“No hemos escatimado esfuerzos ni personales, ni mecánicos ni económicos para buscar a Joaquín y Alberto”. La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, resumía con esta frase, visiblemente afectada, 461 jornadas de incansable búsqueda día y noche, turnos doblados con hasta 120 personas trabajando al mismo tiempo y más de 450.000 metros cúbicos de residuos examinados al detalle. El operativo de búsqueda de Joaquín Beltrán, uno de los dos trabajadores desaparecidos en el derrumbe del vertedero de Zaldibar el 6 de febrero de 2020 -los restos de Alberto Sololuze se localizaron en agosto-, concluyó ayer sin éxito tras quince meses de infructuoso trabajo sin precedentes. El informe técnico reconoce que el hecho de no poder conocer su ubicación exacta en el momento del deslizamiento y la posibilidad de que los restos hayan quedado descompuestos tras todos estos meses ha hecho imposible localizarle entre los escombros.

Fue el propio lehendakari, Iñigo Urkullu, quien comunicó personalmente la decisión de dar por concluido el operativo de búsqueda a los familiares de Beltrán el pasado jueves. Ayer, reconoció que fue un día “nada fácil, ni feliz” después de quince meses de “largo trabajo de muchas personas con la ilusión por haber intentado todo lo posible para satisfacer lo que las familias de los dos operarios desaparecidos merecían”.

El operativo de búsqueda ha culminado, sin resultados satisfactorios, la última zona caliente en la que se consideraba que había probabilidades de hallar los restos del desaparecido y en la que estaban puestas todas las esperanzas para encontrarle: la fase 4 del desmonte 4, el punto en el que se encontraba el vehículo de Beltrán con las llaves puestas y el motor en marcha cuando fue arrastrado en el derrumbe a una distancia de unos cien metros ladera abajo.

Tras concluir esta búsqueda sin éxito, los consejeros de Seguridad, Josu Erkoreka, y de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, anunciaron ayer que se daba por concluidas las labores de búsqueda.

Son varias las causas que pueden explicar por qué, a diferencia del cuerpo de su compañero, Alberto Sololuze, que fue hallado el 16 de agosto de 2020, no ha sido posible encontrar el del vecino de Zalla. El informe técnico del Gobierno vasco apunta, por una parte, a que no se conoce con exactitud el lugar en el que se encontraba Beltrán en el momento del derrumbe, y por otra, a razones “mecánicas y químicas” que han podido contribuir a la “disgregación y descomposición del cuerpo”. Así, se advierte de que en la zona en la que fue visto por última vez no había ninguna estructura que lo protegiera, a diferencia de lo ocurrido con Sololuze, frente los milllones de toneladas que se precipitaron ladera abajo. “La situación de los elementos hallados dan muestra de la magnitud de la energía desarrollada en ese punto, como son la desaparición de la cuneta perimetral y el estado de las láminas de poliestireno que servían de aislante del vaso”, recoge el informe.

Por todo ello, los técnicos de la dirección de Emergencias y Meteorología concluyen que “entendemos que, de haber existido unos restos con una limitada dispersión o una reducida descomposición, Joaquín Beltrán tendría que haberse localizado”, como se hizo con los restos de su compañero, ya que la metología de trabajo en ambos casos ha sido idéntica.

El derrumbe del vertedero de Zaldibar, el 6 de febrero de 2020, fue un suceso inédito no solo en el Estado, sino también en el resto de Europa: 2,5 millones de toneladas de residuos colapsaron aquel día ladera abajo, llevándose por delante las vidas de dos de los trabajadores que en aquel momento se encontraban en el lugar.

“Decenas de personas han puesto lo mejor de sí mismas para encontrar a Joaquín Beltrán”

Consejero de Seguridad

“El coste económico será asumido por la empresa, pero esto no es lo que más nos preocupa ahora”

Consejera de Medio Ambiente