Las Javieradas no serían posibles sin todos esos voluntarios y voluntarias que, con sus aportaciones, ayudan cada año a todas las personas en su peregrinación a Javier. Y uno de los puntos clave en este viaje es el puesto de Huarte por Javier, en Sengáriz. En esta parada se ofrece desde hace más de 50 años bebida y alimento a los caminantes, para los que triunfa el caldo caliente, al que no pudieron resistirse a la hora de calentar el estómago y las manos. 

Entre los encargados de realizar este reparto, y uno de los más veteranos, estaba Ramón Moratinos, vecino de Huarte de 65 años que lleva 25 como voluntario, siempre motivado por su fe y por San Francisco Javier. “El patrón de Navarra y el mío”. Pero también por continuar con la tradición que aquellos vecinos de Huarte comenzaron hace más de medio siglo. “El único afán que nos mueve a los voluntarios es seguir con este trabajo y apoyar a los peregrinos que hacen el camino a Javier”. Y después de cinco décadas, este puesto también se ha convertido en una parada especial para muchos peregrinos experimentados, como recordó Moratinos. “Es una gozada que la gente te diga que estaba esperando el caldito de Huarte. Da mucha alegría y ganas de seguir porque ves que hay gente que de verdad valora nuestro trabajo y el tiempo que dedicamos”. Y es que a pesar de todos los años de voluntariado, en los que han tenido que hacer frente a Javieradas de frío, nieve o lluvia, sus miembros nunca han fallado. “Hemos seguido por aquellas personas que nos lo agradecen, esa es nuestra paga”. 

Debido a que las predicciones del tiempo no eran favorables a los peregrinos, Moratinos reconoció que los voluntarios se encontraban “un poco sorprendidos” al encontrarse con más personas de las previstas en un principio. Una sorpresa cargada de “alegría después de haber pasado una semana preparando toda la logística”. Pero el trabajo no finalizó el sábado. La semana que viene Moratinos y el resto de voluntarios de Huarte esperarán en la Bodega de Liédena con más caldo listo para animar hasta los espíritus de los peregrinos que comienzan a flaquear.  

Continuando el camino a Javier, ya en el Alto de Loiti, la Asociación de Voluntarios Olímpicos de Navarra (ASVONA) también fue un punto de descanso y recarga de energías para los peregrinos. Allí, 16 voluntarios y voluntarias ofrecían todo tipo de bebidas frías y calientes, además de alimentos como fruta, lácteos, bocadillos, chocolate o pastas. Una parada necesaria en la que Leyre Torrecillas, voluntaria de 24 años, notó “bastante afluencia” de peregrinos. Eso sí, “igual menos que otros años por el frío, pero ya hay gente”. Aunque por segundo año este puesto se colocó en el Alto de Loiti, para Torrecillas no es la ubicación ideal. “Estamos en cuesta y no es lo que más nos gusta. Era mucho mejor en Venta de Judas, donde teníamos más espacio”, subrayó.

Caminar con palos artesanos

Para ayudar a recorrer los kilómetros que separan a los peregrinos de Javier, Carlos Mariñelarena, vecino de la Ultzama de 55 años, puso a su disposición en Liédena un pequeño puesto de artesanía. Desde palos para facilitar el camino, su mayor éxito, hasta bolígrafos y letreros con mensajes ingeniosos o motivantes como “Osasuna nunca se rinde, y yo tampoco”. Todos los productos de madera y hechos y diseñados por él mismo a la espera de que algún peregrino se lo lleve a casa como recuerdo de las Javieradas de 2024.