Un ‘simpa’ frustrado en El Mercado acaba con 60 € de propina
15 ITALIANOS SE vAN a la carrera sin pagar 620 ¤ DE CENA EN EL ENSANCHE. les atrapaROn Y LES SALIÓ MÁS CARo
“Creo que no lo hicieron de forma premeditada, porque parecían avergonzados, pero solo ellos lo saben. El caso es que salí con el encargado a la carrera detrás de ellos, por la avenida Baja Navarra, pero ya se habían montado en la villavesa en la parada del Colegio de Médicos y creímos que no íbamos a ver nada de esa cuenta. Regresábamos resignados y echando el aliento y ahí fue cuando nos topamos con otros dos de ellos, del mismo grupo. Iban escribiendo con el móvil y entonces les dijimos que tenían que pagar la cuenta”, recuerda Chuma Unzué, gerente del restaurante El Mercado, del II Ensanche, donde a punto estuvieron de ser víctimas de un simpa colectivo (un grupo que intenta irse sin pagar de un establecimiento).
Los dos clientes que se cruzaron por la calle se hicieron al principio los despistados. Pero un coche patrulla de Policía Foral paró por la zona y los agentes les explicaron que en caso de no pagar la cena se iban a meter en problemas. Entonces telefonearon a dos colegas del grupo, que regresaron a la zona y saldaron la deuda en metálico. “Es que yo creo que incluso habían puesto bote, pero de repente se vieron solos y les resultaría entretenido hacer lo que hicieron”, dice Unzué. No solo pagaron la cena. Hubo 60 euros de propina por recomendación policial. Los protagonistas de esta historia son una quincena de italianos alojados en el camping de Ezkabarte que reservaron una cena en el restaurante El Mercado, del Ensanche, para el sábado noche. “Reservaron a las 20.30 horas y no llamaban la atención. No vestían de blanco, iban en pantalón corto pero limpios y tampoco estaban ebrios”, recuerda Unzúe, gerente del local. Pidieron 14 menús sanfermineros (a 40 euros por cabeza por dos platos con postre regados con vinos Inurrieta y café) y uno, que no tenía hambre, pidió un tartar de salmón. Degustaron durante dos horas la cena y licores. Pero se abrieron antes de pagar. La camarera que les atendió había salido a fumar a la calle y les vio correr como posesos. Subió y les preguntó a sus jefes si habían pagado la cuenta. Se activaron las alarmas. Y, al final, el simpa fue más caro que la cuenta.
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