Allí donde el verde predomina, los montes sobresalen y el agua del río Bidasoa suena, se encuentran Baztan y Bertiz Aventura Park, dos espacios naturales que acogen a más de 1.200 niños durante los campamentos de verano. Con el tiempo a favor, el parque de arborismo recibe a los más valientes, las tirolinas de más de 100 metros sueltan la adrenalina de los txikis, la vía ferrata les transforma en Alberto Ginés -actual campeón olímpico de escalada en los Juegos Olímpicos de Tokio - y el cañón de aquapark les anima a mostrar las destrezas que tienen saltando desde una plataforma de cinco metros, lanzándose por un tobogán de piedra - creado por el desgaste del agua beartzundarra - o rapelando una pared de once metros.

Desde hace 27 años, la empresa BKZ Aventura Park tiene como objetivo mostrar que los deportes de aventura se pueden considerar como una actividad “humana”, “realizable” y “segura”. De allí que hace tres años remodelaran el parque de arborismo de Narbarte instalando una vía continua. De esta manera, los mosquetones y las poleas de los aventureros están constantemente vinculados a un cable de seguridad. “Hace un par de semanas, 33 niños de entre tres y cinco años vinieron a completar los diversos circuitos que tenemos entre los árboles. Al ver la altitud que tenían, 12 de ellos se echaron para atrás. Ahora bien, el temor les duró poco. Para cuando dos de sus compañeros habían finalizado la travesía, doce de los once ya se habían puesto el equipamiento al ver que era seguro”, narra Mattari Altzuarte, propietario de los campamentos BKZ.

Al realizar las actividades en diversos puntos de Baztan y Bertizarana, los txikis que acuden al kanpaldi con ganas de piragüismo, rafting, paintball, péndulo, etc. duermen en distintos albergues de la comarca. Actualmente, por tema covid-19, cuentan con un 50% de aforo y con la obligación de llevar la mascarilla en caso de que no se guarde las distancias. “En este último año, he percibido que la gente ya no le tiene miedo, sino respeto”, afirma Altzuarte. Y añade: “Durante estos meses, ningún rastreador nos ha llamado para comunicarnos algún caso positivo, por lo tanto, esto demuestra que los parques de aventura son seguros”.

irrisarri land A falta de playa en Navarra, en la zona de Bortziriak de la Montaña se ubica otro parque de aventura, más conocido como IrriSarri Land. Con el nombre de Basajaun Udalekua, estas instalaciones ofrecen a niños de entre 6 y 16 años una semana de libertad, entretenimiento y nuevas amistades. Desde que se despiertan a las ocho hasta que se acuestan a las 23.30 horas la diversión está más que asegurada.

A las mañanas, al ritmo de la música de IrriSarri Land, los niños y niñas se levantan con el objetivo de afrontar sus primeras actividades. Al considerarse un campamento temático, el planing matutino de cada integrante es distinto. Mientras los de multiaventura pasean por el parque en tren, los de chef cocinan en los fogones y los de bike hacen descensos con su propia bicicleta o con la que han alquilado en el mismo establecimiento. Antes de irse a comer, los txikis disfrutan de su tiempo libre en el jolastoki, el cual dispone de un rocódromo, unas pistas deportivas, unos hinchables o un circuito de bicicleta. Ahora bien, siempre están vigilados por un monitor.

Al igual que en las actividades, a la hora de comer los niños acuden al comedor en distintos grupos. El objetivo es aligerar las cosas y respetar el protocolo covid-19. También por precaución, han puesto en marcha el concepto burbuja, que supone compartir cualquier práctica o mesa con las mismas personas .

A la tarde, independientemente del campamento al que estén inscritos, los aventureros realizan el mismo programa. Se lanzan de las ocho tirolinas -una de ellas es la tirolina más larga de Navarra-, combaten con la láser tag, recorren la ruta de los sentidos, corretean con los juegos dinamizados por los monitores, sacan a pasear los caballos, etc. “De todo lo que hemos hecho lo que más nos ha gustado es el descenso de bicicletas”, confiesan Adrián M, Aimar M. y Julen A., los valientes que se apuntaron al campamento para practicar juntos lo que les une. Para Eder L. en cambio, lanzarse de las tirolinas ha sido lo mejor.

Una vez agotadas todas las energías, los txikis se disponen a cenar. “Como están en época de crecimiento, procuramos ofrecerles un menú de lo más saludable”, explica Joxe Elgorriaga, gerente del parque igantziarra.

Con el estomago lleno, hacia las 22.00 horas, los participantes se enfrentan a la hoguera donde además de pasárselo en grande con las linternas o walkie talkies también resuelven los conflictos del día. Según Raúl Giralde, director del Basajaun Udalekua, “este campamento ayuda a fomentar el respeto entre ellos y hacia el entorno”. l