Granada dedica una calle al navarro Jesús Yoldi, su alcalde fusilado en el 36
Nacido en Arizkun, fue un reputado químico, amigo de Marie Curie y García Lorca, que llegó a dirigir la ciudad en la II RepúblicaLos golpistas lo asesinaron y la Universidad ha impulsado su reconocimiento con este gesto
Pamplona - Pocos navarros tienen una calle dedicada a su figura fuera de la Comunidad Foral. Menos aún han sido alcaldes de otras ciudades. Y sólo Jesús Yoldi Bereau (Arizkun, 1894) llegó a ser el primer edil de la Granada de la II República, un foco de cultura, investigación y libertad en el que se relacionó con personalidades como el propio Federico García Lorca o los premios Nobel de Marie Curie y Pieter Zeeman, ya que el baztanés era reputado químico. Pero no fue el laboratorio el que le llevó a acabar en un cementerio del precioso pueblo de Capileira, en las Alpujarras, sino su compromiso político y social. Un grupo de profesores de este centro universitario que estaban organizando el centenario de la Facultad de Química, entre los que se encontraba Roque Hidalgo, fueron los que iniciaron el proceso de recuperación y reparación de su memoria histórica (homenaje en el campus, publicaciones, charlas....) que el pasado mes tuvo la guinda de la inauguración de una calle.
El acto de descubrimiento de la placa dedicada al alcalde Yoldi en la calle que a partir de ahora lleva su nombre, tuvo lugar el 19 de abril. En él participaron la rectora, Pilar Aranda; el alcalde de Granada, Francisco Cuenca; la decana de la Facultad de Ciencias, María del Carmen Carrión Pérez; el nieto de Jesús Yoldi, Rodrigo Yoldi Bocanegra, y otros familiares. La rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda Ramírez, mostró su “agradecimiento a la familia de Yoldi y al Ayuntamiento de Granada por acoger una propuesta que se lleva intentando hacer realidad desde hace mucho tiempo. La propia ciudad tenía una deuda con Yoldi”.
El alcalde de Granada, Francisco Cuenca, quiso “felicitar a la Universidad de Granada y a su rectora, a la Facultad de Ciencias y a la Familia de Jesús Yoldi”, asimismo destacó que “esta es una forma de saldar una deuda con una de las figuras más representativas de Granada, y de reconocer no solo el valor del conocimiento y la ciencia sino también de la democracia y del prestigio de la Universidad”.
El nieto de Jesús Yoldi, Rodrigo Yoldi Bocanegra, asistió emocionado al acto, en el que ha declarado que “nuestras vidas han estado siempre marcadas por su figura desde el punto de vista científico y humano. Dio la vida en la masacre intelectual que sufrió nuestra ciudad. Fue una figura olvidada durante no solo el franquismo, sino también la democracia, y por fin se restaura la memoria de su figura”.
A continuación se desplazaron hasta la Facultad de Ciencias en cuyo Salón de Grados se celebró el acto en homenaje a Jesús Yoldi, en el que intervinieron la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda Ramírez; el catedrático del departamento de Física Aplicada, Roque Isidro Hidalgo Álvarez; el profesor emérito del Departamento de Química Inorgánica, Pedro Luis Mateo Alarcón; el nieto de Jesús Yoldi, Rodrigo Yoldi Bocanegra, y la decana de la Facultad de Ciencias, María del Carmen Carrión Pérez.
Este baztanés nacido en Arizkun en 1894 fue uno de los químicos más destacados del panorama estatal e internacional de principios de siglo. No en vano se codeó con dos premios nobel como Marie Curie y Pieter Zeeman y fue uno de los catedráticos que impulsó la renovación de la Universidad de Granada. Pero su fórmula química de compromiso + vocación + ciencia + ética le llevó a dar el salto a la vida pública hasta el punto de convertirse en el primer alcalde republicano de la ciudad y uno de los amigos del propio García Lorca. Pero le costó caro. Los fascistas le pasaron factura y fue fusilado a los pocos meses del inicio de la guerra. El rector conservador que él se había ocupado de descabalgar con una atrevida moción de censura firmó poco después un cínico documento para cubrir su vacante porque “no se había presentado a su destino académico”. Difícilmente lo podría haber hecho porque su cuerpo yacía en el cementerio de Capileira después de haber sido acribillado a balazos. Lo mismo les ocurrió a otros seis profesores de la Universidad. Tiempos de plomo.
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