Bárbara tiene la tensión un poco alta y hace semanas que no concilia bien el sueño. A sus 70 años nunca imaginó que tendría que salir de su casa de Rivne, en Ucrania, y escapar junto a su hija Irina y sus nietas Victoria y Yulia, de 15 y 13 años a otro país a más de 3.000 kilómetros de distancia. Pero así fue: hace apenas unos días llegaron a Navarra gracias al transporte y las gestiones de la oenegé Segunda Familia y ahora están alojadas en un piso del centro de Pamplona / Iruña, cerca del complejo hospitalario. Pese al alivio que sintieron al llegar a un lugar en paz, aún hoy a menudo, ella, su hija y sus nietas se despiertan en mitad de la noche y se sobresaltan al escuchar las sirenas de las ambulancias que van hacia Urgencias o los coches de policía que atraviesan zumbando la avenida de Bayona.

La familia de Bárbara Hrytsiuk, su hija Irina y sus nietas Victoria y Yulia, junto a Uxue Apezteguia de la ong Segunda Familia, a las fueras de Forem Navarra. Foto: Cedida

"Escuchamos esas sirenas y nos desvelamos e inquietamos, nos parece que son las alarmas anti-aéreas y tenemos que correr a escondernos. Ahora en Ucrania las ambulancias no llevan sonido, las únicas sirenas que se escuchan son las que nos avisan de los bombardeos", cuenta Bárbara a la médica Lourdes Lopetegui, que la atiende por primera vez en el antiguo centro de Forem en Mutilva / Mutiloa.

La doctora Lopetegui es una de las sanitarias del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea que asiste a personas desplazadas por el conflicto en Ucrania. Este es un nuevo dispositivo que se ha puesto en marcha para ofrecer una primera atención básica por parte de la Subdirección de Urgencias del Servicio Navarro de Salud - Osasunbidea en coordinación con el Departamento de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra para cuando llegan grupos más numerosos de personas refugiadas, como las que se alojaron en el albergue de Alsasua, las que llegaron a Corella o todas aquellas que han viajado en algunos de los autobuses fletados por oenegés y asociaciones. Así, para muchas familias ucranianas recién llegadas a la Comunidad Foral este es su primer contacto con nuestro sistema de salud.

En estas instalaciones del antiguo Forem de Mutilva, que hasta hace un par de días servían como lugar de referencia para la pandemia del COVID-19 en Navarra, ahora hay una salita de espera con juguetes para los niñas y niñas de las familias ucranianas, un pequeño dosier con informaciones sanitarias y partes de cuerpo en ucraniano y castellano, y dos pequeños consultorios para reconocimientos médicos básicos para adultos y también de pediatría.

Consulta médica en las antiguas instalaciones de Forem, en Mutilva. Foto: Cedida

Pero también esta primera atención, según explica Kiko Betelu, responsable de la Subdirección de Urgencias, es también administrativa: "Se trata de regularizar o normalizar de alguna manera la asistencia sanitaria y hacer una primera recepción para aquellas personas que acaban de llegar. Aquí comprobamos sus datos, se les abre un expediente en el sistema y se les asigna un CIPNA —el Código de Identificación de Navarra— que más tarde, hecho el empadronamiento y obtenida la protección temporal como personas refugiadas se convertirá en una futura tarjeta de salud". Una cobertura sanitaria que ya han obtenido en Navarra cerca de 650 personas, casi la mitad del total de 1.287 personas procedentes de Ucrania que han llegado huyendo del conflicto. Aunque, tal y como recuerda el propio Kiko Betelu, muchas de ellas la han obtenido en sus centros de salud, ya que la mayoría de las ucranianas y ucranianos que llegan se están alojando con parientes y amistades que ya residían aquí.

Los pasaportes de Ucrania junto a la primera ficha médica del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea.

Foto: Cedida

También en esta primera atención se trata de hacer "conciliación farmacéutica", es decir, saber si tienen algunas alergias o enfermedades crónicas, como pueden ser diabetes o problemas cardiacos, y se les da ya la posibilidad de obtener inmediatamente las recetas o el medicamento necesario para sus dolencias en cualquier farmacia de Navarra.

