El ser humano desempeña un papel crucial en la biodiversidad de nuestro entorno, desafiando el delicado equilibrio del ecosistema por la introducción de especies ajenas a Navarra y la alteración de los patrones naturales de los animales autóctonos. Desde la Central de Medio Ambiente (CMA), Gloria Giralda, jefa del servicio, y Goizeder Blasco, guarda, alertan del impacto negativo que las especies invasoras tienen para la fauna navarra, y también de los problemas que la actividad humana causa a los animales propios del entorno navarro.

Una de las especies que más preocupa es el visón americano, que poco a poco está sustituyendo al europeo, abocándolo a la extinción. Fue introducido por la industria peletera y se ha expandido con gran facilidad, dejando a Navarra, junto a otras comunidades limítrofes, como uno de los únicos puntos de toda Europa donde todavía no se ha extinguido. El europeo, con un pelaje de tono marrón homogéneo y labios de tonalidad blanca, se diferencia de su contraparte americano en que éste carece de blanco en el labio superior y posee un tamaño mayor.

Otra de las especies intrusas es el galápago de Florida, considerado una especie invasora en la Comunidad Foral debido a su introducción en hábitats naturales y acuáticos, en su mayoría como resultado del abandono o liberación de mascotas por parte de sus propietarios. Esto ha llevado a la creación de poblaciones silvestres fuera de su área de distribución original, “compitiendo con especies autóctonas y alterando los ecosistemas locales”. “Son capaces de vivir durante muchos años y crecer considerablemente”, alerta Blasco.

Y un viejo conocido entre las especies invasoras es el cangrejo de río americano, que compite con las especies nativas de cangrejos en los ecosistemas acuáticos, desplazándolos de sus hábitats y recursos alimenticios. A pesar de la prohibición absoluta de pescar cangrejos nativos, desde la CMA aclaran que, con los permisos correspondientes, el americano sí se puede capturar.

El autillo sanferminero

El autillo europeo es miembro de pleno derecho de nuestro ecosistema, aunque la actividad humana ve alterada su forma de vida. No corre ningún riesgo de extinción, pero la CMA recibe numerosas llamadas por estas rapaces nocturnas, que se incrementan con la llegada de los Sanfermines.

En concreto, según explica Giralda, con el estallido de los fuegos artificiales los polluelos de autillo se desorientan y caen de los nidos: “La gente los recoge con toda la buena intención, pero lejos de sus padres no tiene opciones de sobrevivir”. Lo que se debería hacer, aclara, es subirlo a una rama o algún punto alto cercano al nido, y esperar a que sus padres lo alimenten.