Reclaman 2 años de cárcel por dejar tuerta a una joven de 19 años con un cañón de confeti en Nochevieja
La afectada solicita 157.095 € a un joven que lanzó el aparato a un metro en la Plaza del Castillo
PAMPLONA. - La celebración del comienzo del año 2015 no se le va a olvidar en la vida a una joven oscense que festejó aquella noche en Pamplona. La joven, de 19 años entonces, perdió el 90% de la visión de un ojo después de que el día de Año Nuevo de 2015, a las 5 de la madrugada, recibiera el impacto de la onda expansiva de un cañón de confeti en el kiosco de la plaza del Castillo. Lo lanzó, según la víctima, a apenas un metro, el compañero de clase de una amiga con la que ella estaba celebrando la Nochevieja. Y lo hizo de forma horizontal y apuntando hacia ellas, según le acusa al imputado el Ministerio Fiscal, que pide para Steven Patricio R.M. hasta 25 meses de cárcel y 83.244 euros de indemnización. La acusación particular, que ejerce la víctima, solicita dos años de prisión e incrementa la cantidad hasta 157.095 euros, incluyendo los daños morales que le ha causado todo este calvario, con hasta una quincena de procesos de láser y de intervenciones quirúrgicas que no le han hecho recuperar la visión. La defensa entiende que el hecho fue fortuito y pide la absolución. “Era imposible que pensara o que previera que al lanzar ese cañón iba a causar esas lesiones”. Lo que está claro es que la pérdida de visión de la víctima tiene un origen traumático.
El propio S.P.R.M., vecino de Pamplona, niega los hechos, a pesar de que quince días después de los mismos pidió perdón por Facebook a la víctima y lamentó lo ocurrido, alegando que no tenía intención de hacerle daño. A la víctima la conoció apenas un minuto antes del suceso. Se la presentó una compañera de clase con la que había quedado para verse en Nochevieja en el kiosco de la Plaza del Castillo. El acusado dice que no incumplió ninguna de las normas de seguridad para activar esos artilugios. Que lo agarró con las dos manos y lo lanzó apuntando en vertical, hacia arriba. Dijo que lo hizo porque ellas se estaban haciendo una foto en el kiosco y querían que aparecieran de fondo los papeles de colores que contiene el cañón. Y que luego no notó nada anormal, ni vio a la víctima caer. Luego, “a ella le empezó a picar el ojo, se quejaba y fuimos al ambulatorio”. El procesado insinuó que el hecho de que la víctima se hurgara en el ojo y tardara en acudir a Urgencias pudo empeorar su estado. Tanto la víctima como la amiga común de ellos relatan una situación totalmente divergente. “Al acusado me lo presentó en el kiosco mi amigo, nos dimos dos besos, él se retiró un poco, me giré para hablar con mi amiga y ya le vimos con el cañón de confeti. Entonces recuerdo como un balonazo en la cara. Me golpeé con la cabeza contra el suelo y recuerdo mucho dolor, tanto de cabeza como en los ojos, a partir de entonces. Al incorporarme, le gritaba a mi amiga que no veía y estaba rodeada por gente que me pisoteaba. Él se reía porque me decía que estaba drogada y que no veía por eso, pero yo les rogaba que me llevaran al hospital. No era normal, de un ojo no veía nada. Fuimos a Urgencias y me dieron gotas, pomada y me dijeron que podía ser una úlcera. Me taparon el ojo y de ahí me fui a casa. A la mañana siguiente me seguía doliendo muchísimo. Llamé a mis padres, acudí al hospital y me dijeron que había perdido el ojo por dentro (tenía un agujero macular)”.
A LA AMIGA LE DIO EN LA ESPALDA
La amiga de la víctima y conocida del acusado también afirmó que este activó el artilugio de manera horizontal y que a ella le dio tiempo a girarse antes de que lo lanzara y por ello le impactó en la espalda. Entonces vio a la víctima en el suelo. “Estaba como ida, decía que no veía, se le hinchó el ojo y la cara y no sabía lo que hacer. El acusado nos dijo que había sido voluntario en Cruz Roja y que igual se le había metido algo de confeti en el ojo. Empezó a tocarla. Le echamos agua. Y él bromeaba con que no veía por el alcohol o por la droga cuando apenas habíamos bebido. Se lo tomaba a cachondeo hasta que vio que podía ser algo serio cuando mi amiga no paraba de quejarse de dolor y decía que la lleváramos al médico”.
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