La historia, como dijo el editor Esparza, podría dar para una película italiana. Y es que italiano era el origen del Circo Anastasini que tuvo la desgracia de programar su primera (y última) función en Lodosa justo el 18 de julio cuando la localidad navarra se convirtió en el centro de la represión franquista con enfrentamientos con anarquistas incluidos. No eran tiempos para el humor. Y así lo debió entender la Guardia Civil, que les ordenó desmontar la carpa. La compañía se esfumó de madrugada dejando abandonadas lonas, sillas, vestuario... Y hasta un elefante que los más veteranos del lugar dicen que vieron abrevando con un niño de doce o trece años. Una imagen totalmente surrealista que hubiera sido también cómica de no ser porque cuando en los años 70, muerto Franco, dentro de las exhumaciones organizadas por los familiares de los fusilados, se comenzaron a encontrar en las fosas huesos y restos desconocidos, entre ellos calaveras de niños... Se desconoce si pertenecían a los artistas o empleados de apoyo. Tampoco se sabe a ciencia cierta su número. Podrían rondar la veintena. Se habla de 40... ¿Estarían entre ellos la “amazona” del circo? ¿“La tiradora al blanco” que se anunciaba en los carteles? Los testimonios de abuelos de Lodosa recientemente recabados para actualizar esta edición del libro confirman todos estos hechos que hasta ahora habían pasado desapercibidos. Incluso los investigadores han seguido la pista a los descendientes de Giovanni y Aristidi Anastasini, propietarios de este circo cuya historia se remonta al siglo XIX. Algunos lograron huir a América. La historia continúa abierta.
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