Ensayos pre-clínicos de Navarrabiomed han demostrado que el uso de la molécula oleuropeína (un compuesto fenólico presente en la hoja y el fruto del olivo), combinada con inmunoterapias tradicionales, mejora las respuestas clínicas en modelos animales resistentes a inmunoterapias de bloqueo PD-1/PD-L1.

David Escors, investigador principal de del grupo de oncoinmunología de Navarrabiomed, destacó que “la ventaja de este fármaco en comparación con otros del mercado es que es capaz de reprogramar las células malas y hacer que se vuelvan buenas” en cánceres de pulmón y colorrectal. Y apuntó “el avance bastante importante que podría suponer porque no existe ningún fármaco a nivel clínico, aunque igual habrá alguno en desarrollo, como nosotros”.

"En el 50% de los pacientes de cáncer, y en algunos tipos más, las inmunoterapias no fucionan por las células mieloides supresoras"

Escors explicó que en las últimas décadas las inmunoterapias contra el cáncer han cambiado el tratamiento oncológico y han hecho que “muchos pacientes con diferentes tipos de cánceres tengan una oportunidad de responder, de tener una mejor calidad de vida e incluso en algunos casos se llega a la curación”. Sin embargo, añadió que en un 50% de los pacientes de cáncer, y en algunos tipos “incluso más”, las inmunoterapias “no funcionan” porque tienen en su cuerpo células “malvadas”, las mieloides supresoras, “que inactivan a las defensas del cuerpo, las encargadas de luchar contra el tumor en las inmunoterapias”. Asimismo, remarcó la gran dificultad para conseguir que las células mieloides supresoras dejen de inactivar a las defensas.

Pero gracias a estos ensayos han descubierto que esta molécula, de origen natural que se encuentra en las hojas y el fruto del olivo, administrada con inmunoterapia, “hace que las células malas se conviertan en buenas”. Es decir, “no solo no interfieren con las defensas del cuerpo, sino que encima ayudan a estas a eliminar las células cancerosas”.

Estos ensayos se han probado únicamente con la inmunoterapia de bloqueo PD-1/PD-L1, “unos anticuerpos que lo que hacen es bloquear las moléculas PD-1/PD-L1”. Estas terapias son las más frecuentes en hospitales y el grupo de Escors lleva trabajando con ellas desde 2005, aunque en un futuro podría llegar a aplicarse a otros tipos de terapias, “aunque de nuevo habría que hacer un estudio pre-clínico”. Asimismo, aunque este fármaco está probado en cáncer de pulmón y colorrectal, Escors mostró su interés en trasladarlo a otros tipos, como el cáncer de mama triple negativo, el hepatocarcinoma o el gliobastoma. “Es cuestión de probarlo”.

El ensayo se encuentra en fase pre-clínica, probada en ratones y en células derivadas de pacientes con cáncer de pulmón, “pero hay que llevarlo a un ensayo clínico en condiciones y con diferentes tipos de inmunoterapia”. Sin embargo, la llegada del fármaco al paciente aún queda lejos. “Para poder llegar a la clínica hay que hacer unos estudios toxicológicos que llevan tiempo, para lo que también es necesaria mucha financiación. Son cosas que tardan y no se obtienen de manera inmediata”. Y añadió que “es lo mismo que pasó con las inmunoterapias con las que estamos trabajando: desde el descubrimiento de los anticuerpos bloqueadores hasta que se comenzaron a dar en pacientes humanos pasaron unos diez o quince años”. Sin embargo, aseguró que “este es el inicio de un buen proyecto que merece la pena y que hay que apostar por él”.

En este sentido, Escors remarcó que lo primordial es “buscar la seguridad del paciente”, para lo que “hay que demostrar que la molécula no va a causar daños y hay que tener toda la seguridad de que los compuestos y la dosis que se van a dar son seguras para el paciente”. Un tiempo que aunque sea largo se vuelve necesario para cumplir con todas las garantías antes de aplicarlo a los pacientes.