dos vecinos del valle de Egüés, Juan Mendilazo y Nicasio Esquiroz, informaron sobre la ubicación de esta fosa que ha tenido escondidos los restos de seis víctimas del 36. El testimonio de Nicasio, de 87 años, testigo directo, que vio los cuerpos con tan solo 5 años cuando se dirigía a la escuela, ha resultado fundamental para la localización y exhumación de la fosa. Conserva la imagen de que, al ir a la escuela, los vio tendidos en el suelo, vestidos y muertos. Tiene el vago recuerdo de que uno de ellos llevaba una muleta. Desconoce quienes eran, de dónde procedían y quienes fueron los autores de la matanza. Ayer relataba que iban unos 11 chavales a la escuela y que en casa igual se comentaba algo, pero no se acuerda. “¿Que qué nos decían en casa? Pues supongo que volveríamos a la escuela”.
Sí conserva en su memoria los tiempos tan difíciles de aquella época: “era una merienda de negros”, asegura. Aunque le parece bien que se recuperen los restos, a él no le gusta hablar de los muertos porque no se pueden defender, como tampoco de quienes les mataron, “que estarán ya todos los muertos. Yo estoy aquí para ayudar”, aseguraba ayer.
Algo más joven, 86 años, comparte recuerdos Juan Mendilazo, de Ibiricu, quien no pasaba a diario por las inmediaciones de la fosa pero si que iban a ver los muertos “por curiosidad”. Tiene oído -relataba ayer- que puede haber hasta 17 personas enterradas en esa zona. “Creemos que los traían aquí, los fusilaban en el campo y los enterraban aquí”. Lo que si tiene claro Juan es que hay que hacer lo posible por encontrar a familiares de las víctimas exhumadas. ¡Ojalá encuentren a sus familias! ¡Ojalá se puedan cotejar los restos de ADN y que las familias los reciban!”.
¿hay algún rojo? El alcalde del Valle de Egüés, Alfonso Etxeberria - que acudió junto con la teniente alcalde Helena Arruabarrena, el concejal de Cultura Joseba Orduña, y la concejal de Concejos Amaia Etxarte- ha oído comentar a vecinos mayores que cuando venían los de falange a fusilar y a enterrar preguntaban si había alguno rojo y que les decían :“aquí en el pueblo sólo hay gente buena”. También, que el entonces alcalde, un tal Larrea y el párroco, evitaron algunos fusilamientos. Los recuerdos de los supervivientes, no obstante, son confusos y, además, se trata de personas que al inicio del golpe franquista tenían corta edad.
Ayer, la fosa estuvo poblada y al equipo de Aranzadi, con Paco Etxeberria a la cabeza, los técnicos ya habituales y voluntarios, se sumaron 20 estudiantes de 4º de la ESO, modelo D, del Instituto de Mendillorri. Recién informados de lo que se cocía en Etxalaz, el alumnado con Patxi Abasolo, su profesor de Historia, acudió en autobús y la primera emoción que coincidieron en señalar fue haber quedado muy impresionados al ver los esqueletos que limpiaban con afán los técnicos de Aranzadi.
impresión, rabia y pesar Todavía no han estudiado el Franquismo pero tienen 15 años y si bien en general no conocen a fondo estas lamentables y terribles circunstancias que se vivieron tras el golpe militar fueron informados de primera mano por el forense. “En Navarra no hubo escenario bélico pero se mató a 3.000 personas” de las que aún, entre 700 u 800, se desconoce su paradero, explicó el director del Instituto navarro de la Memoria Histórica Josemi Gastón, que participó directamente en la exhumación junto al también historiador César Layana. Para más de uno de los escolares el tema no es nuevo. Izaro Caballero Gómez, alumna de 15 años, apuntó que al hermano de su bisabuela lo fusilaron y que aún no saben dónde está. Para esta joven, la experiencia fue “muy impresionante. Me ha transmitido también rabia”, afirmó. Impresionante fue también la experiencia para su compañero Lukas Medrano Rivero, de 15 años, quien “además de la impresión, he sentido respeto hacia ellos. Me hace pensar en lo que se vivió en aquellos años”. A Irati Casado Medrano, de 15 años, la fosa de Etxalaz le despertó “respeto a los muertos y pensar en la tristeza con la que habrán vivido sus familias por no saber que les pasó ni donde estaban”.
Al alumnado le interesó y mucho esta clase de historia in situ. Siguió atento las explicaciones de Lourdes Herrasti sobre los esqueletos, los botones y la información que dan pero tuvieron que volver al Instituto pese a su deseo de seguir la clase ahí, en esa fosa cuyas labores de prospección se realizaron el lunes y martes con resultado positivo lo que permitió realizar desde ayer la exhumación.
Su primera exhumación. Para la donostiarra Ane Irati Cartagena Martinez, de 21 años, la de ayer era su primera exhumación. Está realizando “con gusto por la cercanía de los técnicos” el Trabajo de Fín de Grado (TFG) en la Sociedad Aranzadi con miras a un máster de Antropología Forense en Granada. Reconoce que la experiencia en Etxalaz “ha sido impactante” y que es una labor necesaria para conocer y comprender aspectos de la historia. Foto: Iñaki Porto