PAMPLONA - Mikel Biain Zanguitu nació hace 43 años en el caserío Etxeberrialde de Oñati, donde pasó su infancia cuando era alumno de la ikastola Txantxiku. Aunque sus raíces siempre se mantuvieron en Oñati (sus padres y su hermano continúan viviendo allí), pronto dejó la localidad, desde donde se trasladó a Pamplona, donde se ordenó en el año 2000.

Sus primeros años de vocación religiosa los pasó en Navarra, donde ejerció en las localidades de Valcarlos, Roncesvalles, Olazagutia y Doneztebe. Llegó al Arciprestazgo de Baztan-Bidasoa hace unos nueve años para en principio hacerse cargo de la parroquial de San Pedro de Doneztebe, donde sustituyó a Jesús Goldaraz Lizaso. Con posterioridad se hizo cargo también de la parroquia de San Juan Bautista de Sunbilla, en sustitución del veterano Basilio Sarobe Aldabe.

Tras estas primeras experiencias recaló en la diócesis de Donostia y fue trasladado a Bergara, donde en 2014 y 2015 fue párroco in sólidum de las parroquias bergararras de Santa Marina y San Pedro, así como de Antzuola. Pese a su corta estancia en estas localidades, dejó muy buen recuerdo y es que quienes le conocieron en aquella época le definen como una persona de una “bondad tremenda”. “Era una persona buena como pocas”, remarcaron.

EN ZUMAIA, DESDE 2016 La noticia de su fallecimiento cayó como un jarro de agua fría también en Zumaia, adonde llegó en octubre de 2016 tras el periplo bergararra. Aquí llevaba menos de dos años, pero en ese tiempo consiguió ganarse el cariño de los vecinos. Según la responsable de la catequesis de la parroquia, Marije Elosua, Biain era una persona “encantadora, muy alegre y positivo”, precisamente la imagen que los vecinos quieren mantener de su párroco.

Para el recuerdo quedará también la reciente excursión que el párroco hizo el pasado sábado, y en la que se ganó el favor de todos los niños que participaron en ella. “Estuvo jugando con todos ellos en los toboganes y participando en los juegos, y me dijo que teníamos que hacer excursiones más a menudo. La verdad que le encantaban los niños”, señala Elosua.

En palabras de esta zumaiarra, Mikel Biain estaba muy contento con su nueva vida en Zumaia, donde sus padres también pasan largas temporadas -sobre todo en verano-, ya que se compraron un piso hace unos años. Biain ejercía también en los pequeños barrios de San Miguel y Oikia, así como en Aizarnazabal.

Quien tampoco ocultó su “dolor” por lo sucedido fue el obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla, que conocía a Biain desde sus primeros años como religioso. Munilla contó en su cuenta de Twitter que le conoció “desde jovencito”, llegando a ser su “padre espiritual”.

En Doneztebe y Sunbilla el sacerdote fallecido es recordado como un hombre muy cercano a sus feligreses y siempre atento a las necesidades de las parroquias que atendía, por lo que su fallecimiento fue muy sentido. - Iraitz Astarloa/Lander Santamaria