Espuma, mal olor, color marronáceo... El río Ultzama sufre desde hace “más de 25 años vertidos de purines” ilegales que están matando la fauna piscícola y contaminando el agua que desemboca poco después de Arre, casi en límite entre Huarte, Burlada y Villava, y sigue aguas abajo hasta Pamplona y el Ebro. Un grupo de vecinos de ambas orillas del Ultzama denuncian que en el mes de febrero se han producido ya tres de estos vertidos que atribuyen a explotaciones ganaderas y que han puesto en conocimiento del Guarderío de Medio Ambiente, la Policía Foral y la Guardia Civil con la esperanza de que se identifique y sancione a los responsables.

El río Ultzama recibe el nombre del valle en el que nace. En su discurrir natural crece con las aportaciones de manantiales y arroyos que lo riegan, atravesando el valle de Anué, Odieta y Olaibar donde se le une el río Mediano para entrar a continuación en Ezkabarte y por último entrar en la cuenca de Pamplona donde en Villava desemboca en el río Arga.

En los últimos tiempos, diversos colectivos y vecinos de la cuenca del río Ultzama han denunciado el “preocupante deterioro” de este importante recurso natural para nuestros valles. A petición de los técnicos del Gobierno de Navarra, se llevó a cabo un análisis visual de la situación en marzo de 2023. Las conclusiones preliminares revelaron una intensa presión sobre el río elevando los “niveles de amonio muy por encima de los 0,50 ppm permitidos legalmente”.

El río Ultzama, que atraviesa una cuenca con pequeños núcleos urbanos y una notable presencia ganadera, se ve afectado significativamente a partir de Latasa, exponen estos vecinos. “A medida que se recorre aguas abajo hasta llegar a Endériz, se observa una clara degradación en su estado. Además de la apreciación visual del agua, se ha realizado una visualización de la fauna bentónica, específicamente los macroinvertebrados”, explican.

Al respecto, advierten de que “es especialmente preocupante que a partir de Endériz se registre una disminución significativa en la diversidad de especies, llegando a ser prácticamente nula en el punto de Sorauren”. Y añaden que “la falta de diversidad de fauna bentónica es un claro indicador del impacto negativo que está sufriendo el río, que pone también en riesgo la salud de las personas por posible transmisión de microorganismos patógenos como es el caso del E. Coli”.

RESIDUO ORGÁNICO

Los mismos vecinos señalan que muchos de estos valles conservan tradición ganadera en mayor o menor medida, tradición que en algunos casos ha pasado de ser extensiva (pequeñas explotaciones familiares) a ser más intensiva. El residuo orgánico que genera el ganado, los purines, cuando lo producen pequeñas explotaciones se recoge y esparce por el campo, donde los pastos absorben el purín y de paso sirve como abono para que la hierba vuelva a crecer con fuerza y sirva de alimento al ganado cerrando el ciclo.

Cuando la explotación produce más purín del que los pastos pueden llegar a absorber, pudiendo quemar la hierba, mediante filtraciones o debido a la lluvia, los propios residuos del ganado pueden acabar en el río. “O peor aún, que el mismo ganadero, consciente de que los pastos no van a poder absorber el purín y sabiendo que va a quemar el pasto, proceda directamente a deshacerse del residuo arrojándolo al río y lo convierta en un río muerto”, exponen.

NITRATO DE AMONIO

Los purines contienen nitrato de amonio (NH4), que al entrar en contacto con la urea y agua y aire puede transformarse en amoniaco, nitratos y nitritos. “También pueden contener la temida bacteria E. Coli que causa graves enfermedades y ocasionalmente incluso la muerte. Los nitratos son un factor de riesgo descubierto recientemente para contraer cáncer de próstata y los nitritos causan una gran mortandad en la fauna piscícola”, alertan.

En el río Ultzama, aseguran, “han desaparecido prácticamente todas las especies, quedando alguna madrilla y poco más, mientras que el resto no pueden sobrevivir cuando los vertidos están depositados en el fondo del río, un fondo que cada vez es más superficial debido a que llueve menos y eso hace más visible el problema”.

Con toda la información aportada, sostienen los vecinos, “no queremos ensuciar el buen nombre y proceder de aquellas ganaderas y ganaderos que desarrollan su labor y proceden a no llevar a cabo malas prácticas por culpa de uno o varios desaprensivos que creen poder utilizar el río como cloaca, además del problema sanitario que originan con su mala práctica”.

Sin embargo, el análisis realizado en el río Ultzama “evidencia una situación alarmante que demanda acciones inmediatas para preservar y restaurar este valioso ecosistema. Si bien las causas precisas del deterioro aún no han sido identificadas, es necesario considerar la presión ejercida por la actividad ganadera, las depuradoras de los pueblos que pueden estar obsoletas o la degradación de las orillas fluviales paulatinamente abandonadas”.

Por ello, aseveran que “la preservación del río Ultzama no sólo es crucial para la salud del medio ambiente, sino también para el bienestar de las comunidades que dependen de él. Es responsabilidad de todos actuar en pro de su recuperación, garantizando así un futuro sostenible para las generaciones venideras”.

Varios Ayuntamientos, entre los que se encuentra el de Villava, han aprobado mociones en las que solicita a la Consejería de Desarrollo Rural y Medio Ambiente un plan para establecer una hoja de ruta en el control de purines de las explotaciones ganaderas y su debido procesamiento, y un plan de limpieza y regeneración del río Ultzama para la recuperación del cauce y la vida piscícola.