Cuando los talibanes se hicieron de nuevo con el poder, Arzoo Milavizada supo que no le quedaba otra que huir de Afganistán. Trabajaba en la Fiscalía de Herat, al oeste del país, y que una mujer ostentase un puesto en una institución tan relevante era algo que los fundamentalistas no iban a permitir.

“Cuando era joven me vi obligada a estudiar Derecho de forma clandestina en un sótano, porque las mujeres lo teníamos prohibido. Tras la caída de los talibanes en 2001 pudimos volver a estudiar y trabajar libremente, de hecho, en la Fiscalía de Herat estábamos muchas mujeres y nos encargábamos de investigaciones importantes sobre asesinatos o violencia contra las mujeres”, rememora Arzoo.

Pero veinte años después, en agosto de 2021, los talibanes recuperaron el poder y millones de ciudadanos se vieron obligados a huir. “Todos los derechos que habíamos recuperado las mujeres los volvimos a perder”, apunta.

El 17 de febrero de 2022, Arzoo llegó a Madrid y después fue reubicada en Navarra, donde vive en estatus de refugiada desde el 31 de mayo de ese año, “ha sido muy difícil dejar atrás mi trabajo, mi casa y mi familia y tener que empezar de cero, pero era lo mejor para mí”, relata.

Mi hermana sigue en Afganistán, era profesora y ahora vive en una cárcel: su casa. Porque ahora las mujeres afganas viven encerradas en casa y no pueden hacer nada sin el consentimiento de los hombres. No tienen derechos, lo único que hacen es estar al cuidado de sus hijos”, denuncia.

Máster en la UPNA

Ahora tiene una nueva vida en Pamplona, donde ha estudiado un máster en la UPNA: “Estoy súper agradecida a la universidad porque me ha dejado cursar un máster sin tener un título homologado. Para mí ha sido como volver a nacer”.

No obstante, subraya que las personas refugiadas tienen que hacer frente a un gran problema: la accesibilidad a la vivienda y al empleo. “Muchos propietarios no alquilan casas a personas migrantes y es muy difícil encontrar una. También hay mucho racismo en el ámbito laboral y si no tienes trabajo no tienes una vida”, denuncia Arzoo, que lanza un deseo: “Ojalá pueda regresar a mi país”.