Después de varios años soportando la presión de colectivos radicales que atacan con falsas acusaciones la realidad de la caza y del mundo rural, algunas de las asociaciones más importantes de cazadores, agricultores, ganaderos y aquellas que defienden los derechos de las zonas de la España vaciada han dicho basta. Alrededor de una veintena de ellas se reunieron esta semana en Santander para firmar un manifiesto que pone negro sobre blanco su firme oposición a la ideología animalistas y a los postulados del antiespecismo.

El Palacio de la Magdalena de la capital cántabra fue testigo de la firma de este documento, que fue respaldado por la Real Federación Española de Caza (RFEC), la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), la Fundación Toro de Lidia, la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL), Alianza Rural, diversas organizaciones de deportes con animales y las 11 asociaciones que componen la Federación de Razas Cárnicas de Cantabria. Sin embargo, la Declaración de Santander se extiende ya a nivel mundial y cualquier otra asociación o empresa que lo desee puede adherirse al manifiesto a través de la página web declaracionsantander.com. Por el momento, ya son más de 70 las organizaciones que han respaldado este movimiento.

Bajo el subtítulo “compromiso con nuestra cultura, tradición, economía y medio ambiente”, el documento lanzado en Santander representa el rechazo de la sociedad civil a la imposición de la ideología animalista. Una doctrina que, a juicio de las citadas organizaciones, supone la negación del mundo rural, que se ha construido sobre una milenaria relación entre hombre y animales.

En el texto del manifiesto se expone que las señas de identidad de un pueblo se crean a partir de un conjunto de creencias, tradiciones, historia compartida, manifestaciones culturales o actividades económicas. “Nuestra cultura occidental ha tenido al ser humano en el centro de esos elementos que forjan la identidad, en un respetuoso equilibro con los animales y la naturaleza, una relación que ha conformado una parte relevante de nuestros ecosistemas, economía, cultura, gastronomía o tradiciones”, se sostiene.

Cazadores, agricultores y asociaciones del mundo rural plantan cara al animalismo

Sin embargo, en los últimos tiempos ha avanzado “una ideología animalista que intenta alterar por la fuerza todo nuestro rico legado patrimonial y de identidad, presentando una pretendida igualdad entre animales y hombres”. En opinión de las organizaciones mencionadas, en la sociedad actual se está tratando de imponer “una nueva ideología todavía más radical, llamada antiespecista, que promueve una extravagante equiparación entre animales y hombres, reduciendo unos y otros a la categoría de seres sintientes”. El propósito de este movimiento extremo, apuntan, es eliminar “la dimensión ética y consciente del ser humano, degradándolo así al no reconocerle las especificidades que hacen del mismo un ser único, dotado de una dignidad inalienable”.

Para las asociaciones que promueven la Declaración de Santander, “el animalismo y el antiespecismo son ideologías que no buscan lo mejor para los animales, una aspiración con la que todos estamos comprometidos, sino igualarlos a los hombres, algo que es contrario a la naturaleza de ambos y a su distinta dignidad”. “La implantación de estas ideologías –avisan– tendría resultados catastróficos, ya que supondría el fin de nuestra identidad cultural, además de sentenciar cualquiera de las innumerables actividades relacionadas de alguna manera con los animales”.

Por todos estos motivos, y frente al avance de la ideología animalista y antiespecista, defienden tres conceptos fundamentales. Por un lado, “que la cultura y la identidad de un pueblo las configuran sus gentes, sin imposiciones externas y con el único límite de los derechos humanos y las libertades fundamentales, de conformidad con la convención de la UNESCO para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial del 2003 y la convención de la UNESCO sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales del 2005”.

Asimismo, muestran su oposición a “las ideologías animalista y antiespecista, así como a sus intentos de uniformar el pensamiento, tratando de imponer una nueva realidad cultural, económica y social”. Y, por último, instan a las autoridades a “legislar en favor de la preservación de la pluralidad de tradiciones, elementos culturales, económicos y ecosistemas organizados en torno a nuestra relación con los animales”.

El presidente de ASAJA, Pedro Barato, aseguró durante la firma del documento que los grupos animalistas y antiespecistas representan “una amenaza sin precedentes para la existencia misma de las comunidades rurales, cuyas prácticas y culturas han estado intrínsecamente ligadas a la ganadería durante milenios”. Del mismo modo, calificó las ideologías de estos colectivos como “una utopía destructiva que no solo pone en peligro la civilización humanista, sino que también amenaza la continuidad de los paisajes rurales y la relación histórica entre humanos y animales”.

Por su parte, el presidente de la RFEC, Manuel Gallardo, afirmó que “las legislaciones referidas al bienestar animal han sucumbido a la ideología y al buenismo animalista, donde hay que querer más al perro que al hijo, en vez de tener en consideración que se pone en cuestión el propio proceso evolutivo de la especie humana, pues este lo forman el conjunto de experiencias, tradiciones, costumbres y culturas que nos han permitido desarrollarnos como personas”.

En relación con los deportes con animales, Gallardo añadió que están en “riesgo de desaparecer” si se sigue legislando contra el sentido común. “Deportes como el pádel, si comienzan a prosperar sanciones por los impactos de aves contra las paredes de las pistas, la hípica, la pesca o la propia caza están en peligro”, subrayó.

Para destacar la necesaria protección de las zonas rurales, tomó la palabra el presidente de la asociación de ganaderos cántabros La Socarreña, Francisco Pérez, que declaró durante su intervención que “se nos llena la boca con la España rural y luego vemos que se hacen cosas que nos lo ponen imposible”. “Y si los animalistas de ciudad se salen con la suya, todos estos pueblos desaparecerán”, auguró.

El encargado de cerrar el acto en Santander fue el presidente de la Fundación Toro de Lidia, Victorino Martín, que leyó el manifiesto y aprovechó para resaltar que, para él, “es un orgullo estar rodeado de personas que han hecho de los animales el centro de su vida y de su cultura, y que están dispuestos a defender esa forma de entender el mundo”.