Partiendo de la base de que “a nadie nos han enseñado a enfrentarnos a una enfermedad como el cáncer, ni nos han enseñado cómo tenemos que dirigirnos”, el psicólogo Chema Larráyoz Pérez, de la AECC, impartirá en el congreso un taller práctico para “aprender a comunicarnos vivenciando la enfermedad en familia”.

Para ello, en primer lugar, ha considerado necesario “estar informado de cómo son los procesos. Lo primero que trabajamos es observar; antes de hablar, de preguntar, como ya conocemos a nuestro familiar, observar. Después, cuando se necesite, hacer preguntas abiertas para que la persona pueda expresarse con libertad , y respetar esas respuestas”, creando espacios para que puedan manifestarse. En este sentido, ha aclarado que “cada persona tiene su proceso de adaptación: el paciente lo va a llevar de una manera; la mujer o marido, de otra; y los hijos, diferente. Hay que respetar que cada uno tiene su proceso y su forma de llevarlo. Y, al final, hay que intentar hacer un equipo entre todos”.

Además, también intentan “dar pautas para esos momentos complicados, como cuando hay muchos silencios dentro de la familia, cuando hay llanto, cuando noto que mi pareja está sufriendo...”.

Apunte

  • Sintomatología ansioso depresiva. En cuanto a las repercusiones psicológicas, el especialista ha apuntado que “la dificultad en general es la adaptación al proceso de diagnóstico, proceso de enfermedad y tratamientos". De este modo, , ha explicado Chema Larráyoz "la sintomatología más resultante suele ser la ansiosa y/o depresiva”. 

Cuando las familias se enfrentan a un diagnóstico de cáncer, lo primero que hacen desde el servicio de Psicología de la asociación es “acompañarles en ese proceso que llamamos de adaptación. ¿Cómo lo tienen que hacer? Con todo el cariño del mundo. Cada persona se adapta a esto como buenamente puede y siempre un poco con los recursos que ha ido trabajando a lo largo de su vida. ¿Qué es lo que intentamos hacer? Facilitar pautas que nosotros podemos aportar con los recursos que ellos ya pueden tener para que este afrontamiento sea lo mejor posible”, ha dicho Larráyoz.

Preguntado por cómo podemos comunicar que tenemos esta patología a un hijo o hija pequeño, ha respondido que no hay unas pautas concretas, ya que dependerá de cómo sea cada niño o niña. No obstante, ha considerado “muy importante transmitir la información con la mayor sinceridad posible, dentro de que hay que adecuarla a la edad de ese menor, y a mi siempre me gusta que, además, les preguntemos cómo están y qué es lo que han entendido, porque es la única forma de ir adaptando el mensaje progresivamente”. Posteriormente, uno o dos días más tarde, “cogemos a los niños por separado” para volver a hablar con ellos y darles una información más individualizada, intentando implicarles en el proceso.