Transporte escolar, otra traba en la discapacidad
Dos familias cuentan las dificultades que han vivido sus hijos para poder acceder al colegio y empezar el curso
El nuevo curso escolar de Rocío y Miguel no ha empezado de la mejor forma, sino con una llamada que avisaba a sus familias de que, este año, ningún taxi podría llevarles a estudiar al Colegio de Educación Especial El Molino, en Pamplona. Aunque es la primera vez que Rocío se topa con este problema, Miguel ya lo sufrió el año pasado.
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Miguel Romero, vecino de Zizur Mayor de 15 años, nació con una mutación genética en un gen implicado en el desarrollo neuronal. Esto “le provocó unretraso cognitivo severo y un autismo atípico”, relató su padre, Fernando. Como consecuencia, añadió, Miguel tiene reconocido el nivel máximo de dependencia y un 77% de discapacidad, aspectos que se manifiestan en que “no habla y no sabe hacer nada solo, por lo que hay que darle de comer, vestirle o bañarle”. Además, desde una edad muy temprana, su psicóloga estableció que “no podía ir en un transporte público normal; porque tiene problemas de conducta. Si hay mucha gente o barullo se pone nervioso, o si simplemente va con gente muy pegada”, aclaró Fernando.
Sobre los 6 o 7 años comenzó su etapa educativa en El Molino, centro al que acudió sin problema en un taxi de siete u ocho plazas que le permitía viajar solo en la parte trasera y, así, evitar el “agobio” que Miguel siente cuando ocupan su espacio.
Sin embargo, a comienzos del curso pasado hubo un cambio de vehículo, que fue remplazado por un turismo en el que sus cinco plazas iban completas. “Empezó el primer viaje y se puso muy nervioso; arañaba y tiraba del pelo a las compañeras. En el segundo o tercero el taxista se negó a llevarle más”, explicó Fernando, antes de puntualizar que “no es culpa del taxista, sino que su taxi no es el adecuado para Miguel”.
Nuevo taxista
Ante esta situación, Fernando y su mujer, Susana Fernández, pidieron permisos en el trabajo para entrar una hora y media más tarde y salir media antes, respectivamente, de manera que ellos mismos pudieran llevar a Miguel a clase en los cuatro viajes diarios que requiere. Además, para poder cuidar de su hijo en verano, Fernando dejó su empleo aprovechando unos ahorros que tenía la familia. “Pero ahora tengo que volver a empezar a trabajar”, porque, “económicamente, necesitamos empleo Susana y yo” para mantener a cinco hijos, de los que Miguel es el segundo: Lucía, Elena, María y el benjamín, Pedro, de 7 años.
Sin embargo, la necesidad de llevar a Miguel a clase cada mañana dificulta la labor de Fernando por encontrar trabajo. “Yo ahora no puedo ni empezar a buscar un empleo en el que poder decir que voy a entrar a las 9.30 horas como pronto”.
En este sentido, explicó que en su anterior empleo “tenía que estar a las 8.00 horas en Yesa y a las 9.00 le tengo que dejar en El Molino. Además, antes de llevarle hay que prepararle, porque él no hace nada; hay que despertarle, darle el desayuno, vestirle y meterle en el taxi. Pero ahora, además, hay que perder otra media hora de ida y de vuelta para ir al colegio”. Por lo que, reconoció Fernando, “es imposible compatibilizar, porque Miguel consume una parte muy grande de nuestro tiempo, así que no podemos añadirle esas dos horas al día de transporte”.
Asimismo, las ayudas económicas que les ofrece el Gobierno de Navarra no cubren los gastos ni de los cuatro viajes diarios de taxi ni del monitor que Miguel necesita para desplazarse, por lo que, de momento, la única opción de la familia es que Fernando continúe llevando cada día a Miguel al colegio.
Un nuevo bus para Rocío
Paqui Díaz llegó de Martín de la Jara, Sevilla, en 2014 en busca de una vida mejor. Su hija Rocío, de 20 años, es la mediana de dos hermanas, de 23 y 6 años, y nació con el Síndrome del maullido de gato, una rotura del cromosoma cinco durante el desarrollo del feto.
“Esa falta genética es lo que provoca su discapacidad intelectual del 97%” que, además, va acompañada de otras condiciones como la falta de lenguaje verbal, “lo que le frustra bastante”; una discapacidad motora, “en el sentido de que su equilibrio y sus reflejos son muy frágiles”; a nivel visual tiene mucha miopía; es “completamente” sorda de un oído y de otro solo tiene un 30%, además de microcefalia. “Pero, por suerte, sus órganos están todos bien”, añadió su madre.
Rocío es alumna de El Molino desde que llegó a Mendillorri hace una década. Al igual que Miguel, la familia de la joven sevillana recibió a principio de curso la llamada de que, este año, no habría taxi para ella porque su compañera ya había terminado la etapa escolar.
Como Paqui tampoco podía hacerse cargo de esa tarea de transporte, rápidamente se movilizó en el Defensor del Pueblo y los medios de comunicación para demandar una solución que permitiera que su hija no perdiera clases de trabajo con su comunicador, “que es su base para hablar”. Y lo consiguió. Esta semana ha recibido una llamada para anunciar la ampliación de una ruta para recoger a Rocío de la Residencia Javier, en el Elcano, donde vive. “Esperemos que la semana que viene ya vaya al cole”. Paqui se mostró “encantada” de que Rocío pueda volver a El Molino en autobús, “porque sé que se lo va a pasar bien. Es muy sociable y alegre. Parece una viejecita, le encanta el chismorreo y ver cómo se sube y se baja la gente del autobús”. Un nuevo curso escolar al que “está deseando volver”.
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