Artritis y estrés post-traumático

Bárbara, Irina, Yulia y Victoria llegaron a Forem en transporte del propio Servicio Navarro de Salud que se acercó hasta su actual domicilio. Pero también las acompañó en todo momento Uxue Apezteguia, su "madrina" aquí y que fue una de las cinco personas que realizó con ellas todo el viaje por carretera desde Polonia hasta Navarra. Uxue lleva más de diez años involucrada en la oenegé Segunda Familia, hace una década comenzó participando en programas de acogida de menores procedentes de Ucrania, hasta que al final esta acogida desembocó en la adopción de su hija, que ahora tiene 18 años.

Así, Uxue y otras personas que participan en esta organización han estado muy involucradas en la acogida de personas, familias y menores que tenían vínculos con Navarra y han sido desplazadas y afectadas por la guerra. Uxue regresó hace apenas unos días atrás en un autobús que fletó su asociación: una expedición en la que partieron con cinco personas voluntarias -dos chóferes, dos enfermeras y la propia Uxue Apezteguía- y que regresaron con 52 personas refugiadas, la mayoría mujeres con niños y niñas. "Todo en el viaje ha ido muy bien, pero hicimos muchas paradas porque venían niños pequeños y personas vulnerables, como un niño que está en tratamiento oncológico y otro que parece ser que tiene algún trastorno del espectro autista y necesita atención. También hay que recordar que muchas de estas personas vienen muy tocadas por la guerra, sus maridos y familiares se han quedado allí y han sido semanas muy complicadas".

Victoria, de 15 años, da cuenta de todo esto ante la mirada de dolor de su abuela, que asiente a sus palabras: "Da mucho miedo lo que pasa en Ucrania, las bombas no tienen compasión por nadie. Está todo destrozado. Pasamos muchos días en los refugios, escondidas bajo tierra, en los sótanos, sin comida, con frío. Hemos visto morir a amistades, personas conocidas y familiares. Han sido días muy duros, muy desgarradores. Y aunque aquí estamos bien, seguimos preocupadas. Mi padre y mis tíos siguen allí, bajo los proyectiles, las balas y los cohetes". "No tenemos suficientes palabras para agradecer toda la atención que nos están presentando aquí en Navarra, sufrimos mucho, pero estamos muy agradecidas", añade su abuela.

La doctora Lourdes Lopetegui pasa consulta a Bárbara y a su nieta Victoria, ucranianas que han huido de la guerra. Foto: Cedida

Ambas, abuela y nieta, han pasado un reconocimiento médico básico con la doctora Lopetegui y la enfermera Paula López, con la ayuda y la asistencia de la traductora Vika. En una pequeña salita, que hace tan solo unas semanas servía como espacio para hacer tests PCR, ahora les toman la tensión, les abren una primera ficha informática en el Servicio Navarro de Salud y les toman datos personales como su edad, su peso, si sufren enfermedades crónicas, tratan de saber si han pasado el COVID-19, si han tenido alguna cirugía o algún proceso médico relevante y saber qué vacunas tienen puestas.

Bárbara resulta tener una salud extraordinaria a sus 70 años y su tensión un poco elevada se debe, según parece, a los nervios, el estrés y el trasiego de haber huido de la guerra. "Tiene usted una salud magnífica", le dice la médica Lourdes. Sin embargo, Bárbara se queja de que últimamente le duelen las manos y las muñecas. Es la artritis. La doctora Lopetegui le hace saber, a través de la traductora, que eso es normal, por el cambio a un clima más húmedo como el de Navarra y que casi seguro irá notando mejoría conforme pasen los días.

La enfermera Paula López toma la tensión a Irina Hrytsiuk, refugiada ucraniana. Foto: Cedida

No obstante, la doctora sí que está muy preocupada por esas migrañas, por la falta de descanso, por el estrés y los nervios que les causan a Bárbara y su nieta cualquier ruido estruendoso, las sirenas y todas las pesadillas causadas por los horrores de la guerra. Les explica que tienen que tratar descansar y que si se encuentran mal, pueden acudir a los médicos aquí, si necesitan terapia, apoyo emocional o psicológico, o si no logran conciliar el sueño y necesitan algún tipo de relajante. Bárbara le replica que en su familia no son muy de tomar medicamentos, que trata de hacerse infusiones de manzanilla y relajarse, pero que si no logra mejorar en los próximos días buscará ayuda. Al terminar estas palabras, Bárbara, emocionada y conmovida por el apoyo de la doctora del Servicio Navarro de Salud se funde con ella —y después también con la enfermera— en un sincero abrazo. Al tiempo que se despide diciéndole: "Diakuyu, diakuyu". "Gracias, muchas gracias", en ucraniano.