Rosa Cobo ha ofrecido esta tarde en la UPNA la conferencia inaugural del I Congreso Internacional Historia de la Memoria en la Educación. Esta escritora defiende el valor de la memoria histórica en las escuelas: “Sin ella no hay posibilidad de construir una buena alternativa para el presente ni para el futuro”.

Su conferencia ha inaugurado el I Congreso Internacional Historia de la Memoria en la Educación. ¿Qué le parece esta iniciativa? 

–Me parece una iniciativa magnífica porque creo que es fundamental hacer una reflexión y una reivindicación de nuestra memoria histórica. Sin memoria histórica no hay posibilidad de construir una buena alternativa para el presente ni para el futuro. La Historia es la que nos señala cuáles son las sendas que debemos transitar y cuáles debemos de evitar. En ese sentido me parece magnífico pero también me parece muy interesante que esté centrado en la educación porque es la educación es una herramienta fundamental para articular la subjetividad individual y colectiva,

Su charla lleva por título Memoria y Ciudadanía en la historia del feminismo. ¿Cuál va a ser el enfoque y el encaje con el tema de la memoria?

–En primer lugar voy a hacer una reflexión sobre la relevancia que tiene la genealogía feminista dentro del feminismo como movimiento social y como tradición intelectual. Y en ese contexto voy a relatar la historia del feminismo como pensamiento y como práctica política a partir de la secuenciación del feminismo en cuatro olas del feminismo: la primera en el siglo XVII, la segunda en el XIX, la tercera en el XX y la última en el XXI. En cada una de ellas hemos conseguido nuevos derechos, hemos ensanchando la ciudadanía y uno de los nervios que recorre la historia del feminismo es la lucha feminista para que las mujeres pueda acceder a la educación.

El feminismo ha tenido que luchar contra muchos detractores que no querían que se avanzara en la ampliación de los derechos de las mujeres. Algo similar le ha ocurrido a la memoria histórica y a las víctimas de la represión franquista.

–Sí tiene esa semejanza. El feminismo es una larguísima tradición intelectual y un poderosísimo movimiento social que lo que hace es hacer un relato de quienes somos la feministas y lo que hemos hecho a lo largo de la historia. Como el feminismo tiene una propuesta política de transformación social, quienes no consideran que la sociedad debe ser transformada en la dirección de ampliar los derechos de las mujeres, construyen que relatos alternativos al feminismo que distorsionan nuestra historia y que distorsiona nuestra propuesta emancipatoria. Y en la memoria histórica ocurre algo similar.

Distorsionar u ocultar la historia para que no se sepa lo que ocurrió. 

–Hay un intento, a veces mas explícito a veces es más oculto, por privarnos de saber quiénes somos, por privarnos de saber de dónde venimos por privarnos, en definitiva, de nuestra memoria histórica. Esto ocurre en el feminismo y también pasa con todo lo relacionado con la criminalidad que significó el franquismo. Forma parte de la misma operación, de la operación de que nada pasó. Evitar las dimensiones transformadoras que tiene el feminismo. La propuesta tan fuerte que tiene de cambio social. Se trata de hacer del feminismo algo que sea festivo, algo que carece de historia, contar que es un nuevo movimiento social, contar que somos casi nuevas...

Algunos sectores aseguran que la Ley de la Memoria Democráticay otras tantas iniciativas impulsadas en los últimos años solo sirven para “reabrir heridas”. No son conscientes de que las heridas de las víctimas de la represión franquista nunca se han cerrado. No se les ha permitido hacerlo.

–Así es. Creo que el intento de ocultar lo que ocurrió, el intento de borrar nuestra memoria, está condenado al fracaso. Las heridas no se pueden cerrar en falso porque se vuelven a abrir y se abren con mucha más virulencia. Como sociedad nos corresponde asumir qué es lo que ocurrió y poner todos aquellos instrumentos en funcionamiento para que no vuelva a ocurrir y desde luego implementar políticas de reparación.

No se puede avanzar sin conocer nuestro pasado.

–No se puede, no funciona.

En Navarra en ocasiones se observan situaciones llamativas. Y es que algunos sectores tienen mucho interés en que en los centros educativos se hable del terrorismo de ETA pero no ven tan necesario recordar los crímenes del franquismo. Y al contrario. 

–Hay que lograr un equilibrio a la hora de contar la historia. La única manera de cerrar las heridas es sabiendo, es saber. Y creo que las escuelas, los institutos, la universidades tenemos la obligación de contar los hechos, lo más objetivos que podamos, de lo que ha ocurrido, y eso no excluye que ese relato que hagamos y que tenemos que construir retrospectivamente, eso no quiere decir que polaricemos la sociedad. Se pueden hacer relatos con cierta distancia, con cierto equilibrio, que no estén orientados a polarizar la sociedad sino a tejer relaciones.

Y este Congreso es una muestra de que son muchos los y las docentes que han querido llevar a las aulas proyectos relacionados con la recuperación de la memoria.

–Sí es importante que cada vez sean más los docentes que transmiten esta memoria a las generaciones más jóvenes. l