- El estudio APPlying Mentoring, llevado a cabo por investigadores de cinco universidades estatales, entre ellas de la UPNA, ha concluido que la salud mental y emocional de las personas migrantes y refugiadas mejora gracias a la mentoría social. El trabajo, elaborado con el apoyo de la Fundación La Caixa y la Associació Catalana d’Universitats Públiques, ha analizado el impacto de la mentoría en tres grupos clabe: la adolescencia de origen migrante (proyecto Ruiseñor-Urretxindorra, que se lleva a cabo en la UPNA, la juventud no acompañada (el proyecto Referents) y las personas adultas solicitantes de asilo (con el proyecto de mentoría social Programa Català de Refugi).

El colectivo que muestra cambios más importantes es el de la juventud no acompañada. Este colectivo mejora significativamente en salud mental, autoestima, resiliencia y esperanza en un futuro mejor. La juventud mentorizada también mejora el triple en referencia a sus aspiraciones educativas, en comparación con la juventud que no participa en los proyectos de mentoría.

De los datos del estudio se extrae la hipótesis de que el potencial de mejora de la juventud no acompañada se debe, por un lado, a que la intervención del proyecto Referents incorpora un acompañamiento socioeducativo de elevada intensidad y, por otro lado, a que este colectivo parte de una situación de alta vulnerabilidad que permite que los cambios sean mucho más notorios que en otros casos.

La investigación concluye, por otro lado, que la mentoría social permite que distintos indicadores relacionados con la escolarización de adolescentes no empeoren de forma significativa, evitando así que sus trayectorias se debiliten de la misma forma que lo hacen aquellas de las personas que no cuentan con el apoyo de una persona mentora. Igualmente, su aprendizaje de la lengua se percibe dos veces mejor que el de las personas que no reciben la mentoría.

El profesorado de este colectivo, además, destaca que el alumnado mentorizado participa hasta tres veces más activamente en sus clases y que reducen su presencia en las aulas de acogida a la mitad, en comparación con el alumnado que no recibe la mentoría.

En lo referente al colectivo de personas adultas solicitantes de asilo, el estudio ha probado que la mentoría social favorece su bienestar socioemocional, complementando el apoyo formal y administrativo de las entidades de acogida.