La Asociación Navarra de Apoyo a la Infancia, conocida por sus siglas como ANAIF, se fundó en enero de 2016, por iniciativa de familias con hijos con dificultades de diversidad sociofuncional y terapeutas.

Construyendo muebles para crear la zona de reposo.

Las familias que forman ANAIF, entre las cuales se encuentran madres como Regina Laquidáin, ayudan a sus jóvenes a superar sus problemas mediante proyectos con los que acostumbrarles a retos habituales de la vida. Entre ellos están los campos de trabajo, el primero de los cuales, comenta Laquidáin, “surgió por iniciativa de los chicos más mayores de la asociación, que para entonces ya habían estado todos los veranos organizando campamentos”. En aquel momento tuvieron la idea “de ayudar a los habitantes de alguna localidad, en este caso Eulate”. Una vez surgido el planteamiento, “se les acompañó todo un año para su preparación”.

De descanso en las literas durante el trabajo de remodelación.

Aquel primer campo de trabajo se materializó en 2018 y a lo largo del mismo “se dinamizó a los niños del pueblo, se trabajó con las infraestructuras del municipio y se atendió a la residencia de mayores”. Aquello “fue muy satisfactorio para ellos porque, tal y como comentaban, pasaron de ser ayudados a empezar a ayudar a otras personas”. Otro campo de trabajo se hizo en 2019 y, tras dos años de pandemia, la actividad se ha retomado. El primer encuentro se ha hecho en julio en el albergue de Eulate y en agosto se organizará otro en ese mismo pueblo.

Además, este año han recibido un apoyo extra gracias a “una donación de Volkswagen”, así como “ayuda de CINFA”. Ha habido asimismo “entidades colaboradoras que han aportado alimentos”. Es el caso de “Lacturale y Postres Ultzama”. “Por lo demás, como entidad sin ánimo de lucro, de momento estamos funcionando solos”, detalla.

Actividades

Javier Remacha, uno de los participantes del proyecto, quien lleva ocho años en este grupo, explica que han venido a “remodelar y mejorar el albergue”. En la parte trasera están desarrollando “una zona de chillout que constará de palés o soportes de madera, sofás y una mesa”.

Según describe otra integrante del grupo, Paula Chapa, que ha estado en el grupo desde hace cuatro años, existe asimismo “un taller de pintura, porque los colores del edificio se veían muy sucios y viejos y se quería cambiar esa tonalidad poniendo colores blancos y cálidos”.

Chapa añade que también llevan a cabo “dos actividades por la mañana: una dedicada al deporte -por ejemplo frontenis y tenis de mesa- y otra a actividades más creativas cocina o teatro de marionetas”. Estos ejercicios se hacen “dentro del grupo”.

Esta joven explica que “el grupo se divide en tres subgrupos”. Cada uno de ellos se turna cada día para ejecutar diferentes tareas; por ejemplo, “limpiar, fregar y barrer baños y pasillo”, así como “supervisar la instalación eléctrica o labores de carpintería”. Quien guía a cada grupo son padres voluntarios a los que se les de bien alguna de las actividades mencionadas.

Chapa indica que “uno de los propósitos del encuentro celebrado en Eulate es preparar la casa de cara a la futura llegada de visitantes, para que puedan hospedarse y comer disfrutando de un entorno tranquilo”.

El otro objetivo es que los integrantes del campamento aprendan “a lidiar con situaciones cotidianas de la vida, como el fundido de una bombilla o instalar el Wifi, sin necesitar a otras personas”. Ellos lo llaman autodefensa para la vida , porque a través de este enfoque crean herramientas para defenderse en el mundo.

Encuentro en agosto

Remacha añade que, mientras que otros años han trabajado “en distintas partes del pueblo”, en esta ocasión se dedicarían “solo al albergue”. Esto es así porque “el resto de las actividades de la localidad ya están programadas con otro campamento que se realizará en agosto” y donde algunos de los miembros de esta dinámica actuarán “como monitores”. Será un “encuentro generacional” en el que tomarán parte tanto los jóvenes del valle como los moradores de la residencia de ancianos de Eulate.

Regina Laquidáin revela que la idea de cara a los próximos años “es continuar con los campos de trabajo para los miembros más mayores de Anaif y con los campamentos para los más pequeños”. “Suponemos que cada año habrá temáticas distintas y se tratarán aspectos diferentes, pero en principio seguiremos viniendo al albergue de Eulate porque estamos más seguros en un espacio que gestionamos nosotros”, concluye.

Concesión administrativa

Regina Laquidáin prosigue indicando que “el albergue es propiedad del Ayuntamiento” y que “es año pasado su administración salió a concurso y fue adjudicada a Anaif”. Consecuentemente, la asociación comenzó a gestionarla “el 1 de abril de 2022”.

La alcaldesa de Eulate, Idoia Martínez de la Hidalga, añade que el consistorio sacó “la posibilidad de que alguien interesado llevara el refugio para que el Ayuntamiento pudiera descargarse de su responsabilidad y centrarse en otros aspectos de la administración municipal”. El plan era “probar durante un año qué tal iba la concesión”.

Por el momento, desde el Ayuntamiento se han mostrado “contentos” porque “no se oye ruido por las noches”, dado que “una experiencia habitual durante el alquiler de espacios es que hay mucho alboroto y los vecinos se quejan”.

La alcaldesa agradece a su vez que los miembros del campo de trabajo colaboren “en las obras del pueblo”. Por ejemplo, una mañana “se ofrecieron para retirar y guardar las barracas de fiestas”.