una pizarra hace omnipresente a Álex Jaca Razkin en el despacho del jefe de la Brigada de Atestados de la Policía Foral, en la comisaría principal situada en Beloso. En ella, junto a las fotografías del lugar del atropello mortal que le costó la vida al joven de Arbizu el 31 de enero de 2016, aparecen los mapas de la zona, con las múltiples vías de escape posibles que tuvo a su disposición el autor del suceso, así como algunos de los numerosos fotogramas extraídos de las cámaras de seguridad existentes en el entorno y algunas claves del caso garabateadas con tinta de rotulador.
Han transcurrido 365 días desde la madrugada en la que un conductor sin rostro y sin nombre arrolló a Álex, de 19 años, en la carretera que une Etxarri-Aranatz y Arbizu. Desde entonces, la Policía Foral mantiene abierta la laboriosa investigación iniciada aquel día para poder llevar al responsable ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Pamplona, autoridad judicial competente en el caso. “Es como rellenar un puzzle. Hay puzzles muy sencillos y otros más complicados, y este es uno de los complicados”, admite Josean, comisario jefe de la División de Seguridad Vial de la Policía Foral e instructor de las diligencias. “Habría sido un caso muy fácil si el conductor o conductora hubiera parado después del atropello, pero no fue así”, lamenta Jabier, secretario de las diligencias e inspector jefe de la Brigada de Atestados de la Policía Foral, persona que se mantiene en permanente contacto con los padres del joven para informarles de los posibles avances en las pesquisas.
“El tiempo que pasa, la verdad que huye” es un axioma muy repetido entre los policías dedicados a tareas de investigación, pero los encargados de esclarecer la muerte de Álex Jaka Razkin no pierden la confianza en su trabajo y aseguran que aún existen pistas abiertas que podrían llevar a la identificación del autor del fatídico atropello, pistas en las que siguen indagando conscientes del dolor que soporta la familia del joven por no poder encontrar respuestas a lo ocurrido en aquella madrugada del 31 de enero del año pasado.
El chico, originario de Perú y afincado en Navarra desde pequeño, había estado en Etxarri-Aranatz celebrando la fiesta de los quintos. Los testigos interrogados por los policías forales lo situaron en esa localidad en torno a las 4.30 horas de la madrugada. A las 6.09 horas, una llamada telefónica alertó a SOS Navarra del hallazgo de un cuerpo tendido en el centro de la carretera NA-2410. El joven presentaba heridas que indicaban que había sido víctima de un atropello, indicios que confirmó la autopsia que se le efectuó en el Instituto Navarro de Medicina Legal.
Ese mismo día los dos responsables de la investigación de la Policía Foral se desplazaron a la zona para conversar con los primeros testigos y conocer el entorno en el que se había producido el fallecimiento de Álex. “Buscamos evidencias en el lugar del suceso y realizamos una recogida de información lo más amplia posible con carácter de urgencia, porque el tiempo apremia en las horas posteriores a un crimen o a un suceso de estas características. En aquellos momentos teníamos la esperanza de que el autor se acabaría entregando”, admiten.
¿Por qué no paró? Asentada la hipótesis de que Álex había sufrido un atropello, los interrogantes en torno al conductor o conductora se amontonaron sobre sus mesas. “¿Se asustó y no paró porque iba bebido? Posiblemente, porque aquella noche se celebraba fiesta de quintos en Etxarri. ¿Puede que no tuviera carné? ¿Puede que fuera un menor? ¿Que hubiera cogido un coche sin tener autorización de su titular? ¿O pensó que lo que había atropellado era un animal? Son cuestiones que en una investigación como esta nos tuvimos que plantear”, explican para centrar sus averiguaciones.
Sin descartar inicialmente que el autor acabase entregándose, los responsables de la investigación trazaron sobre un mapa las numerosas variantes de desplazamiento y de huida del lugar, en torno a la zona caliente del atropello. Complementaron dicho trabajo con la recopilación de grabaciones de las cámaras de seguridad diseminadas en la zona. “Miramos cámaras de empresas, de cajeros automáticos... En total, revisamos una decena de cámaras situadas en el entorno más próximo al lugar del suceso, en un perímetro de unos 5 kilómetros. Pero también nos fuimos más lejos y pedimos imágenes del peaje de la autopista, del radar o de cámaras de Estella”, agregan.
Todos aquellos vehículos que fueron grabados por una de estas cámaras en los momentos cercanos a la hora del atropello, datado entre las 4.30 horas y las 6.00 horas del 31 de enero de 2016, han sido investigados por la Policía Foral. A pesar de la deficiente calidad de las imágenes en algunos casos, de la falta de luminosidad e incluso del inadecuado encuadre, los agentes se desplazaron a concesionarios y talleres de coches en busca de asesoramiento para determinar el modelo del vehículo que estaban buscando. De ese modo llegaron a localizar y entrevistar a media docena de conductores que habían circulado por la carretera NA-2410 aquella madrugada, y revisaron sus vehículos para comprobar si presentaban daños. “La mayoría eran trabajadores que iban en ese momento a su centro de trabajo. También hemos tomado declaración a repartidores de prensa, a panaderos..., persona que podrían haber circulado por ese lugar y podrían haber visto algo”.
Que el autor de la muerte de Álex reside o trabaja en la zona sigue siendo la principal hipótesis que manejan en la Policía Foral, que ha acudido a todas las empresas de la zona a pedir los listados de las personas que trabajaron aquel día en el turno de las 6.00 horas. En total, entre 15 y 20 personas a las que también tomaron declaración y que descartaron como sospechosos.
¿Dónde está el vehículo? Otro de los convencimientos de los investigadores es que el vehículo que arrolló a Álex sufrió daños, ya que el contenido de las cámaras analizadas descartan que el joven de Arbizu fuera atropellado por un camión. “Contactamos con la mayoría de los talleres de la zona y con la Asociación Navarra de Talleres para que difundiera entre sus socios, no solo de Navarra, sino también de la CAV, Zaragoza y La Rioja, el aviso sobre el caso, por si recibían algún vehículo con daños que les infundiera sospechas. No obtuvimos información relevante por esta vía”. También han revisado todas las bajas de vehículos declaradas en la Jefatura Provincial de Tráfico con posterioridad al atropello por si el autor hubiera decidido deshacerse de él. “Una hipótesis que tenemos presente es que es posible que el vehículo esté guardado en algún sitio”, señalan.
Las pesquisas de la Policía Foral tampoco han desechado otras líneas de investigación más complejas como es la de la telefonía, ya que disponen de más 3.500 números de teléfono móvil que en la madrugada de los hechos se conectaron a alguno de los repetidores existentes en la zona. “Es una información que hay descartar y cribar confrontándola con el resto de la información que tenemos acumulada. Es un trabajo de estudio y análisis que podría dar algún resultado, pero es difícil asegurarlo ahora mismo”, admiten el instructor y el secretario de las diligencias.