añade todo lo que creas que encaja, pero siempre sin la voluntad de hacerte daño. A esas personas prefiero tenerlas de enemigas. Hay otras que me gusta tenerlas de enemigas para no privarme de desenmascararlas una y otra vez. Porque este perfil de persona, como en casi todo lo malo, prevalecen con el asentimiento de los demás. Aquello que decía Gandhi de que el poder de la gente mala se apoya en el consentimiento de la gente buena. Y sí, son de lo peor.

J.V.: Empezando por los primeros, son esos tipos que siempre tienen ideas maravillosas? que resultan un desastre al ponerlas en práctica.

-I.Q.: Sí, o simplemente no se saben callar a tiempo, o no miden lo que tienen que hacer y si lo van a poder conseguir sin ayuda, etcétera. Y sí, cuando está liada, su comportamiento suele consistir en encogerse de hombros, y cerrar los ojos, como cuando va a explotar un petardo.

J.V.: Suelen ser insistentes. No paran hasta que te han embarcado, y cuando la cosa se pone fea, te dejan que te las apañes solo.

-I.Q.: Eso es, y a veces lo hacen solo para agradarte, y en ese ejercicio de caer bien olvidan cuál es el objetivo real, y ahí es donde se meten en líos y de paso, te los generan a ti. Por eso te decía, mejor que jueguen con el equipo contrario, con el adversario. Es una trampa piadosa.

J.V.: Entre que algunos son buena gente y que a sus víctimas nos falla esa capacidad para decir ‘no’ con firmeza, acabamos liados sí o sí. ¿Cómo hacemos para que de verdad no vuelva a pasarnos?

-I.Q.: Debemos entender que el perjuicio mayor es para esa gente y que decir que no no es una faena, es un ejercicio de generosidad que puedes intentar explicar si de veras no lo entienden. Pero si se empeñan en no corregir su deriva, y no digamos si se enfadan contigo, pues lo aconsejable es hacer de la retirada a tiempo esa victoria que en algún momento nos daremos cuenta de lo oportuna que fue.

J.V.: Otra clase de enredadores son los de lengua larga y discreción corta. Y como tengan cierta tendencia a la inventiva, el malentendido está servido.

-I.Q.: Y no digamos, si tienen dos tragos encima. No siempre son mala gente ni gente peligrosa, pero en ocasiones no saben cuándo ha llegado el momento de parar y ahí se pierden. Luego hay que bucear muy profundo para sacarles del charco en el que se han metido.

J.V.: Vamos con los que actúan de mala fe. Ya no hablamos de enredadores, sino de manipuladores. Los hay que ejercen las 24 horas del día.

-I.Q.: ¡Jo que sí! No paran de pensar en cómo convencen a los demás de sus encantos y habilidades. En realidad, no las suelen tener y se los come la envidia por alguien a quien admiran pero, como les deja en evidencia, le odian. Detrás de esa referencia del odio viene un desprecio por todo. Se escudan en una cortesía artificial y en unas formas exquisitas, pero se les ve venir y cada vez que te abordan para algo, la finalidad es conseguir una prebenda. Al final, como buenos mentirosos que son, se termina detectándolos.

J.V.: Son profesionales. Si caes en manos de alguien así, date por jorobado. Te costará demostrar que las cosas no son como ha hecho que parezcan.

-I.Q.: Depende de quién sea tu interlocutor. Siempre hay gente valiosa a tu alrededor. De esa que no se deja deslumbrar por las formas y la sumisión, y que no se cree los cuentos que les cuentan. Te pueden jorobar un día o tal vez 100, pero eso no es eterno, y más tarde o más temprano cambia. Lo que debes hacer es seguir siendo como tú eres, sin intentar desmentir a nadie porque tu historia no es la que se quiere creer el primero que pasa, lo que quiere contar un desaprensivo, sino la que tú has escrito a lo largo de mucho tiempo.

J.V.: ¿Habría menos manipuladores si la gente no comprara motos averiadas con tanta facilidad?

-I.Q.: Pues sí, eso creo yo, pero este individualismo galopante al que nos conduce el actual sistema de valores, basado en el éxito rápido y la notoriedad, no da para mucho más. No hay que desistir y hay que buscar el trabajo bien hecho, con honradez y con valores, porque así también se obtienen buenos resultados, es cierto que más despacio, pero no menos cierto que más duraderos.

J.V.: ¿Cómo nos defendemos de la manipulación?

-I.Q.: Con el trabajo diario, tanto en nuestra ocupación como en las relaciones personales. Hay que entender las relaciones como algo que construyes día a día, con esfuerzo y con amor. Lo que está bien hecho no se suele deteriorar fácilmente.

La calma, hay que mantener la calma ante el manipulador.

La crítica y la autocrítica, para no comprar motos baratas ni caer en manos de las personas que se dedican al encantamiento de serpientes.

Saber quiénes somos y no olvidarlo.

El gusto por el halago.

La superficialidad, que te separa de ver lo realmente trascendente.

El individualismo, que acentúa todos los ingredientes con los que se cocina una buena manipulación.