pamplona - Hace diez años, la pamplonesa Virginia Valencia Muñoz, de 40 años, dejó su trabajo como contable en la fábrica de Saltoki para vestir de rojo. “Cuando le conté a mi jefe que me iba a Policía Foral, alucinó. Fue un cambio de aires brutal, pero estoy muy contenta con la decisión”, afirma esta diplomada en Empresariales cuando hace balance.
Virginia recuerda que fueron sus compañeros de gimnasio, muchos de ellos policías forales y municipales, quienes la motivaron para dar un giro a su vida laboral. “Me contaban a qué se dedicaban y me llamaba mucho la atención, y justo ese año leí en el periódico que había una oposición. Así que me preparé durante tres meses, físicamente y también en una academia los fines de semana, compaginándolo con mi trabajo a jornada completa, y conseguí sacar la plaza”.
Al acceder al Cuerpo autonómico, Virginia estuvo destinada durante los primeros años en la División de Prevención del Área de Seguridad Ciudadana. “Fueron más de tres años patrullando y, como digo yo, actuando como el médico de cabecera, ya que los agentes de Prevención solemos ser lo que primero llegamos a los sitios y tenemos que saber un poco de todo, ya que te toca bregar con todo tipo de situaciones”.
Desde entonces, Virginia se encarga de la custodia y el traslado de los detenidos como integrante de uno de los Grupos Operativos existentes en el Área de Seguridad Ciudadana, que atienden a las personas detenidas durante su estancia en los calabozos de la comisaría central de la Policía Foral, como paso previo a su puesta a disposición judicial o puesta en libertad. Además de la custodia, que puede prolongarse por un máximo de 72 horas, Virginia y sus compañeros se encargan de “dar de comer a los detenidos, proporcionarles asistencia médica si la necesitan, facilitarles la medicación en caso de que tomen alguna, guardar sus pertenencias... Los cuidamos como si fueran nuestros hijos”.
Virginia afirma que ser mujer en su actual puesto es “en general, una ventaja, aunque también depende del estado en el que llega detenido, afectado por la ingesta de alcohol, por ejemplo. Te puede pasar de todo, hasta que te pidan el teléfono”, apunta, y “aunque en el 99% de las veces los detenidos lleguen de bajón, a veces sí que nos toca entrar en el calabozo para reducirles y protegerles de sí mismos, para que no se golpeen, por ejemplo”.
Para Virginia, la movilidad dentro de la Policía Foral es uno de sus grandes atractivos. “Hace falta llevar tiempo, pero los concursos de traslado están ahí. Puedes llevar unos años en Seguridad Ciudadana y tener la ilusión de cambiar a Tráfico, a Policía Judicial, etc. Por eso, a todas las chicas que se estén planteando opositar les diría que se animen, que se esfuercen, y a las que no se lo plantean, que se lo piensen”. - J.M.S.