El final del monopolio
Pamplona - Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que en Navarra se excluía de forma sistemática a una parte de la sociedad de cualquier acto institucional. Años en los que la Medalla de Oro se daba a UGT, CCOO y la CEN, y no ELA y LAB. En los que se premiaba a UAGN y no a EHNE; a Diario de Navarra y no a Diario de Noticias; a las víctimas del terrorismo, pero no a las del franquismo. Una Navarra que cambió en 2015 con un relevo institucional tan profundo como democrático que no fue sino el reflejo de la propia sociedad. Mucho más plural que la uniformidad que se había venido trasladando desde unas instituciones gestionadas a imagen y semejanza de la oficialidad gobernante, que extendía su visión monocolor allí donde le era posible. Había otra Navarra, tan real y tan legítima, y por primera vez iba a ser tenida en cuenta.
La pérdida del poder ha sido un duro trauma para muchos de los poderes que de forma directa o indirecta habían venido marcando el rumbo hasta entonces. Unos han perdido influencia y otros sus privilegios. Y muchos todavía hoy se niegan a reconocer la legitimidad del nuevo Gobierno, cuestionando incluso su propia navarridad. No es de extrañar por lo tanto que el principal y casi único argumento sea ahora que los nuevos dirigentes quieren acabar con Navarra. Porque, en realidad, a sus ojos no son navarros de verdad. Difícil encontrar un lugar donde ocurra algo semejante.
El veto al acto de ayer, como los exabruptos de cada día, son la muestra de la dificultad que les está suponiendo adaptarse al nuevo escenario. A un cambio que va mucho más allá de lo meramente institucional, y que ya es irreversible. Porque mientras el oficialismo se autoexcluye del acto central del día más importante de la Comunidad, el nuevo Gobierno hace suya la bandera, apela a la unidad en la defensa del régimen foral y habla de diversidad y de integración. Porque más allá del catastrofismo, Navarra avanza y mejora.
Y porque aquella parte de la sociedad ignorada y excluida sistemáticamente hoy por fin se siente reconocida y respetada en su propia casa. Hay una nueva Navarra, tan plural y fragmentada como siempre, pero que más allá de sus diferencias está más unida que nunca en torno a sus símbolos y a sus instituciones. Han perdido el monopolio, y esa es una derrota que ya no pueden evitar. - Ibai Fernandez