La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado recientemente de conformidad a 18 meses de prisión a un joven pamplonés de 29 años que ejerció entre 2009 y 2013 como monitor de ocio y tiempo libre en varios campamentos y en el transcurso de los cuales efectuó varios tocamientos sobre un menor que no había alcanzado los 10 años en aquellas fechas.

En la sentencia acordada entre la Fiscalía, la acusación particular y la defensa se le aplica al acusado la eximente incompleta de enajenación mental, ya que sufre una enfermedad mental que causaba que sus facultades estuvieran mermadas de forma grave en el momento de los hechos. Además, se le impone la prohibición de ponerse en contacto con la víctima durante un plazo de tres años y seis meses, mismo tiempo que se le aplica de orden de alejamiento. Se acuerda igualmente la seguridad de sometimiento a tratamiento médico externo durante dos años continuando el tratamiento que sigue en la actualidad. Además, debe indemnizar al menor con 5.250 euros.

"Para nosotros lo más importante de la sentencia es que mi hijo fuera reconocido y que nadie dudara de su testimonio"

Madre del menor víctima

El acusado participaba como monitor de tiempo libre y formaba parte de un grupo que organizaba actividades en Pamplona. Así, entre los años 2009 y 2013, el encausado realizó tocamientos en varios momentos aprovechándose de la indefensión de un niño que apenas tenía 8 años de edad. Así, cometió los abusos tanto en un viaje en autobús a excursiones, como en las actividades en una piscina y en un campamento. En todas las ocasiones le efectuó tocamientos entre las citadas fechas, prevaliéndose de su posición y abusando de la confianza que depositaba la familia en la organización para dejar a su hijo a su cuidado. El menor, que denunció los hechos ante la Policía Foral en 2020 aun cuando no había alcanzado la mayoría de edad, presenta una sintomatología ansioso-depresiva como consecuencia de estos hechos.

Unos hechos reconocidos ya años atrás

La madre del menor, víctima de dichos abusos, relató a este periódico que la interposición de la denuncia años después de que ocurrieran los abusos no ha impedido finalmente una sentencia condenatoria. “Nos gustaría que al resto de víctimas les llegara el mensaje de que nunca es tarde para las víctimas y que uno tiene que actuar y denunciar cuando se encuentra preparado para ello. Para nosotros lo más importante de la sentencia es que mi hijo fuera reconocido y que nadie dudara de su testimonio, así que el agresor ha reconocido los hechos y ha aceptado la pena”.

La madre recuerda que el proceso de denuncia con su hijo ha sido proceloso, puesto que ya hubo hace cuatro años un primer reconocimiento de lo ocurrido por parte de la asociación para la que trabajaba el monitor. “Por entonces mi hijo ya recibía ayuda psicológica, pero no era realmente consciente de lo que había sufrido. Fue a raíz de alcanzar la adolescencia cuando tomó conciencia de lo sucedido. Al hablar con su terapeuta, fue cuando entendió que era el momento oportuno de denunciar, porque ya podía afrontar todo ese proceso con ayuda y podía manejar mejor la situación de revivir aquellos abusos con mejores recursos y herramientas porque es un proceso muy duro y muy frío”.