La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado a 20 años y 9 meses de prisión a un hombre Fabián Benito A.T., de 45 años y vecino de Pamplona, por haber agredido sexualmente a dos hermanas, menores de edad, y que convivieron durante un año en su domicilio familiar de la capital navarra debido a que al acusado y su familia tenían vínculos de amistad con la madre de las menores, que vivía fuera por razones laborales. El acusado debe indemnizar con 60.000 euros a una de las chicas y con 12.000 euros a la otra, y además le imponen siete años de libertad vigilada. Por último, también le condenan a cuatro años de cárcel por maltratar a las menores.

El acusado negó en el juicio todos los hechos, pero la Audiencia ha declarado probado que desde enero de 2015 hasta mayo de 2016 la madre y sus dos hijas, nacidas en 2004 y 2006 respectivamente, se trasladaron a vivir al domicilio del procesado, que convivía con su esposa, su hija y una estudiante universitaria. La madre alquiló una habitación al procesado para que residieran sus hijas, ya que ella trabajaba en un pueblo de la Ribera. Dejó a las niñas a su cargo a cambio de una remuneración y acudía a verlas cada semana o cada 15 días. El procesado no trabajaba, por lo que estaba con frecuencia en el domicilio, imponía las normas a las niñas y les obligaba a realizar tareas del hogar.

Malos tratos

Con el tiempo, el procesado empezó a tratar a las niñas de forma diferente, más rigurosa, y posteriormente de forma agresiva, aprovechándose de que no estaba la madre presente y de la vulnerabilidad de las menores. Así, les decía que su madre las dejó con ellos porque no las quería, que era infiel, que se quería deshacer de ellas. La sentencia reconoce que “tales expresiones reiteradas ageneraron un profundo malestar en las menores”. Además golpeaba a las menores y les levantaba la mano. A la mayor le puso clavos en los zuecos de andar por casa para que caminara bien y un palo de escoba en la espalda. A la otra niña, con ocho años, le obligaba a limpiar, hacer la comida, cuidar a los niños y un día que enfermó de la tripa y se fue al baño, el acusado le golpeó y sangró de la nariz.

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La resolución refleja que tras un mes de convivencia, “aprovechando su superioridad derivada de su control sobre las menores ante la ausencia de la madre”, les sometió a varios actos contra su libertad sexual. Así, a la hermana mayor le realizó tocamientos y le obligó a masturbarle. Asimismo le puso videos porno y le decía que aprendiera para hacer lo mismo. Antes de que la hermana pequeña hiciera la primera comunión, también el acusado la sometió a tocamientos y comportamientos similares que incluso desembocaron en varias agresiones sexuales en casa y en el coche cuando se la llevaba a un polígono aislado. Además, el procesado le decía que no se lo dijera a nadie, que era secreto de los dos. Las dos niñas no hablaron en ningún momento entre ellas de lo ocurrido, creyendo que cada uno de esos ataques no se los hacía a la otra hermana, y tan solo comentaban los golpes y expresiones descalificatorias hacia su madre que les profería. En mayo de 2016 cesó la convivencia y la madre, sin aún saber nada, se llevó a las niñas a otra vivienda. La madre también denunció que el acusado le trató de besar y que le efectuaba tocamientos.

No fue hasta marzo de 2021 cuando estalló el caso. Entonces, la hermana pequeña sufrió un ataque de ansiedad en el colegio al recordar los sucesos vividos con el acusado. Se lo contó a su profesora, a la orientadora y a su madre. Las dos niñas recibieron atención psiquiátrica de urgencia, al sufrir la menor trastorno de estrés postraumático y de pánico y la mayor síntomas de ansiedad.