“El suicidio es un fracaso; pero no es un fracaso familiar o individual. Es un fracaso social”. Así definió el suicido Elena Aisa, presidenta de Besarkada - Abrazo, la Asociación de Personas Afectadas por el Suicidio de un Ser Querido. “Es un fracaso de que no hemos sabido proporcionar los recursos que esas personas necesitan o necesitaban”. Y es por eso que, recordó, es necesaria una “visión integral” donde se incluyan diversos aspectos de la vida de las personas, como sus recursos de ocio, para poder crear una “prevención social, y no solo psicológica, psiquiátrica o farmacológica; es algo que va más allá si queremos que la efectividad sea más extensa”, subrayó el lunes Aisa durante la jornada Prevención de la conducta suicida: una labor más allá de los servicios de Salud Mental, para conmemorar el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que tiene lugar este martes 10 de septiembre.
Un “sentido de comunidad” sobre el que también reflexionó Belén Pérez de Prados, docente especializada en Convivencia de Educación Secundaria en el Colegio Amor de Dios . “Somos seres sociales y no aislados, y necesitamos contacto directo”. En este sentido, enfatizó en la idea mostrar “interés por las personas, su bienestar, el cuidado, la atención o la escucha”, que permitan establecer “vínculos significativos” para dar lugar a una buena salud mental. “Tenemos que reforzar toda la parte humana, de vínculo y de cercanía”, finalizó Pérez de Prados.
El tema de los vínculos también lo trató durante la jornada Rosa Cruz, psicóloga de los Servicios Sociales de Base del Ayuntamiento de Burlada. “Venimos biológicamente preparados para vincular. Desde que nacemos necesitamos los vínculos afectivos y un apego seguro que nos dé confianza y seguridad. Si los niños y las niñas los tienen, es más fácil que tengan más factores de protección y menos de riesgo; porque podemos favorecer una buena salud mental y relaciones sanas”.
Factores de protección
Los vínculos afectivos seguros y estables fue uno de los primeros aspectos a nivel personal que Cruz destacó frente al suicidio, acompañado de la capacidad de pedir ayuda o recursos de afrontamiento y resolución de problemas. En el plano familiar, incluyó una comunicación y expresión emocional positiva, así como la importancia del apoyo de la familia o sentirse aceptado.
Asimismo, no olvidó las relaciones sociales positivas acompañadas del apoyo de las amistades o el sentido de pertenencia en el grupo. Y, en el entorno educativo, las relaciones positivas entre iguales y un rendimiento académico positivo, junto con la formación de los profesionales y un protocolo de intervención.
Factores de riesgo
Entre los factores personales que influyen en este “problema de salud pública” que es el suicidio, Cruz destacó algunos como un dolor emocional intenso; una baja tolerancia a la frustración; o falta de habilidades para resolver problemas. A nivel familiar, además del abuso de sustancias por parte de algún familiar, incluyó una comunicación negativa de reproches y crítica o la existencia de abusos sexuales, maltrato y violencia de género.
En el plano social, puso el foco en aspectos como el aislamiento y las pocas relaciones de amistad o la existencia de relaciones conflictivas, de violencia y acoso. Sobre este último aspecto incidió, también, a nivel educativo: el acoso escolar, “uno de los factores de riesgo más importantes que hay de suicidio”. “Depende de en qué circunstancias, de cómo se maneje y del periodo de tiempo que dure la sensibilidad de la persona, el acoso puede llegar a hundir sus raíces de una manera muy profunda, y pueden continuar los efectos en la edad adulta”, añadió Cruz.