La cuestión de los cuidados y su histórica vinculación al mundo femenino, aún vigente, preocupa a estas mujeres. Los hombres estudian carreras más científicas y tecnológicas que a nivel profesional cuentan con un mayor reconocimiento social y económico mientras que las mujeres apuestan por estudios más vinculados a los servicios sociales y a los cuidados. Y esa primera elección acarrea el desequilibrio posterior.

"Las mujeres desempeñamos en el ámbito público lo que históricamente hemos hecho en el ámbito privado. Desarrollamos empleos que tienen relación con los cuidados, la asistencia y el servicio a los demás. El mundo está lleno de profesoras que han hecho carreras técnicas y trabajan en institutos, la sanidad y el sector social están llenos de mujeres. Desde ahí ya hay una diferencia. Podemos hablar de brecha salarial pero los trabajos que ellos desarrollan no tienen nada que ver con los que ejercemos nosotras", reflexiona Oihana Lorea, trabajadora social de 36 años, emprendedora (Artelan) y residente en el Pirineo.

La solución se antoja doble. Hay que acercar a las mujeres a las ingenierías y a la ciencia, mostrando referentes para que se visualicen en esas profesiones, al tiempo que se revaloriza el papel de los cuidados. Porque, como señala la moderadora, "poner el cuidado en el centro supone que el trabajo de las mujeres vale lo mismo y es central en la economía".

La teoría parece lógica pero surgen miedos. "Con la pandemia muchos grupos feministas han reivindicado poner los cuidados en primera plana y eso puede provocar que las mujeres vuelvan al hogar. Hay que tener cuidado con ese discurso", advierte Isabel Díez. La profesora de la UPNA Patricia Amigot asiente. "En la pandemia se ha visto lo importante que son las profesiones de cuidado. De hecho en los primeros momentos se pusieron en el centro, pero luego eso desapareció. Lo que nos parecía que iba a transformar el imaginario, el valor simbólico de lo que hacen las mujeres... no sé donde ha quedado", se lamenta esta investigadora.

Oihana Lorea, impulsora de Artelan, una consultora dedicada a proyectos de Desarrollo Local, Participación Ciudadana e Investigación Social, pone sobre la mesa otro peligro. "Me da miedo que nosotras mismas asimilamos los cuidados a las mujeres. O lo hacemos nosotras o lo externalizamos pero no contemplamos la parte masculina en igualdad y responsabilidades en los cuidados", afirma.

En opinión de la profesora de la UPNA Patricia Amigot hay que hacer las dos cosas. "Hay que revalorizar los cuidados pero repartirlos para que no estén feminizados. Cuando damos tanta importancia a la tecnología, a la ciencia dura como algo de prestigio y claro que las niñas tienen que entrar ahí, por supuesto, pero también reforzar que lo otro se queda siendo profesiones femeninas. Hablo de cuidado profesionalizado. Creo que hay que valorar el cuidado pero para darle la vuelta a la organización social y repartirlo", reflexiona Amigot, que considera que se ha avanzado en políticas sociales y servicios públicos "pero llevamos años de políticas neoliberales que han ido erosionando el estado del bienestar".