Lola Cabasés (Pamplona, 1958), es una firma inolvidable para los lectores de DIARIO DE NOTICIAS. Ya jubilada, trabajó durante 39 años en esta cabecera y antes para Navarra Hoy. “Si hoy estamos hablando de un parque de la memoria en Sartaguda, de identificaciones de ADN, de la implicación del Parlamento de Navarra desde 2003, ha sido gracias a AFFNA 36”, destaca Cabasés, que ha escrito un libro sobre la historia de esta asociación y de la toma de conciencia lograda en estos años. 

¿Cómo se embarcó en este libro? 

–La memoria histórica era un tema de los que me gustaba cubrir en el periódico, de siempre. Cuando me jubilé decidí colaborar con AFFNA 36, que conocía por reportajes y entrevistas. Como cumplían 20 años, querían publicar un libro recogiendo la historia y evolución de la asociación; me pidieron escribirlo y acepté. 

Era consciente del cambio de mentalidad existente a partir de 2002, por más que hubiese alguna iniciativas en los setenta y ochenta. 

–Me acordaba de los tiempos de Punto y Hora, que publicaba muchos reportajes. De José María Jimeno Jurío, un hombre entrañable, fantástico, al que le amenazó la Triple A, por estar investigando precisamente la memoria histórica del 36. Y del bombazo que pusieron en Punto y Hora, en Cortes de Navarra, cuando era directora Mirentxu Purroy. Además, en el periódico hicimos un suplemento bastante interesante sobre los 75 años del inicio de la República. También había estado en Sartaguda, en 1986, en un homenaje a las personas republicanas fusiladas en Navarra. Cuando me propusieron hacer el libro, tenía conocimiento y entrevistas a hijos de personas represaliadas, Josefina Lamberto, Ricardo Mula, Joaquín Arroyo, que salen en el texto. Antes de AFFNA36, existió un pequeño movimiento previo, pero después de las exhumaciones tempranas, hubo un parón por parte del Partido Socialista de Felipe González, ante las amenazas de la ultraderecha y el golpe de Estado de Tejero, y se perdieron 10 años súper importantes, porque desaparecieron muchas personas que podían haber contado sus experiencias.

Conciencia de la realidad de nuestro pasado.

–La represión del 36 ha llevado aparejado el miedo y el silencio. Hay familias que no han podido hablar de esto en la vida.

“La pena es que la mayoría de los hijos de los represaliados están desapareciendo, tras vivir como perdedores de una contienda no buscada”

Se pinchó ese silencio, y se recuperó el sentido de la dignidad. 

–Fueron las propias familias las que dieron por acabado ese silencio, después de años yendo a cunetas, tras la muerte de Franco, a rescatar cuerpos sin ningún tipo de metodología científica. Tras un parón, volvieron otra vez a movilizarse, con tesón y valentía, porque no podían pasar por esta vida sin que esto por lo menos se conociese. Sin afán de revancha, sino por cerrar duelos. Si han matado a tu padre, sabes hasta quién probablemente ha sido, se lo han llevado un día de la casa, y ya no sabes más de él, lógicamente es muy humano intentar localizarle y querer darle una sepultura digna. Las exhumaciones han sido fundamentales en toda esta recuperación. AFFNA 36 fue la asociación pionera y luego han ido surgiendo otras. Todas han sensibilizado a la sociedad. Son personas que tienen derecho a saber, a la verdad, a la justicia y a la reparación, pero la justicia no se va a aplicar.

La legislatura 2015-2019 supuso otro punto de giro en esa evolución.

–Fue muy importante. El Gobierno de Uxue Barkos elevó a rango institucional la memoria histórica, y se creó el Instituto Navarro de la Memoria. El esfuerzo de las familias se vio recompensado. Los familiares de las personas represaliadas siempre habían buscado ese apoyo institucional. En este momento, con más o menos acierto, se tiene, y eso supone que la sociedad navarra esté más sensibilizada. Ya se puede hablar. La pena es que la mayoría de los hijos están desapareciendo. Gentes ya muy mayores, que han vivido como auténticos perdedores de una contienda no buscada. 

“Los golpistas cometieron asesinatos y venganzas con unas crueldades que conmueven, y tras el 77 no se les hizo absolutamente nada”

El libro termina haciéndose eco de la nueva ley estatal de Memoria. 

–Navarra fue pionera con su propia ley de Memoria, con insistencia de las asociaciones también. La nueva ley del Estado avanza en exhumaciones o identificaciones mediante el ADN, pero tiene una laguna muy importante, que es el tema de la justicia. Aquí, con la Ley de Amnistía del año 77, se perdonó todo. Todos los victimarios del 36 pasaron de rositas.

La amnistía pareció un triunfo de la izquierda...

–Pero tuvo ese problema, hubo borrón y cuenta nueva. Y a los golpistas que asesinaron, porque fueron asesinatos, sin juicios ni nada, venganzas con unas crueldades que conmueven, no se les hizo absolutamente nada. Encima en Navarra, donde desde el minuto uno el golpe ganó, y aquí lo único que hubo fueron actos de terror, asesinatos cometidos por una serie de nombres que van apareciendo, y que no pagaron por eso. La nueva ley afronta temas que aquí habrá que tenerlos en cuenta, como el Monumento a los Caídos, por qué tiene que estar esa mole ahí. AFFNA 36, que hizo aportaciones a esa nueva ley, critica que siga en pie.

Mencionaba a Jimeno Jurío. Su hijo Roldán escribe una introducción. 

–Es una aportación de 49 páginas muy importante. También escribe Paloma Aguilar, profesora e investigadora de la UNED, que hace otra aportación muy interesante. Creo que ha quedado una historia bastante redonda. Entre los hitos de AFFNA 36 que repasa el libro, al poco tiempo de surgir la asociación, fue súper importante la declaración institucional de 2003 en el Parlamento de Navarra. Todo lo que no era UPN la aprobó. UPN se abstuvo. Hay que tener en cuenta qué apoyos ha tenido el movimiento por la memoria y cuáles no. 

Nos hemos quitado un velo.

–Sí, y ha enseñado a la gente que aquí hubo una represión atroz. Por ejemplo, con las placas en el Ayuntamiento de Pamplona , en el Parlamento de Navarra y en el Palacio de Navarra, pero esto se ha reconocido hace 2 días, como quien dice, y han pasado más de 80 desde la Guerra.