Un estudio ha relacionado por primera vez el uso problemático de internet, que afecta a un 15,5 % de los jóvenes de entre 11 y 18 años, mientras el 3,3 % de los usuarios de videojuegos presenta indicios de este trastorno, que ocasiona un peor estado físico mental y social.

Esas son las principales conclusiones de un estudio elaborado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), la Universidad Pública de Navarra, la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Deusto entre una muestra de 2.024 jóvenes de 16 centros educativos en siete comunidades autónomas.

Según datos del INE, en 2019 el 79 % de los niños de 10 años poseía un ordenador, el 22,3 % teléfono móvil, unos porcentajes que, a los 15 años, ascendían al 93,6 y 93,8 %, respectivamente.

El investigador del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud y Metodología de Investigación de la UPV/EHU Juan Manuel Machimbarrena ha remarcado que el uso problemático general de internet supone un uso disfuncional del manejo y de la gestión de la red, ha informado la UPV/EHU en un comunicado.

"No es un trastorno propiamente dicho. Para que haya un uso problemático tiene que haber una preferencia por la interacción online y un uso compulsivo que genera conflictos", explica.

Por su parte, el trastorno de juego por Internet es una conducta específica vinculada a los videojuegos en línea que tiene las características de una adicción.

"Las personas con este trastorno se ponen nerviosas cuando no pueden jugar, pueden llegar a tener síntomas psicológicos o incluso psicosomáticos que les pueden originar problemas en su vida diaria", asegura Machimbarrena.

Los investigadores señalan que hay jóvenes que usan internet y los videojuegos para regular su estado de ánimo sin presentar un problema.

"El consumo de videojuegos y de redes sociales no es el mejor mecanismo de regulación, es otro más, que dependiendo de su uso puede ser perjudicial o no", asegura el experto que aboga por investigar más para conocer "la forma en que los menores se relacionan con la tecnología".

"El problema no es que los videojuegos generen una gran adicción, sino que son estímulos sencillos y atractivos que les ayudan a regular su estado de ánimo", asegura Machimbarrena que precisa que no solo hay que tratar ese enganche sino "qué otras cosas tiene esa persona en su vida" y potenciar que los videojuegos no se conviertan en lo único que entretiene y motiva a los adolescentes.

"Hay cierto sobredimensionamiento del problema de las adicciones tecnológicas o de los usos problemáticos de la tecnología", concluye el experto, que aboga por "contextualizar" las supuestas adicciones, ayudar a quienes tienen problemas pero "sin demonizar la tecnología".